En gran medida, la idea surgió a raíz de la exposición temporal dedicada a Joaquín Torres-García que el Museo Picasso Málaga inauguró hace ahora dos años: "El artista uruguayo acuñó el lema Nuestro norte es el sur, que estuvo muy presente en aquel proyecto, de hecho a modo de emblema. Nos pareció una idea muy interesante en la que indagar y comenzamos a pensar en artistas que hubieran compartido la misma causa. Y bien pronto nos dimos cuenta de que el mayor argumento al respecto lo teníamos en casa". Quien habla es el director artístico del Museo Picasso, José Lebrero, a su vez comisario de la exposición El sur de Picasso. Referencias andaluzas, que el centro ha inaugurado como respuesta a aquel reto que pasaba por darle la vuelta a la brújula. La intención resulta bien peliaguda: se trata de poner a Picasso mirando al sur, esto es, al sur de donde tradicionalmente la historiografía, la crítica y los canonizadores lo han situado habitualmente. Para casi todo el mundo, Pablo Picasso es un pintor francés que, incluso, llegó a ser Pablo Picasso gracias a la adopción de esta identidad con determinación absoluto. Ahora, el Museo Picasso propone un juego que devuelve a Picasso al sur de todo esto, es decir, insertado en una tradición cultural, filosófica, artística, mitológica y humanista decididamente española, o andaluza, o tal vez ibérica en la medida en que los orígenes de esta tradición son anteriores a los de España y Andalucía como realidades políticas y administrativas. No se trata aquí, como se ha hecho en otras ocasiones, de reivindicar al Picasso malagueño, ni de evocar la influencia de la luz de su infancia en su pintura, ni de apelar a la biografía para dejar claro que al menos un pedazo de su gloria nos corresponde. No: el discurso parte de la premisa de que esas Referencias andaluzas fueron determinantes durante todas y cada una de las muchas etapas artísticas y creativas que habitó Picasso, mucho más allá de su afición a los toros y al flamenco. Y para ello se sostiene en la idea de que, a pesar del carácter rupturista (y hasta aniquilador) con el que la misma historiografía ha pretendido hacerle pasar a la historia del arte, el patrimonio cultural y estético del que Picasso emerge y es deudor es principalmente andaluz. Hay debate para rato, claro. De eso se trata.

Para exponer de esta forma las hechuras del gen ibérico del artista francés, el Museo Picasso Málaga ha asumido un verdadero reto logístico que, en gran medida, lo ha obligado a reinventar sus procedimientos habituales. La ocasión, eso sí, lo merecía: El sur de Picasso. Referencias andaluzas, que podrá verse hasta el 3 de febrero en las salas reservadas a las exposiciones temporales del Palacio de Buenavista, es el eje principal de los actos de celebración del decimoquinto aniversario del museo, circunstancia idónea para girar hacia abajo el mapa picassiano internacional. Según informaron fuentes del Picasso, la exposición reunirá aproximadamente 200 obras de arte en la que se mostrarán pinturas, esculturas, dibujos y obra gráfica de Pablo Picasso junto a un grupo relevante de vestigios arqueológicos de las culturas íbera y fenicia y de época greco-romana; así como pinturas, grabados y esculturas polícromas de grandes maestros como El Greco, Sánchez Cotán, Van der Hamen, Zurbarán, Velázquez, Alonso Cano, Antonio de Pereda, Murillo, Camprobín, Juan de Zurbarán, Pedro de Mena, Meléndez, Goya, María Blanchard, Juan Gris, Moreno Villa, Manuel Ángeles Ortiz e Ismael González de la Serna. Es decir, el proyecto pasa por sentar a Picasso a dialogar con el sustrato cultural por cuyas raíces se reivindica, en una maniobra que, por alcance y por intención, no cuenta precisamente con muchos precedentes. El corpus picassiano reunido aborda algunos de los temas más frecuentados con Picasso en relación con España, como la tauromaquia, el bodegón, la muerte o la maternidad; la novedad consistirá en comprobar el alcance de estos temas en el contexto servido por genios de la talla de Zurbarán, Velázquez, Goya, María Blanchard y Juan Gris, así como los restos arqueológicos que ofrecerán un marco significativo: no hay que olvidar en qué medida Picasso compartió obsesiones con artistas clásicos, primigenios, animistas, pioneros, tribales y hasta rupestres.

La nueva exhibición se inscribe en el proyecto internacional 'Picasso Mediterráneo'

En el aspecto logístico, la red lanzada por el Museo Picasso para la conformación de El sur de Picasso ha atendido por primera vez a instituciones en su mayoría más cercanas que remotas, como el Museo Picasso de París, la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, el Centre Pompidou, la Fundación Beyeler, el Kunstmuseum de Basel, el Museo de Bellas Artes de Agen, el Museu Picasso Barcelona, el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, la Fundación Fondo de Cultura de Sevilla (Focus, que ha prestado la Inmaculada de Velázquez que se verá en la exposición), la Fundación Juan March, la Fundación Bancaja, el Museo national d'Art de Catalunya, el Museo de Zaragoza, el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona el Museo de Santa Cruz de Toledo la Colección de arte Abanca, la Colección Juan Abelló, la Colección del Senado en Madrid, el Museo de El Greco en Toledo, la Asociación Colección Arte Contemporáneo - Museo Patio Herreriano de Valladolid, el Archivo Manuel de Falla, la Fundación Rodríguez-Acosta, el Museo de Almería, el Museo de Cádiz, el Museo Arqueológico de Córdoba, el Museo de Bellas Artes de Granada, el Museo de Huelva, el Museo de Jaén, el Museo Arqueológico de Sevilla, el Museo de Bellas Artes de Sevilla,el Museo Catedralicio de Granada el Museo de la Ciudad de Antequera, colecciones particulares y, a un tiro de piedra, el Museo de Málaga.

Con el (recuperado) patrocinio de la Fundación Unicaja, El sur de Picasso. Referencias andaluzas se inscribe en el proyecto internacional Picasso Mediterráneo que coordina el Museo Nacional Picasso de París. Habrá que recibir al genio como a uno de los nuestros.