Visiones desde el Sur

Guiñoles

¿Cómo se va a dirigir un territorio sin memoria, olvidando cosas de forma continua?

Algunos políticos habría que darles unas arduas sesiones de mnemotecnia porque olvidan rápidamente lo que aconteció, o padecen una amnesia digna de estudio, sobre todo si algunos asuntos les perjudican individualmente o como miembros de un grupo organizado. En última instancia, aunque hayan heredado una estructura determinada que ahora dirigen o presiden, levantada con una suma de ilegalidades, como le ocurre al PP de Pablo Casado, solo asumen lo favorable y aquello que es punible, pues, con decir que en esas fechas él era un diputado por Ávila, por poner un peregrino ejemplo, resuelven el problema y siguen caminando tan estoicos como si fueran griegos ancestrales.

Y esto es preocupante, porque ¿cómo van a dirigir un territorio sin memoria, olvidando cosas de forma continua? Mucha pastilla de fósforo les recetaría mi madre, que no era médico, pero, murió con 90 años y una retentiva de órdago: tenía en la sesera un centenar de teléfonos que te soltaba como un trallazo si preguntabas. Es lo que tiene esta modernidad en la que vivimos, que creemos saber muchas cosas y nada sabemos, somos cada vez más tarugos, trozos de carne con ojos y poca o nula historia acumulada; todo lo dejamos a merced de los cachivaches: teléfonos inteligentes, redes sociales, internet y toda esa gazmoñería que nos mantiene ocupados en banalidades olvidando ejercer funciones que debieran ser esenciales para andar por la vida.

Algunos de estos desmemoriados parecen hircocervos a los que otorgaron el don para ventilar todos los desastres del mundo. Lo malo de todo esto es que, mientras que no los pillan con las manos en un renuncio se mueven con una soltura que no veas. Ni que hubieran salido de una piscina probática tipo Paolo Panini -como la que se expuso un tiempo en el Museo Thyssen- mediante la cual, y debido a sus efectos benignos, después del baño es posible responder con una lucidez propia de sabios asperjados con sacramentadas aguas u oráculos conectados con espíritus superiores. Un caso, este personal, oiga.

Muchos de ellos, decía, ensayan poses ante el espejo, que se imaginan dadas ante una masa enfervorecida que los aclama y a la que pueden seguir engañando como hasta ahora, en este decadente estío político, que, sin duda, augura un otoño e invierno crudos, muy crudos, y no solo por la desastrosa evolución de la pandemia, sino por la ineptitud más que manifiesta de quienes nos representan.

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