Hitos de ayer (ii)

Siguiendo nuestro paseo a la orilla del Odiel, los recuerdos siguen aflorando, y aunque son muchos dejemos escapar solo algunos en honor a puntos marineros y choqueros que siempre están con nosotros. Los cinco kilómetros que nos separaban de la Punta del Sebo tenían sus pequeños lugares de descanso donde nos refrescábamos y saciábamos nuestra sed de tan largo paseo. Allí estaban las famosas fuentes de maravillosa concepción artística donde en unos vasos de hierro atados con cadenas bebíamos tras el delicioso chorro de agua fresca. Había varias, pero la más conocida fue una a la que llamábamos "la Segunda Fuente". Muchos se preguntaban dónde estaba "la primera". Y era muy cerca del Muelle de la RTCL.

Más adelante comenzaba una amplia extensión paralela a la carretera, zona de marismas, donde el salitre brotaba sobre la húmeda arena, era la que todos conocíamos como "La pista". Lugar donde acudíamos a jugar al futbol en las tardes de los jueves que es cuando había vacación colegial, por la tarde, en la llamada "semana francesa", ya que al asueto de los sábados le decían "semana inglesa".

En aquella zona pasado el Tiro de Pichón existió un pequeño campo de aterrizaje para avionetas, cuya pista se utilizó al principio de la década de cuarenta. Era de uso militar. El edificio del tiro de Pichón era un bello chalet rodeado de todos los elementos necesarios para la práctica deportiva. Muchos recordarán la playa de La Gilda, en los años cincuenta y muy cerca el querido y añorado Balneario de la Cinta. Semilla y origen del actual Real Club Marítimo de Huelva. En aquel Balneario al que llegábamos en bici, el tren del Puerto o el Plus Ultra de Damas, fuimos centenares de onubenses los que aprendimos a nadar, alternando nuestras correrías acuáticas con el muelle de la Punta del Sebo, después de degustar una gaseosa marca La Raza, en el Kiosco de Arjona.

Bajo la silenciosa mirada del Monumento a Colón, la Ría nos recibía para nuestras travesías hasta "la boya del Tinto" en una larga distancia luchando contra la corriente. Junto al muelle, terminaba la carretera y allí estaba otra de las famosas Fuentes que nunca debieron desaparecer.

Mas allá, el Río Tinto que se perdía camino de Palos de la Frontera, donde se podía llegar por un canal que desde el muelle de la Compañía en dirección al histórico y querido pueblo "Cuna de América"

Cuántas veces he conversado sobre este camino onubense que desde el muelle de las canoas hasta el Monumento a Colón ha sido siempre orgullo de Huelva, con mi recordado amigo y pariente Manolo Silván, la persona que más sabía sobre la historia reciente de nuestro Puerto y sobre temas choqueros. Hoy estos recuerdos me llevan a él que siempre me demostró su amor a nuestra tierra y su devoción a la Virgen de la Cinta. Ahora le diría: "Manolo, ya Huelva es otra. Pero aquella tuya y mía sigue viva, y recrearnos en los recuerdos, nos da vida".

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