Cultura

El legado que vuelve del olvido

  • Los cantes del onubense Pepe Sanz quedan para siempre registrados en un doble disco a partir de grabaciones caseras

  • La obra, aseguran, ejercerá una influencia notable en el futuro

Cuentan los estudiosos y los supervivientes de la época que el flamenco vivió un momento muy especial en Huelva en los años 50, en aquella ciudad en la que se prodigaban tascas y tabernas aficionadas al cante. Fue la época de los concursos radiofónicos, los que, aseguran, revitalizaron el flamenco alentados por una sana competencia que se trasladaba a los bares de diario. Si los años 20 son considerados la etapa dorada del flamenco onubense, los 50 no serían menos que la plateada, dice el periodista Miguel Ángel Fernández. Y en esas tabernas, en el hervidero que era entonces la choquera calle San Sebastián, Pepe Sanz reinaba sin pretenderlo, referencia del cante por fandangos convertida en leyenda por sus coetáneos, perdido para generaciones posteriores por su pronta retirada. Por eso, en este contexto, la edición de un doble disco con sus cantes, con su personalísimo fandango por bandera, es un acontecimiento histórico que calará en el devenir del cante onubense los próximos años.

El día que yo embarqué es título del, seguramente, fandango más conocido de Pepe Sanz. Y ahora lo es también de un trabajo discográfico producto de la pura artesanía del sonido: magia de este siglo para recuperar el duende del pasado. La base son las grabaciones caseras que conservaba la familia, realizadas hace más de 50 años, y recuperadas ahora para el proyecto Flamenco y Universidad, impulsado por la Cátedra de Flamenco de la Universidad de Sevilla, con apoyo del resto de universidades andaluzas.

A las grabaciones de Pepe Sanz, limpias, se han añadido guitarra y cante en el estudio

En este caso, para el volumen 54 de la colección discográfica del proyecto, se han sumado los apoyos del Ayuntamiento de Huelva, de la Fundación Caja Rural del Sur y de la Fundación Cajasol. Sólo así ha sido posible realizar un trabajo minucioso, digno de todos los elogios, en el que aquellas grabaciones caseras de su padre aportadas por Juan Sanz suenan con una claridad sorprendente, y con el acompañamiento y reinterpretación de algunos de los artistas más destacados del flamenco actual.

No es casualidad que el doble disco lo abra el sonido de ambiente del bar El Cano, del viejo Barrio de San Sebastián en el que Sanz vivía. Ahí se escucha la conversación de los parroquianos pidiendo al cantaor que se arrancara por fandangos, su negativa inicial por el estado de su voz, y el posterior torrente descargado para no defraudar a nadie, ahora fusionado de forma sublime con la guitarra de Juan Carlos Romero.

Es la introducción perfecta sobre el magistral trabajo de ingeniería realizado por José María Nieto, depurando el sonido original y mezclando con mágica habilidad las guitarras añadidas posteriormente del propio Romero o del joven Jairo Blanco, que sustenta el toque en el disco.

Otro ejemplo del sensacional trabajo realizado son los fandangos cané a dúo con Jeromo Segura, habilidoso gregario del maestro en la grabación, o los cantados por las hermanas Molina, siguiendo el homenaje a la mujer que el propio Pepe Sanz realizó. A Antonio Jaraqueño, por otro lado, le tocó documentar lo que no se había grabado: tres fandangos emblemáticos del cantaor, empezando por ese El día que yo embarqué.

Son, en total, once cortes de fandangos huelvanos, tres de fandangos naturales, dos de soleares, dos temas por bulerías y un cante de trilla, que se complementa en el doble disco con la semblanza realizada por Onofre López en la Peña de El Higueral, cuando en 1996 se le dedicó la plaza a

El director del trabajo, el periodista y flamencólogo onubense Miguel Ángel Fernández, aseguró en la presentación de ayer, entre las audiciones de distintos cortes del disco y las intervenciones de artistas y colaboradores, que ésta será una obra que deje huella por su estilo personalísimo en el cante por fandangos en Huelva. Francisco Sanz Urbano (1917-1982) se retiró del cante con 42 años, con el mayor reconocimiento de la Huelva de la época, que le convirtió pronto en leyenda. La que ahora por fin perdurará para siempre.

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