Y Boris se quemó

Los populistas no duran. Como Trump o Farage, Johnson cae muy pronto. Sorprende, tras el palizón de 2019 a los laboristas

Recitaba fragmentos de la Ilíada en griego o la Eneida en latín, era divertido y excéntrico. Siendo un veinteañero desvergonzado, con 20 kilos menos que ahora, se convirtió en la estrella del bar de la sala de prensa del edificio Breydel, en donde la Comisión Europea tuvo su sede en los años 90. Su llegada solía estar acompañada de un grito contra Europa en general o la UE en particular, seguido de risas, aplausos o rechifla de colegas con una media de edad mucha más alta. Retorcía asuntos marginales para mofarse de la Comisión en artículos que agradaban a Margaret Thatcher y abonaban el euroescepticismo en Las Islas. No soportaba pasar desapercibido. Pensaba como Oscar Wilde que lo peor que te puede pasar es que no hablen de ti.

Ha caído muy pronto Boris Johnson. Parece mentira, después del palizón que le metió en 2019 a los laboristas: 359 a 200 diputados en la Cámara de los Comunes, con eslóganes falsos contra la Europa comunitaria. Es el sino de los populistas, su fuego acaba quemándoles. Así desaparecieron del mapa su admirado Donald Trump y su compinche Nigel Farage, líder del UKIP, cuya victoria en las elecciones europeas de 2014 en el Reino Unido llevó al primer ministro David Cameron a prometer un referéndum sobre la permanencia en la UE, que perdió.

En ese referéndum de 2016 la participación activa de Boris Johnson y el grupo más euroescéptico de los conservadores fue decisiva para conseguir el Brexit. Con mentiras como el ahorro de 430 millones de euros a la semana que se dedicarían a la Sanidad, que ni era tanto dinero, ni fue al presupuesto de salud. El resultado ha sido un desastre: aumento de la burocracia para exportar a su principal mercado que es el europeo, colapso del comercio, falta de profesionales cualificados y no cualificados, un país en crisis de identidad y los laboristas destacadísimos en las encuestas.

Gran Bretaña es más vulnerable que antes del Brexit gracias a personajes como este, que con sus fiestas incumplen normas nacionales decretadas por ellos para la pandemia. O incumplen el protocolo de salida de la UE negociado y aprobado por la mayoría conservadora en los Comunes. Se podría decir que los británicos tienen la suerte que se merecen. Pero no; la salida del Reino Unido del club comunitario ha sido un drama para todo el continente. La de Boris no ha sido una epopeya. No era Odiseo o Eneas, ni los dioses le han sido propicios.

No podrá celebrar la fiesta atrasada de su boda de 2021 en la residencia campestre del primer ministro. Se acabó la payasada.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios