La otra orilla

javier rodríguez

Antimilitar

El autoproclamado “Gobierno Más Progresista de la Historia” es también el “Gobierno Más Militarista de la Historia”. Nunca fue el partido del presidente del gobierno un partido antimilitarista, bastaría con recordar la engañosa manera con la que condujo el asunto de la entrada de nuestro país en la OTAN para confirmar eso, pero el historial belicista del PSOE también incluye la persecución a los insumisos, la militarización de las fronteras -que tantas vidas se ha llevado por delante- o el aumento de la presencia de soldados españoles en “misiones de paz” con el gobierno de Zapatero -sí, Zapatero-. Así que haber superado el 2% del PIB en gasto militar, ejecutado a través del Ministerio de Defensa u oculto en partidas de los demás ministerios, no debe suponer ninguna sorpresa.

Tal vez sorprende más de unos socios de gobierno que se suponen herederos del “¡OTAN no, bases fuera!”, a los que, igual que la defensa de la República, la derogación de la “Ley Mordaza” o la búsqueda de alternativas al voraz capitalismo, el antimilitarismo en general y, en concreto, la reducción del presupuesto militar, se han convertido en renuncias que permiten conseguir migajas como la suspensión de un premio taurino o asuntos -con algo más de enjundia- como el aumento del salario mínimo o la reducción de la jornada laboral.

Ya, ya se que todo es complejo, que alguna de esas conquistas son históricas, que el lugar desde el que se frena el fascismo es ahora una trinchera en la que se hace difícil construir otros modelos sociales y que el contexto mundial es de justificación de la guerra y crecimiento del presupuesto castrense.

Pero es que no parece que haya mucha intención en plantear otro modelo o, al menos, en no ser un alumno aventajado en la clase del maestro norteamericano y, mientras eso ocurre, te plantas con una mano en la manifestación contra el genocidio en Palestina y, con la otra mano, te sitúas dentro de un gobierno que coloca a España entre los primeros proveedores de armas de Israel, te preguntas cómo financiar las necesarias inversiones en salud o protección social mientras gastas millones en cazabombarderos o misiles que nadie quiere que se usen nunca.

Desmilitarizar nuestra sociedad ni parece una prioridad ni parece que tenga buena prensa, pero a lo mejor estaría bien mirar a la cara a los horrores de la guerra y plantearse si no merece la pena ir abriendo ese debate.

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