Ando un poco desbordado. Soy un tipo de esos a los que le gusta estar informado. Escucho la radio, leo la prensa y siempre almuerzo con el telediario puesto. Pero de un tiempo a esta parte la información me sobrepasa. Sueño cada noche con el apocalipsis y no es para menos.

Ya hace un año de la dichosa pandemia y cada vez se contagia más gente, los hospitales continúan saturados y las muertes aumentan. Toda nuestra ciencia, todo nuestro conocimiento no han sido capaces de doblegar al virus. Vamos por la tercera ola y no sé por cuántas mutaciones.

Escucho con incredulidad que las vacunas que iban a llegar no terminan de hacerlo porque las farmacéuticas priorizan los ingresos frente a la salud de las personas. Nada nuevo, pero el ingenuo que soy pensaba que en esta ocasión sería distinto, pero qué va, ahí están los contratos opacos y el capital, otra vez, por encima del bien común.

Además una farmacéutica se permite el lujo de timar a la Unión Europea de Merkel y Macron. Cosas veredes, amigo Sancho.

En el mientras tanto, la primera potencia mundial observa atónita cómo los carnavales de Cádiz ocupan el Capitolio, al ritmo de fraude electoral. La nevada más grande jamás contada convierte Madrid en estación de esquí y, por fin, los madrileños se confinan y el caos se apodera de la ciudad. Una ola de frío asola el país y los negacionistas salen a la palestra con aquello de que el cambio climático no existe. Terminarán demostrando que la tierra es más plana que la barriga de Cristiano Ronaldo.

Cuando por fin la nevada y el frío desaparecen -han vuelto las altas temperaturas- un terremoto, perdón ya no es terremoto, ahora es un enjambre sísmico, azota Granada y el miedo vuelve a apoderarse de mis pesadillas. Si esto no es el apocalipsis se le parece un montón. Intento tranquilizarme y, de repente, el vicepresidente de un gobierno de izquierdas iguala a Puigdemont con los exiliados republicanos, mientras Vox saca las castañas del fuego, junto a Bildu, al gobierno socialcomunista de Sánchez e Iglesias y la prensa saca en portada el contrato de Messi que hará desaparecer a un club como el Barcelona.

Definitivamente, el fin del mundo está cerca.