Ala hora de valorar las cosas hay que tener en cuenta todos los factores. Es posible que algunos piensen que sólo queremos escribir de polémicas, de cosas turbias, de problemáticas. Seguramente se carguen de razón. Todas las opiniones son válidas desde el respeto, indudablemente. Pero déjenme decirles que nada más lejos de la realidad. Gozaríamos escribiendo de flores y primavera eterna. Pero tendrán que darnos motivos. Viene esto al caso porque las redes sociales se incendiaron con el pobre homenaje a Antonio Núñez.

Se esperaba más, sinceramente, y, si me apuran, mucho más. Es posible, a la hora de enjuiciar el asunto, que el propio interesado dijese al consejo que quería una cosa sencilla, un saludo y poco más. Núñez tiene la palabra. Pero conociendo su carácter, no abrirá la boca para criticar absolutamente nada. O igual dice que él lo prefirió así.

Desde el desconocimiento de la interioridad de las conversaciones para llevar a cabo el homenaje, resulta que todo fue insulso, como si fuese a volver al día siguiente. Era su estadio, el Nuevo Colombino, y su gente, miles de recreativistas, su hora, su día señalado. Y todo fue, por parte de la organización, como si fuese un tipo que aquí no ha dejado nada.

Se entiende que el Recre no está para fiestas. Su situación se lo impide. Pero es coincidencia general que debió hacer un esfuerzo. La situación lo merecía y el tipo homenajeado, también.

Son, en definitiva, esa serie de detalles que engrandecen o empequeñecen. Vaya por delante la duda de lo que pudo decir Núñez. Pero incluso por encima de su opinión, la tarde no fue glamurosa.

Lo único destacable, como siempre, la afición, que se puso de rodillas para rendir pleitesía a un jugador único.

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