Visiones desde el Sur

Julio

España y el resto de Europa están sufriendo una regresión democrática digna de prestarle atención

Florece el mes de julio y las aspiraciones de muchos empresarios y trabajadores, que asistían a un desahogo de su calamitosa situación, no se verán garantizadas porque el asunto de la pandemia no está resuelto en España, a pesar de los juegos malabares de unos y de otros: de los gobernantes del Estado y de las Comunidades Autónomas. Se esperaban 19 millones de turistas y ya veremos en qué queda la tal cosa, porque las cancelaciones se han disparado y la alarma está sonando sin parar en los sectores de restauración y hostelería, transportes, suministros y todo aquello que arrastra un país cuyo PIB se fundamenta en buena parte del turismo.

El espíritu de Casandra -el don de la profecía- pertenece a la mitología y es ajeno a los actuales políticos de acá y acullá, y no será por falta de asesores tanto en las Comunidades como en el Estado.

Por otro lado, y me importa un bledo quienes se molesten por lo que a continuación se dice, España y el resto de Europa están sufriendo de manera sibilina pero constante, una regresión democrática digna de que le prestemos atención o repetiremos escenas como las que vivieron nuestros ancestros no tan lejanos. Veamos: ¿Cuántas mujeres han de morir para que el tercer partido en el Congreso hable de una puñetera vez de machismo y se deje de imbecilidades? ¿Cuántas personas LGTBI para que hablen de homofobia? ¿Qué hace el PP acercándose a las tesis de la ultraderecha? ¿Quiénes aconsejan a su líder? ¿No tiene bastante con comprar a los cuadros de un partido como Ciudadanos e integrarlos en el PP, apoyado por el propio fundador de tal movimiento? Parece que no, pero, se equivoca. Tanto él como Isabel Díaz Ayuso, la que lleva el banderín de enganche, se equivocan, reitero.

Estoy hasta las narices de demagogia. Todos los nacionalismos son excluyentes, sin excepción. El patrioterismo español, también; tal que el catalán -de izquierda o de derecha, ahora unidos en un monolítico frente insurgente-, el vasco, y el de todos esos hipocondríacos independentistas que no han comprendido aún la necesidad de una Europa unitaria e integradora, necesaria cada vez más en los tiempos que corren, en vez de buscar de nuevo la república de Cartagena, por decir algo. Y no soy monárquico, precisamente. Nada me gusta personalmente Pedro Sánchez, nada; pero, Pablo Casado necesita aún varios másteres de esos que él hace en un rato, o al menos asistir menos a la FAES, esa escuela de Aznar tan prestigiosa.

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