Toros

Ventura y Romero cuajan una intensa noche de rejones en la portátil de El Rocío

  • Imponente lleno de 'no hay billetes' en una noche bonita y llena de detalles en donde Ventura, Andrés Romero y demás actuantes salieron a hombros al finalizar el festejo.

Puerta Grande familiar en el festejo de rejones de El Rocío.

Puerta Grande familiar en el festejo de rejones de El Rocío. / Gilberto Hernández (El Rocío)

Dicen que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Así será. Y así fue como lo entendió el público para bendecir con su presencia ese maná que en forma de cartel de rejones adobaba muchas más cosas dentro de ese espectáculo global que proporcionó la exhibición de doma Vaquera a cargo de Rafael Arcos y José Ramón El Chamo ambos jinetes consumados sobre la silla. Y que no era cualquiera, el público. Que allí había gente que chanela de caballos y rejoneo para no parar.

Adobada también la noche por la poesía y el cantar de José León a quien le sale ahora por el alma y la voz lo que antes quiso expresar como novillero frente al utrero.

En definitiva, que lleno 'apretao', pero de verdad. Tanto que cuando a los 'morenos' les daba por jalear la noche brincando sobre la chapa de la portátil aquello parecía el Titanic a punto del desboque.

¿Tanta introducción pa qué?, se preguntará usted. Pues se hace necesaria para explicar por qué a las dos de la mañana esta uno escribiendo una crónica de rejones, por què el fotógrafo se ha esmerado en mandarme lo mejorcito que tenía en su cámara y por qué entiende uno que ha sido importante el acontecimiento que juntaba a los dos grandes protagonistas de la pasada feria de Colombinas. Ventura y Romero. Allí, la partida la ganó el de Escacena. Anoche, Ventura bordó junto a Nazarí, Fino y Bronce lo más intenso de cuanto sucedió sobre el ruedo. ¡¡Y hubo cositas, eh!!

A Diego le dejó el sorteo el mejor toro de la fiesta. Un ejemplar de Pereda, bravo, enrazado y noble en la reunión con los caballos. Con el llegó Nazarí templando a dos pistas, junto a la pureza que le deja Fino a las suertes y la vibración con la que Bronce, sin cabezada, se dejó llegar a la cara del toro. El rejonazo, certero y rotundo sin puntilla. Máximos trofeos para Ventura y honor de vuelta al ruedo al toro. La única de verdad que premió méritos ganaderos.

Dos orejas y rabo se había llevado Romero a sus esportón a las primeras de cambio. Faena de gran mérito ante un ejemplar reservón, esperando la ocasión de ganar la partida a los oponentes. Sin estilo, áspero y sin ritmo en la lidia. No entregaba el morito fácilmente la cuchara y Romero tuvo que emplearse, principalmente con el veterano Guajiro para hilar un argumento de faena donde los quiebros tuvieron sentido y estética. Y riesgo, porque la cornadita llegaba siempre a la grupa. Meritoria labor por mantener el ritmo siempre a flote de la expectación del tendido. Máxime cuando el sopapo a modo de rejón finiquitó con gallardía el tono brillante de la faena,

Sin pisar a fondo, Ventura terminó quitándole querencias al que abrió plaza. Un toro rajadito, que al segundo rejón le miró el color a las tablas. Dos pares a violín y uno a dos manos dejaron avaladas cosas más los aceros sin presteza dejaron aquello en una oreja.

Hablar de aceros es mentarle a Romero el escenario de una faena donde la violencia del cuarto había puesto en aprieto a caballos tan relevantes como Fuente Rey y Farrugia en sendos tropiezos que dolieron hasta en la última fila del tendido. Arriesgo Romero en buscar las vueltas a una faena que tuvo altibajos, sí pero dentro de una intensidad que añade méritos a la disposición con la que el onubense aspiró a rematar con pureza su rejoneo. Lo de los aceros, mal. Cosas que ocurren. Tras tres rejones de muerte a Romero se le quedó el toro con ganas de juerga y no se lo puso fácil a la hora de descabellar.

Con los rejoneadores, los jinetes de doma y el propio José León a hombros, el tendido se dispersó en cuestión de segundos. ¡Con lo que había costado que todos estuviésemos sentados en nuestro sitio sin pelearnos!

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