Manuel Gómez Marín

Abel Gómez merece más respeto en la estabilidad del Recreativo

La Liga son etapas con análisis en cada una de ellas entre lo bueno y lo malo. El Recreativo tiene marcada su hoja de ruta en Primera Federación con su itinerario elegido de instrucciones e incidencias de afianzar su proyecto de rehabilitación mediante cálculos aritméticos que implican potenciar su compromiso de volver a la normalidad tras salir del quinto infierno en dos años. Durante 17 jornadas ha sufrido en su reciclaje, luego una tregua de relativa tranquilidad y un tramo de final de año directo al quinto puesto de zona de playoff de ascenso. No pisó terreno de descenso, pese a sentir el calor en su trasero de una posible caída.
El Recreativo está donde no se esperaba porque su hoja de cálculo dispone de un programa de operaciones de hacer cuentas bajo el aliento de rivales por la permanencia. Ahora amplia su terreno abonado a la ilusión, pero sin olvidar que su tarea no está hecha hasta que alcance los 50 puntos porque restan 21 jornadas y se pasa del calor al frío en cuestión de semanas. Nunca en una Liga tan compleja y enrevesada habrá lógica para exaltar un canto de sirena.
Este descanso navideño discurre entre la reflexión de querer y poder celebrando el Decano su 134 cumpleaños, además de entender que Ábel Gómez merece más respeto tras ser vilipendiado. Su situación jamás ha sido idílica, pero no ha perdido el control, ni el equipo la orientación. El cambio de poder de la propiedad se vio envuelto en decisiones rápidas. El epicentro de todo era su inminente ejecución. Y la sorpresa externa fue la confianza de Oscar Arias valorando su predisposición, su honradez y su implicación en las necesidades del club. Los jugadores creen en el entrenador por ser correcto y atento, sin excentricidades, que sobrevive con lo que tiene en cada momento. Jugar bien es ganar. Y como funciona el fútbol también competir bien enlaza con ganar. Si no hay resultados no existe el estado de bienestar.

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