La revolución de la decencia

El PP dice que a la manifestación en la Plaza de España acudieron 100.000 personas; la Delegación del Gobierno, como se esperaba, la mitad. Quienes no pueden decir que la manifestación fue fallida, un fracaso –como han dicho–, son los miembros de la dirección del PSOE: su jefe no puede pisar la calle, y hace un mes que no acepta preguntas de los periodistas. Es la prueba más evidente de que no les va bien. No pisan la calle porque saben que les esperan insultos y gritos que duelen.

Feijóo tiene camino por delante, pero puede ser presidente si no comete errores. El primer reto lo tiene en el congreso del partido. Está obligado a vender mejor su proyecto, potenciar la ejecutiva y que se visualice un Gobierno en la sombra que ofrezca confianza. El segundo reto es captar los votos de los desencantados del PSOE, escandalizados por la corrupción y la falta de moralidad del sanchismo, y en un Vox que ha perdido sus mejores figuras ante su discurso radical y debe aclarar algunos asuntos de dineros.

En su intervención, con la plana mayor de los dirigentes autonómicos y el apoyo incuestionable de Aznar y Rajoy, Feijóo centró su discurso en la crítica al comportamiento del Gobierno.

“Esto no va de siglas, dijo, sino de decencia, dignidad democracia y España”, y enumeró sus compromisos si alcanzaba el Gobierno, entre los que incluyó la honestidad en el ejercicio público, la defensa de la Justicia, la libertad de los periodistas y los policías honrados; que no haya más fontaneros que los que ejercen su profesión, la honestidad frente a la corrupción y la verdad frente a la mentira. Promovió una “revolución de la decencia” y pidió elecciones ya.

La sensación que se vivía en la Plaza de España y las calles cercanas, abarrotadas, tenía más que ver con el deseo de demostrar un “estamos aquí” que seguir con atención las palabras de Almeida, Ayuso y Feijóo, a los que se les escuchaba regular. Se cumplió la consigna de que no hubiera banderas del partido, sólo la española; las pancartas, escasas frente a multitud de banderas españolas, no iban mucho más allá de las clásicas “Sánchez, dimisión”.

Bajo un calor asfixiante había multitud de caras que ya no están en primera línea del PP pero formaron parte de su historia. También, el ex de Cs Marcos de Quinto, que ha creado una plataforma de centro hace unos meses, y Alejo Vidal Quadras, que fundó Vox pero apenas tiende vínculo con el actual.

Vox no es lo que más inquieta a Feijóo. Su prioridad es que el congreso del partido le salga bien y dé empuje al PP . Después, su objetivo es ganar con margen suficiente para gobernar sin socios no deseables.

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