Cultura

Recuperando clásicos

De auténtico lujo se ha calificado la programación presentada por los cines Verdi de Madrid y Barcelona, dedicada a la recuperación de títulos clásicos, si hemos de llamarlos así, del cine de todos los tiempos. Especialmente los auténticos degustadores del buen cine han disfrutado de estas proyecciones que yo me atrevería a decir que pudieran tener una excelente acogida en otras ciudades españolas. Bien podría decirse que algunos de los títulos de los que ahora nos ocuparemos, se pueden ver con suerte en la televisión. Nada comparable porque estas proyecciones se ofrecen en alta definición y al cinéfilo no suele gustarle, salvo que no tenga otro medio de verlo, el cine en la pequeña pantalla, cuyas limitaciones son obvias y la contemplación muy distinta al ritual o ceremonia que supone el espectáculo del cine en una sala habilitada para ello.

Situados en el marco natural de una exhibición cinematográfica, realizada con la total garantía de una buena visión y una adecuada audición, no me dirán los amantes del cine que no es una gozada ver, por ejemplo, El gran dictador (1940), una de las geniales obras del inefable Charles Chaplin Charlot, parodia impagable del tirano Hitler con secuencias magistrales de una agudeza extraordinaria. Ésta es una de las películas proyectadas en este ciclo.

Otra de esas excepcionales películas recuperadas es El Gatopardo (1963), de Luchino Visconti, con su famosa secuencia del baile al completo, que, partiendo, como el resto de los films programados de una perfecta restauración y de una versión íntegra, han sido perfectamente supervisadas por los técnicos y en algunos casos por su propio realizador. Así lo ha hecho Francis Ford Coppola, con sus films más aplaudidos y celebrados: El padrino (1972) y El padrino II (1974), considerada ésta última como una de las mejores películas de la historia del cine según el ranking realizado hace unos años por los más prestigiosos críticos cinematográficos de todo el mundo. Bien es verdad que también la primera y la tercera parte, realizada ésta en 1990, constituyen sendas obras maestras de una trilogía verdaderamente modélica.

Otros directores cuyas películas se proyecta exhibir en esta recuperación de títulos más destacados del cine, son Roman Polanski, de quien a cualquier experto en cine le gustaría ver El cuchillo en el agua (1962), Repulsión (1965), Rosemary´s baby (1968) o Chinatown (1974) y tal vez alguna más, así como Sergio Leone, un realizador cuya revisión es más que nunca necesaria para poder admirar, entre otras, su última película Érase una vez en América (1984) o Érase una vez en el Oeste (1968), con la inestimable música de Ennio Morricone, su amigo de la infancia que siempre compuso la banda sonora de sus películas. El que fuera ayudante de dirección con Vittorio de Sica en Ladrón de bicicletas (1948), otro de los títulos señeros del cine, que también figura en esa Lista de Honor, preparaba un ambicioso film, Leningrado, cuando en 1989 le sorprendió la muerte por sus problemas cardiovasculares.

La posibilidad de revisar estas y otras películas en las que muchos estarán pensando en la gran pantalla, insisto, en versión íntegra y en condiciones técnicas inmejorables, supone todo un deleite para aquellos cinéfilos que saben valorar los méritos de tan excelentes trabajos cinematográficos.

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