Félix Palma y María Fortea. Escritores

"Solemos idealizar las existencias descartadas"

  • Ambos publican 'El amor no es nada del otro mundo', una novela a cuatro manos sobre relaciones, Facebook y realidades paralelas.

Tras casi siete años sumergido en los aires del universo decimonónico de su Trilogía Victoriana, Félix Palma reconoce que el cuerpo le pedía "un cambio radical". Por otro lado, desde que se conocieron, Palma y María Fortea le daban vueltas a la idea de escribir algo juntos. "Empezamos algunas cosas pero, por distintos motivos, terminamos aparcándolas -cuenta el escritor-. Hasta que a María se le ocurrió la premisa de El amor no es nada del otro mundo: ¿qué pasaría si los mundos paralelos existieran, y pudiéramos contactar con ellos a través de algo tan cotidiano como Facebook?".

La plataforma tenía el encanto de ser la red a través de la que ambos se conocieron pero, además, presentaba los recursos necesarios narrativamente. "Enseguida comenzamos a imaginar situaciones en las que podrías pedir amistad a tu yo de otro mundo, a un gemelo que hubiera tomado diferentes decisiones que tú, o tal vez encontrar a un amor perdido de este mundo -continúa María-. La historia tenía el ligero toque de ciencia ficción que Félix necesita para sentirse implicado con una historia, y pedía a gritos un tono de comedia descacharrante con el que ambos íbamos a sentirnos cómodos escribiendo".

Una experiencia que aseguran ha terminado siendo, más allá de algunas noches pasadas en el sofá, "muy enriquecedora", y en la que trabajaron sobre un argumento trazado al detalle, repartiéndose capítulos según apetencia y corrigiéndose después, sugiriendo cambios y aportaciones. Palma fue el encargado de unificar le tono en toda la novela, "algo no demasiado complicado".

Hay muchos universos pero están en este. Ese es el mensaje que vienen a transmitir las páginas de El amor no es nada del otro mundo (Plaza & Janés); una lección que, sin embargo, suele costarnos mucho asumir. "Es una de las preguntas que más nos hacemos: qué hubiera pasado si -comenta Félix Palma-. Por naturaleza, el hombre siempre tiende a pensar que sería más feliz si hubiera escogido otro camino. Pero eso es sencillamente porque idealiza esa vida descartada. En nuestra novela, los personajes pueden ver esas vidas a través de Facebook, y saber con exactitud si tomaron o no la decisión correcta".

¿Somos ese atajo de neuróticos y narcisos que nos devuelve nuestro reflejo en las redes sociales? "Las redes sociales nos permiten sublimar nuestras vidas -reflexiona Palma-. La mayor parte de las vidas tienen más momentos malos, vulgares y aburridos que momentos buenos, y las redes sociales equivalen a la sala de montaje de un cineasta, donde uno puede desechar todas las escenas que no aportan nada y quedarse con las más atractivas e interesantes. De ese modo, todo el mundo parece que lo único que hace es viajar, divertirse y comer platos exquisitos. O si comparte algún momento malo, hace gala de una ironía, presencia de ánimo y capacidad de adaptación que seguramente está lejos de poseer".

"No creo que sea simplemente narcisismo, sino una necesidad humana que siempre ha estado ahí, y que es la necesidad de gustar a los demás. Lo que pasa es que, ahora, hemos encontrado un lienzo donde queda plasmada, puede perpetuarse y retroalimentarse", comenta al respecto María Fortea, autora también del concepto de "transreal" que aparece en la novela: "Estaba intentando poner un nombre a esa sensación de no pertenecer al mundo, a la época, o la vida que estamos viviendo, y que creo que a muchos nos acomete en alguna u otra ocasión -comenta-. Es una sensación vaga, indefinida, como si nos hubieran estafado al diseñarnos de una manera y colocarnos después en las peores circunstancias posibles para ser feliz con ese diseño, aunque uno no sabría definir bien qué es lo que no funciona. No es algo como lo que siente los transexuales, que tienen claro qué es lo que no cuadra en sus existencias. Es un sentimiento más… cuántico… como de pertenecer a otra realidad. Como si en el reparto de tus infinitos gemelos entre los infinitos universos paralelos, a ti te hubieran traspapelado al mundo equivocado. Y apareció la palabra. Tal vez me lo susurró a la oreja mi gemela de otro universo que tendría que estar en este".

El amor no es nada del otro mundo se maneja, también, entre las líneas del concepto de "triángulo amoroso" que existe, dice el protagonista, dentro de toda pareja: con el modelo de persona que te has creado en tu mente y que, realmente, no existe: "No creo que esta ruptura sea mayor ahora, con la irrupción de internet, los chats, las redes... que la que ha existido siempre en cualquier enamoramiento -reflexiona Palma-. El amor, de por sí, consiste en un proceso que siempre comienza con una idealización. Siempre. No hace falta que medie una pantalla. Cuando uno conoce a alguien y se enamora de esa persona, siempre lo hace. Únicamente la rutina, el paso del tiempo y el desgaste propio del amor, permitirán que se conozca a la persona real que hay debajo de ese ideal. Así que el triángulo amoroso está servido. En el amor, siempre llega un momento en el que hay que elegir: Me quedo con esa persona real a la que acabo de descubrir, o sigo buscando el ideal perdido en otro lugar…"

"Vivir con Félix ha sido como vivir en un taller de escritura durante seis años", comenta María, que destaca haber contado con un guía "inmejorable" en todo este proyecto y que ahora se siente "con muchas ganas" de medirse en un trabajo en solitario: "De hecho -dice-, ambos hemos comenzado ya dos historias cada uno por su cuenta y he de decir que, al menos de momento, echamos de menos lo de escribir juntos. Nos hemos reído mucho y lo hemos pasado muy bien escribiendo, así que tampoco descartamos repetir la experiencia. Sea como sea, yo he tenido la suerte de tener al mejor maestro y, de alguna manera, siempre escribiré para él".

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