
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Templos mudos
Quousque tandem
Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.
-La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
-La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda…, eso es todo".
Y quien manda, redacta el BOE, que fue Gaceta de Madrid. Cabecera más elegante y menos prosaica. Pero la uniformidad burocrática acabó con el exquisito español de los Memoriales de Agravios para convertirlos en Instancias dirigidas a V.E. o V.I., de quien se esperaba obtener gracia y gravadas, eso sí, con póliza de diez pesetas. Humpty Dumpty debería ser el patrón de políticos y gobernantes y no Santo Tomás Moro, ejemplo de coherencia, dignidad y honradez. Hasta el punto de perder su vida por ello. Algo que no es exigible ni necesario en estos días, pero que no está de más recordar. Me refiero a lo de terminar en el patíbulo. Ser coherente, digno y honrado es justa demanda popular. Por aclararlo.
Cuando Lewis Carroll incluyó al inefable Humpty Dumpty en su Alicia, no sabía -o igual sí- que su actitud personifica a la perfección la reiterada triquiñuela política de retorcer el significado comúnmente aceptado de las palabras con la única intención de hacer pasar el york de barra por ibérico de bellota y conseguir que te dejen propina, además de pagarlo. En este caso, aplauso y voto. El objetivo es imponer la versión oficial sobre cualquier hecho que no pasa de ordinario. Politiqués llamó a esta neolengua Amando de Miguel. Y así, veremos cómo derogar no será lo que creíamos, sino lo que le venga bien al gobierno y no incomode en los viejos dominios de Flandes. Además de crear un mercado laboral con perspectiva de género, que es lo más alejado de la perspectiva caballera y no guarda relación con la cónica o la isométrica. Pero será la mejor perspectiva. Sin duda.
Carroll nos deleita en Alicia con un poema delirante -Jabberwocky- que debería encabezar la exposición de motivos de toda ley que se precie. Y en particular, de la Ley Derogatoria y Reformadora de la Reforma Laboral No Derogada (LDRRLND), que arranca, en la traducción de Marià Manent de 1944, con estos versos: "Llegaba ya el hervín. Blendes casquines / huldaban y jarcían en el gardo. / Calígonos estaban los cibines / y venía el verdal con paso tardo". Politiqués avant la lettre.
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