Decía el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que la posibilidad de gobernar con Pablo Iglesias le producía insomnio. Debe atiborrarse cada día de tranquilizantes, sedantes y otras tantas dosis de ansiolíticos para resistir los continuos sobresaltos, alarmas y convulsiones, que a diario le provoca su compañero de gobernanza y vicepresidente. Como tantos y tantos ciudadanos que dadas las dramáticas convulsiones que prodiga la actualidad y el grado de incertidumbre al que hemos llegado, ha aumentado de manera alarmante el consumo de antidepresivos y analgésicos como lenitivos que alivien la inevitable tensión que genera esa irrefrenable fluctuación de la pandemia.

Y es que resulta irritante que ante tanta desolación y tanta regresión política que pone en tan grave aprieto a nuestra economía, nuestro estado social, nuestra sanidad y nuestra estabilidad, resultan insoportables estos continuos ataques del líder de este populismo de ultraizquierda, sobrepasando cada día sus hostilidades e insultos a la constitución, la monarquía, los jueces y cuanto se le pone por delante, exponiendo en grave riesgo los principios e instituciones democráticas que nos rigen y han inspirado y forjado la mejor etapa política de nuestra Historia. Una actitud insolente que trata de imponer al propio rey lo que tiene que decir en sus discursos y controlar lo que hemos de decir y pensar los españoles. Ejercer el gobierno y la oposición en el ejecutivo del que se forma parte y exponerlo con maneras agresivas, no digo yo que provoque insomnios sino insoportables pesadillas y turbaciones. Es inicuo exigir lo que tiene que decir el rey en sus discursos y las alusiones que ha de manifestar sobre las presuntas responsabilidades de su padre cuando en el ejercicio de la independencia judicial es la Justicia quien ha de decir la última palabra. Las declaraciones de nacionalistas, separatistas, filoetarras y sus palmeros de Podemos resultan demenciales aparte de insultantes, como es el caso de Bildu, aliado de primer orden de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, quien por boca de su portavoz Parlamentaria, Mertxe Aizpurua, venía a afirmar poco menos que a los españoles les importa más la corrupción del monarca emérito que los muertos por el Covid 19.

Es inadmisible ese continuo empeño de fomentar el enfrentamiento y el conflicto cuando nuestra desolada realidad tanto afecta a lo puramente humano, a lo sanitario, a lo económico y a lo social. Resulta atentatorio y suicida el insistente socavamiento de las piedras angulares de un sistema que ha funcionado durante cuarenta años. Un obstinado, perverso y despiadado ensañamiento consecuencia de un premeditado plan de desmoronamiento del régimen, que nos llevará con la colaboración de proetarras y golpistas del nacionalismo catalán a sistemas afortunadamente fenecidos y a otros en vigor absolutamente putrefactos. Propio de quienes odian el pensamiento libre.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios