Pedro Sánchez está como se encontraba el pasado verano en Doñana: harto de Esquerra Republicana. Los independentistas, que estaban sitiados, encarcelados o fugados, tienen ahora al Gobierno de rodillas y quieren que el escarnio sea notorio, de ahí el chantaje hecho público el pasado jueves. ERC ha pedido que la Abogacía del Estado no sólo que contribuya a la liberación de Oriol Junqueras por su condición de eurodiputado, sino que promueva la nulidad del juicio del procès porque en los últimos días de la vista gozaba de esta inmunidad. De momento, los mensajes crípticos que envían la vicepresidenta Calvo y la portavoz Celáa son muy preocupantes, al culpar a Rajoy de esta situación por la judicialización de la revuelta catalana. Recordemos: los grupos mayoritarios del Parlamento abolieron la Constitución en su territorio al aprobar dos leyes constituyentes, se proclamó la independencia y se envió a ciento de miles de personas a la calle. Esto es: un golpe del siglo XXI. Si el Gobierno no cede a las pretensiones republicanas, no habrá investidura y si cede, publicitado el chantaje, el PSOE saldrá herido de muerte para muchos años. Conclusión. La misma, exactamente, de este verano: Pedro, con éstos no se puede ir ni a coger espárragos, porque su interés no ha cambiado: forzar al Estado a una negociación de separación.

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