Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
La mayoría de los libros que se publican en España no son literatura. Están muy alejados de ella. Pocos autores de esos best seller lo reconocen, pero honra a quien lo hace. Recuerdo ahora a algún que otro escritor de ficción que decía que él no escribía literatura sino productos para la venta fácil. También he escuchado a algún cantautor-poeta decir que lo que ellos escriben no es poesía.
La auténtica literatura pasa a manos del lector, y se consuma el proceso de la asimilación. En la no literatura se hace no como asimilación sino como mero divertimento momentáneo. Es pretencioso afirmar o comparar lo que se lee con lo que se debería leer. Cada cual es libre para hacer lo que le venga en gana, y mucho más en una sociedad que cambia y evoluciona, aunque lo haga, no como decía Ángel González, con esperanza y sin convencimiento.
La auténtica literatura siempre es del lector, el autor tan sólo es un instrumento y el libro siempre lo termina de escribir el lector. Otra cosa es que el lector no posea ideales, ni tenga ilusiones. Disponer de mucha información es en el fondo desinformación. Y tener al alcance de la mano gran cantidad de libros hace que no dispongamos de criterio. La meta del ser humano es conseguir un criterio personal, pero ecuánime. Lo que no es literatura nunca será literatura, por mucho que se empeñen los grupos editoriales o los críticos de las revistas y suplementos literarios que viven de la publicidad que esos mismos grupos editoriales contratan en sus medios.
La esencia del criterio sólo se consigue con la ética. Aquellos que abandonan la ética solo alcanzan la hipocresía. Y la hipocresía en literatura es la no literatura. Como dijo Nietzsche en Aurora: "El arte al que me estoy refiriendo no logra acabar fácilmente nada; enseña a leer bien, es decir, despacio, profundizando, movidos por intenciones profundas, con los sentidos bien abiertos, con unos ojos y unos dedos delicados". La auténtica literatura necesita tiempo, el criterio necesita tiempo, la belleza necesita tiempo.
La culpa de lo que se publica y se vende la tienen las editoriales, generalmente las multinacionales. Ellos sólo miran la cuenta de resultados y evitan con todos los medios a su alcance, la auténtica literatura, que siempre es y será un privilegio. Y el privilegio, en estos tiempos, está al alcance de todos. No lo olviden. Busquen el criterio y su propia ética que es la misma de todos y sólo es una.
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