Visiones desde el Sur

Los míos

El poemario del profesor onubense Manuel González Mairena es un gozo y un pozo de nostalgia

Hay un enorme reconocimiento a la otredad en Los míos, especialmente para aquellos que se marcharon, que no están con nosotros por las causas que fueren. También un hilo de melancolía que como es lógico nos remite al pretérito, ese constructo que vive en la memoria y en algunas cosas que se guardan y nos circundan como talismanes, como fantasmas de un tiempo que ya no es tiempo: solo recuerdo, o ausencia presente si lo desean: "Mamá hace mucho que ya no está/ -morir es un verbo que hiere-/ pero sus fotos sí./ Y aún ocupa un armario en la casa familiar/ con sus trajes, abrigos y complementos…"

Después de Tribulaciones de don Simbad el marino, Memoria extraíble y La distancia de una isla, el escritor y profesor onubense Manuel González Mairena ha puesto en circulación el poemario Los míos, a través de la editorial El Libro Feroz. Un hermoso texto acompañado por dibujos de Antonio González Mairena, su hermano, y de una maquetación que debe tildarse de excepcional.

El vínculo que une a los 33 poemas que se incluyen en este libro, a pesar de que la temática varíe en cada una de las tres secciones que lo componen (Hogar, Sangre y Conocidos, seguidores y amigos), es la extrañeza, esa cualidad que produce admiración e incluso asombro: "Porque la vida va de esto,/ va de heridas, de frases inacabadas,/ del tiempo, y los kilómetros, sin hablarnos./ Va del frío en la nuca/ cuando los medios anuncian un atentado/ y comienzo el recuento de los míos./ Va de un hogar, un sofá y la media noche,/ de fregar los platos y tazas del desayuno/ sonriendo el plural bajo un chorro de agua./ Va de ponerle nombre a las cosas/ para después no saber pronunciarlas."

Un homenaje, un gozo, y a su vez un pozo de nostalgia supone Los míos. Un indagar en las entrañas del poeta que habita en González Mairena, que, lejos de salvar su condición de náufrago, lo enfrenta a las texturas del amor, de la amistad, y ajusta cuentas con el lugar en donde nació: "Cerca de donde habitaron los atlantes,/ el puerto occidental de tartessos, romanos y fenicios,/ archipiélago de marismas para los árabes,/ entre veneraciones blancas y barcos descubridores,/ en sus raíces el legado esférico de los ingleses,/ aquí vivimos yo y mis vecinos,/ donde la desidia y la alta velocidad/ se llevaron los restos del neolítico,/ en esta ciudad-boomerang que olvida su pasado."

Los versos escanciados en este texto han debido engendrar dolor y liberación al mismo tiempo.

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