Análisis

Nicolás López

El cobre, entre la IA y la transición energética

El mes de abril ha traído una pausa al rally bursátil de los últimos meses con una inflación que se resiste a seguir bajando en EEUU, lo que podría retrasar el proceso de rebajas de tipos en EEUU. En su lugar, en los últimos días hemos asistido a un repunte significativo en los precios de algunas materias primas, entre ellas el cobre.

Diversos factores explican la subida de los precios de más de un 15% en el último mes. Así, los anuncios del cierre de algunas instalaciones de bajo rendimiento han coincidido con incipientes signos de que la industria global podría estar empezando a salir de la crisis provocada por el shock energético en 2022, con repuntes de los indicadores manufactureros de China, India y Europa. Estos factores coyunturales se han visto reforzados por las expectativas sobre un aumento estructural de la demanda derivado del proceso de electrificación y descarbonización de la economía y, más recientemente, del desarrollo de la inteligencia artificial.

La elevada conductividad del cobre (la segunda mayor después de la plata) le convierte en un metal clave en el proceso de transición energética, con aplicaciones en redes eléctricas, almacenamiento de energía, paneles solares, vehículos eléctricos y centros de datos. A corto plazo ha sido precisamente su uso para los centros de datos lo que ha reforzado el interés de los inversores por el cobre, al configurarse como una vía más de obtener exposición a la inteligencia artificial en un segmento del mercado que, adicionalmente, aporta protección frente a la inflación. Así, según el bróker de materias primas Trafigura, la IA podría suponer una demanda adicional de 1 millón de Tm de cobre en 2030 (+2,5% anual).

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