Huelva: cuando el ninguneo sale gratis

Llevamos décadas sufriendo el ninguneo hiriente de los que gobiernan y el silencio cómplice de los que podrían alzar la voz

Ocurrió en la cola de un supermercado. Una señora, contrariada, insistía en que no quería la bonita nevera de Coca Cola que la cajera, dale que te pego, le ofrecía: "Cójala usted, mujer", y ella: "Que no la quiero, cariño. De verdad que no".

Tras el tercer cójalausted ya resonaron las cuatro palabras mágicas, "es-que-es-gratis", y entonces todo el super se hizo tromba hacia el pasillo de las dichosas neveritas. Además de para adelantar un par de puestos en la cola, el suceso me sirvió para reflexionar sobre cómo cambian las prioridades cuando algo resulta gratis. Lo que sea. ¿Que regalan globos? Allí vamos con los niños. ¿Habas con chocos gratis? A por ellas, aunque hayas desayunado hace media hora. ¿Hay entrada libre al Muelle de las Carabelas? Ahí estamos todos llenándolo hasta las trancas. Y si ponen cerveza por la cara… Bueno, eso son ya palabras mayores. Un cataclismo. Estoy convencido de que si cobraran un céntimo por caramelo se acabarían los paraguas boca abajo y los empujones en la cabalgata de Reyes. Lo gratis atrae. Es casi hipnótico.

Ningunear a Huelva, por ejemplo. Sale gratis y por eso debe gustar tanto. Seguro que es hasta adictivo. Estoy por preguntar hasta qué punto lo es a los señores congresistas por la provincia. A los del PSOE, que son los que mandan ahora (me refiero al partido, claro, que los diputados Faneca, Ramos y Rodríguez se ve que mandan poco) y a los del PP, que gobernaron antes, incluida la ministra Báñez, que, eso sí, al menos nos dejó la estación el apeadero de la alta velocidad fantasma para que en el Congreso se echaran unas risas a nuestra costa. En Huelva llevamos décadas sufriendo un desprecio insultante en los Presupuestos Generales del Estado. Un ninguneo hiriente de los que gobiernan y, lo que es peor, un silencio cómplice y mercenario de los que podrían alzar la voz por la provincia, porque para eso estaban (están) allí. Ni una palabra más alta que otra para exigir las infraestructuras mínimas para el futuro ni tampoco las necesarias para garantizar el presente, la supervivencia, de la que se supone que es la tierra que han ido a representar y defender. Les da igual. ¿Por qué? Porque les sale gratis. El menosprecio, el agravio, el abandono de Huelva no tienen consecuencias más allá de algún cabreo puntual, un titular más o menos duro, una pequeña manifestación por aquí o unos comentarios hirientes en el Facebook, por allá. Ni siquiera manipular o mentir les cuesta, y si no, ahí están las maquetas de la estación Calatrava o las de los puentes a Punta Umbría para atestiguarlo. Y la hemeroteca, claro, que en el tema de las promesas incumplidas en Huelva da para un libro. Un libro gordo y duro como la cara de más de uno. Les sale gratis. Qué digo gratis: es que encima les pagan. Lo curioso es que ni siquiera se plantean que a lo mejor un día la cuerda termina rompiéndose de tanto estirarla. Que a lo mejor un día, y a lo mejor es pronto, en Huelva se hartan de tanto desprecio, les da donde más les duele y se les acaba el chollo del escaño. Total, para lo que sirven…

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