La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ciao, Sandrocchia

Muere a los 90 años Sandra Milo. Pese a su larga filmografía, dos películas le bastaron a Fellini para hacerla inmortal

Fellini luchaba con una película que parecía imposible de concretarse en un guion –“¿cómo se puede filmar el subconsciente de un creador, el acto mismo de la creación?”, le decía su guionista Ennio Flaiano– para la que ni tan siquiera tenía título, poniéndole provisionalmente el número que ocupaba en su filmografía tras seis largometrajes y tres mediometrajes: Ocho y medio. Pero en uno de los saltos en el vacío más arriesgados y deslumbrantemente creativos de la historia del cine, lo logró. Lo que tenía claro cuando aún dudaba entre Laurence Oliver, Chaplin y Mastroianni para interpretar a su protagonista, era el reparto femenino: Claudia Cardinale sería la luminosa mujer ideal, Anouk Aimée la severa esposa engañada y Sandra Milo la exuberante y complaciente amante anacrónicamente vestida al estilo belle époque que habla como un personaje de cómic.

La elección de Sandra Milo la salvó del mayor bache de su carrera. Tras hacerse un nombre con El general Della Rovere de Rossellini, Auda y sus amigas de Pietrangeli, A todo riesgo de Sautet y Fantasmas en Roma de Pietrangeli, el error de Rossellini haciéndole interpretar Vanina Vanini–silbada en Venecia y masacrada por la crítica que, burlándose del trabajo de la Milo, la llamó Canina Canini hundió su carrera hasta el punto de hacerle abandonar el cine. Fellini la convenció para que se enrolara en ese proyecto en principio imposible, hoy considerado una de las diez mejores películas de la historia del cine, y salvó su carrera, reforzando su resurrección con el papel de la prostituta Susy en la visionaria Giulietta de los espíritus, que le valió el Nastro d’Argento a la mejor actriz de reparto. En esos años –la vida imita al arte– se reprodujo la situación de Ocho y medio con Giulietta Masina interpretando en la vida real el papel que en aquella interpretó Anouk Aimée y la Milo, a la que Fellini llamaba Sandrocchia, repitiendo el que representó como amante del director.

Tras ellas su carrera resurgió –rodó su última película el año pasado– manteniendo su popularidad no libre de escándalos –su relación con Craxi– pero sin alcanzar las dos películas por las que, aún interpretando personajes secundarios, ha quedado en la historia del cine. Por eso La Repubblica tituló ayer “È morta Sandra Milo. Fu musa di Fellini” e Il Corriere della Sera, “Addio a Sandra Milo, la musa di Fellini”.

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