Soledad González Ródenas. Investigadora y editora de Juan Ramón Jiménez

"Por encima de la obra poética de Juan Ramón está su actitud ética, intachable"

  • La experta en el Nobel moguereño defiende su integridad ante la Guerra Civil y el exilio frente a la imagen falsa proyectada hasta hoy por sus discípulos debido a sus enemistades.

El aniversario de la concesión del premio Nobel a Juan Ramón Jiménez es un motivo cada año para profundizar un poco más en su figura. En este 2016 se cumplen 60 años de la efeméride, como de la muerte de Zenobia Camprubí. Ambos, además, salieron de España un mes de agosto de hace 80 años al exilio que les marcó para siempre. Una jornada abordó ese aspecto hace unos días, y muy especialmente el compromiso que tuvo el poeta con la República, desconocido aún por el público. La profesora Soledad González Ródenas, una de las máximas expertas en Juan Ramón, y elogiada responsable de muchas de sus nuevas ediciones en los últimos años, revisó en 2009 Guerra en España, el libro con el que el moguereño quiso aclarar su postura. La semana pasada estuvo en Huelva para hablar de todo ello.

-¿De dónde viene el interés por ocultar la faceta política de Juan Ramón Jiménez y su rechazo a la dictadura franquista?

-Todo esto surge en vida de Juan Ramón por la enemistad con sus propios discípulos. Ya en el exilio, algunos como Guillén y Salinas, y sobre todo José Bergamín, con un papel muy político en la época, imponen la idea de una especie de oposición entre Machado y Juan Ramón. Decían que Antonio Machado era el poeta comprometido, el poeta del pueblo, el que muere en el exilio pobre, con una visión beatífica, que no es que no sea cierta, pero lo malo es que le enfrentan a Juan Ramón, como el señorito andaluz, el que no se preocupa por nada más que de su poesía, y que está de espaldas a los demás. Quieren perjudicar a Juan Ramón pero por cuestiones personales, de enemistad. Y supongo que a Juan Ramón -aunque no sé si es la palabra- le perjudicó el hecho de que fuera muy conocido por un libro como Platero y yo, que quizá le quitó importancia a otras cuestiones, como su actividad política. También Guerra en España, el libro donde él habla de estos temas, no se publicó en vida suya sino muy tarde, en 1985. Es conocido entre un grupo importante de gente que está en estos temas pero no por un público muy amplio.

-¿La pública enemistad con Bergamín fue la clave?

-En general, todos sus discípulos le hacen mala prensa, y la mayoría fueron profesores universitarios que hablaban sistemáticamente mal de él. Tampoco es que Juan Ramón hablara muy bien de ellos, hay que decirlo, pero todas las enemistades personales han trascendido para que se de una imagen de Juan Ramón mucho más negativa de lo que objetivamente es.

-Pero su figura poética sí se ha conseguido recuperar.

-Está muy revalorizada actualmente y no nos podemos quejar en ese sentido. Ahora mismo es uno de los poetas a los que más se edita. Hace muchos años que murió, sigue vigente entre los poetas actuales, muchos jóvenes le están descubriendo y siguen saliendo inéditos suyos bastante a menudo.

-Guerra en España es una obra fundamental para descubrirle pero se publicó muy tarde, en 1985, y totalmente sesgada.

-Sobre todo en algunos temas como el robo que hubo en su casa por un comando de jóvenes escritores que decían ser miembros del Ministerio de Prensa y Propaganda, que no quiso saber nada. En el 85 aún estaba vivo Carlos Sentís, al que se le había acusado muchas veces de ese robo, y fue un problema. Cuando Sentís publica después sus memorias, dice que él no participó porque en Guerra en España se demuestra que su nombre no aparece, ¡cuando se quitó precisamente para eso! Da como excusa una de las cuestiones que más le incrimina: que se sacara del libro su nombre y no se le citara jamás. Otras partes no se tocaron por censura o porque la editorial pensara que iba a salir perjudicada, sino por cuestiones más bien prácticas y económicas. A Ángel Crespo, el editor, le limitaron muchísimo el espacio.

-Y hubo que esperar hasta 2009 para que se hiciera una reedición, de la que usted se encargó, que recogiera la obra completa.

-Porque es un trabajo bastante dificultoso. Como los archivos están en Puerto Rico, implicaba irte allá y mirar papel por papel, y eso requiere de muchísimo tiempo y esfuerzo que no siempre se puede hacer. Y yo pude hacerlo en ese momento.

-¿Queda reivindicar esta obra por ser muy desconocida todavía?

-Desconocida para gente que no está metida en estos asuntos. Para un sector de la intelectualidad española fue como una revolución cuando salió en 1985 porque cambió de arriba a abajo la biografía de Juan Ramón. Pero no sé cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que eso trascienda y llegue a una opinión generalizada que borre la idea de que Juan Ramón es solamente el poeta de Platero y yo y un cursi. Aún la gente no sabe que era un poeta con unas ideas políticas muy claras, que salió de España por unas circunstancias y que tuvo unas determinadas actividades.

-En Guerra en España hay escritos también de Machado que ensalzan la labor de Juan Ramón.

-Precisamente cogió para el prólogo del libro un texto de Machado porque esa oposición nunca existió y eran verdaderamente buenos amigos. Fue una cosa de terceros y jamás intervino en contra de Juan Ramón. Jamás. Al revés, lo reconoció como uno de los hombres claros de la República que siempre estaría con el pueblo español. Y Juan Ramón dijo: "¡Por fin lo dice alguien importante que va a ser oído!", y lo puso en el prólogo. Incluso Luis Cernuda, pese a sus rencillas, en el momento en el que estalla la Guerra Civil, no es que rectifique su opinión personal sobre él pero deja muy claro que Juan Ramón es un hombre de la República, con una posición política muy clara. Por ahí no le va a atacar jamás; Cernuda le apoyará en este sentido y él agradece esto. Parece que Juan Ramón, como sobrevivió a Machado, tenía que demostrar algo y en Guerra en España se impone a sí mismo probar que él también ha hecho cosas porque está siendo atacado constantemente con que ha pasado del pueblo español, que vive muy bien en Estados Unidos, que no se preocupa de nada y que vive de su mujer (otra de las cosas que tuvo que soportar toda su vida). Y quizá a Machado, como poeta, también le ha perjudicado que esté siempre reivindicado como el poeta político. O a Lorca. A Juan Ramón le desvirtuaron su imagen pública, ética, y a ellos, su imagen literaria porque casi se les conoce más por haber muerto en Colliure y ser asesinado por la guerra.

-¿Quizá Miguel Hernández tiene una identificación política más definida?

-Juan Ramón le defiende siempre como el verdadero poeta de la guerra, no porque hiciera poesía de guerra sino porque fue a la guerra.

-Al final se coloca en la misma altura política a Juan Ramón, Machado, Lorca y Miguel Hernández.

-Lo que pasa es que los demás tuvieron la desgracia de morir tan pronto que el trabajo más difícil lo tuvo Juan Ramón.

-¿Fue quien más activamente luchó por la República en el exilio?

-Los primeros años, desde luego que sí. Él, además, tomó una decisión muy clara cuando estalló la Guerra Civil: no iba a entrar en la acción política sino en la acción humanitaria. Cuando entra en la Junta de Protección de Menores, en la Cruz Roja, se dedica a recoger a niños en su propia casa y a alimentarlos él mismo. Le habían ofrecido la dirección de la Liga Antifascista y Azaña le propuso ser embajador y cobrar un sueldo de la República, pero lo rechaza y sólo admite ser agregado cultural. Fue enormemente activo y mandó bastante dinero a España para los huérfanos de la guerra. Y antes de salir de España habló públicamente en la radio, en Unión Radio, a favor de la República y del pueblo español, cuando ningún otro intelectual lo hizo. Fue el primero en hacerlo y nadie sabe eso o no se acuerda.

-E intentó involucrar a otros gobiernos en la guerra.

-Efectivamente. Tuvo una participación política importante, y Zenobia también por los contactos que tenía en Estados Unidos. Aunque sobre todo a Zenobia le interesaba la labor humanitaria: ayudar, no con panfletos ni con artículos sino efectivamente, con un sentido práctico. Lo que hacía falta era dinero y comida y es lo que buscaron ellos. Y también ayudaron muchísimo a los intelectuales a salir de España. Fueron un enlace para que pudieran conseguir, por ejemplo, conferencias o clases en universidades del extranjero. Cuando sale de España, el mismo Juan Ramón dice que es un exiliado con relativa suerte porque es un poeta muy conocido. Entonces las revistas le ofrecen siempre espacio para publicar, las universidades sudamericanas le quieren contratar y también las facultades de Hispánica en Norteamérica le dan un lugar, tanto a él como a Zenobia, cosa que otros exiliados no se podían permitir. Ellos ayudaron a que algunos, sobre todo en Puerto Rico y en Cuba, fueran contratados o invitados, al menos.

-Guerra en España se gesta entonces por el dolor provocado por los injustos ataques que recibe.

-Y también por la idea que había de que a él la Guerra Civil no le había afectado. Se publican algunos artículos totalmente difamatorios en España diciendo que iba por Estados Unidos en descapotable y que vivía estupendamente, y esto le saca de quicio. Entonces quiere demostrar con ese libro no solamente sus ideas sino su actitud y los padecimientos que la guerra le trajo, aunque a lo mejor no fueran tan agresivos económicamente como a otros. Pero la calidad de vida de Juan Ramón por sus enfermedades, sobre todo, la recaída constante en depresiones, es bastante evidente que se debe al exilio.

-Sin embargo, nunca cedió a los intentos que hicieron desde España por facilitarle su regreso.

-Esto también es curioso. Siempre hubo gente afín y de dentro del Régimen que le intentaron atraer constantemente y que le alababan, pese a ser uno de los autores que se definieron claramente a favor de la República. Por ejemplo, le invitan a que forme parte de la Real Academia en los años 40, cuando él está fuera y no piensa volver ni tiene ganas. Y cuando Juan Guerrero quiere publicar una antología de su obra, José María Alfaro, uno de los autores de Cara al sol, escribe el prólogo del libro y lo pone por las nubes; al ver Juan Ramón que este tipo lo prologaba, prohibió terminantemente que se publicara y no se puso en venta.

-Parece obligado no dejar nunca de reivindicar la verdadera dimensión de la figura de Juan Ramón.

-Por encima de su obra poética, de lectura indispensable para cualquier persona a la que le interese la poesía, está su actitud ética. Esa actitud suya, la entereza, la dignidad, no ceder nunca ante lo que no quiere hacer, no buscar nunca el aplauso de nadie, le convierte en un ejemplo a seguir, independientemente de su obra. Como ser humano fue intachable, independientemente de esa imagen que se ha querido dar de él como persona que desvariaba o enloquecida debido a los problemas que tuvo de depresión. Juan Ramón nunca estuvo tratado por ningún tipo de locura, sino que sufría depresiones, que no es lo mismo.

-Decía Antonio Ramírez Almanza hace unos días que queda mucho por descubrir de Juan Ramón y que no sabe cuándo estarán publicadas todas sus obras. ¿Quedan también algunos aspectos por revelarse de su vida?

-De su biografía, lo que más queda por profundizar son sus verdaderas relaciones con sus discípulos y por qué todas ellas se van corrompiendo de esa manera. Él escribió muchísimos apuntes sobre esto y muchos de ellos están sin publicar, incluso sin transcribir. El renombre que adquirió después ha hecho muy difícil que estas críticas salgan a la luz y se vea verdaderamente cómo llega a distanciarse de todos ellos, uno a uno. Porque la Generación del 27 quizá está muy sobrevalorada en algunos puntos y es un tema polémico criticar a determinados poetas que ahora mismo tienen un prestigio, como Salinas o Guillén. Es cierto lo que dice Antonio porque en los documentos de su biblioteca hay muchísimas pequeñas notas y libros. Algunos de la primera época están sin editar completos, y las conferencias están muy mal editadas. Hay parte de su obra que es muy mejorable, porque hay más documentación en sus archivos que mejorarían las ediciones y se verían inéditos muy interesantes. Aunque el gran libro completo que queda es seguramente Monumento de amor, la relación entre Zenobia y él desde que se conocen hasta el final de sus días. Es un libro interesantísimo y son no pocas cartas, más de 800, que dan una imagen que va a resultar insólita para más de uno porque también la relación con su mujer está llena de tópicos que circulan por ahí que tampoco son ciertos.

-¿Queda entonces mucho por reparar del matrimonio?

-Sí. Todo el mundo se mete en la relación de ambos y no entiendo la razón de esta crítica y esta animadversión por Juan Ramón, de que era un egoísta, un egocéntrico y que tenía a Zenobia poco menos que esclavizada. Ella en realidad se casa con él cuando tenía casi 30 años y lo hace con claridad: sabe lo que quiere hacer y lo hace porque quiere y además sigue con él porque quiere, porque es una mujer totalmente independiente que podría haber vivido por sí misma en cualquier momento.

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