Cultura

Prólogo del poemario ‘Contramina’

Los lugares no existen. Nada existe hasta que se crea para ser memoria que se amolda al tiempo; ni hay lugar con nombre hasta que se eleva a templo. La autora da en estos dos trazos el libro entero. Después los versos serán razones apasionadas en calma, sueños por soñar. Patricia Chapela Cabrera, por decirlo ya y no andar con aquí la puse, escribe como los ángeles del Andévalo, o los ángeles del Andévalo la han escogido para que les escriba al dictado. De cualquier modo, la poeta da fe con tal intensidad de amar cuanto cuenta y siente, que deja la impresión de estar ante una voz nueva, no adscrita a un triste cónclave de elegidos, testigos videntes que te adentran en la ciénaga del limón amargo, sino ante alguien con la gracia puesta para crear belleza al pasar a palabras el sentimiento, construir versos, compartirlos, y todo, tan aparentemente fácil, pero tan complejo, sin malgastarse en gestos solemnes, sino con el rango de una sorprendente expresión individual: … no sé cómo encontrar,/ en los infinitos granos de este mar, / la rotundidad de los versos.

A Patricia Chapela la lleva hasta el verso un sueño en el que el silbido en el aire trae susurros de otros tiempos. Algo que hurga en la supervivencia de un pueblo minero, paisaje heredado, sustento de hombres y mujeres, gente apegada al color y al olor de la entraña de la tierra. Machado diría que son: ...buenas gentes que viven,/ laboran, pasan y sueñan,/ y en un día como tantos,/ descansan bajo la tierra.

Es un silbido de aromas de azufre esculpidos en el viento. Y una estación, y un pueblo, y un gigante de hierro, todo, entre arroyos y caminos quietos. Silbido de esperanza; vocero del simple trabajo que mantendrá la sonrisa de un niño en un…… paisaje sagrado; desgarrado, puro,/ con azul cielo intenso / que me enseñó a amar las cosas simples, / el equilibrio de lo cotidiano.

Su afán: Si pudiera regresarme/ y traerte vestido de sonrisa. /Si pudiera excavarte,/ amordazar el tiempo, /romper los relojes, /echar el lazo a la aurora, /traer el pan con tus manos...

Patricia muestra en su marco minero, cielo, nube, agua, viento, flores y la encina que da sombra, bajo la cual, como notaria poética, resume: …todo lo que importa está aquí,/ más la abeja zumbando, / el canto del pájaro,/ las ovejas con cencerros de latón, /la calma, el latido/ y, por encima de todo, /hecho con todos los ruidos, /el silencio de la mina, /con su boca tapada, /enconado, áspero silencio de aire desnudo.

Hace tiempo que las voces poéticas femeninas empezaron a pedir sitio, su sitio, en los ámbitos literarios de este más al sur del sur de Europa, porque la palabra escrita no afloraba como ellas merecían, mientras en la lamentable mesa camilla de las decisiones editoriales se apretaban los cuatro de siempre impidiéndoles el paso: No tiene importancia que haya perdido mi nombre, / ni reparo en buscarlo ni sé si sigue vivo.

Mucho perdimos como sociedad con semejante actitud. Contadas mujeres dieron a la imprenta su literatura cuando sólo había un camino controlado para hacerlo. No voy a repetir lo sabido sobre nombres y circunstancias, pero atentos, que aún medran vetadores por los pasillos con el yo, yo y mi yo por emblema. Dice este libro que…… los perros no dejan de ladrar/ al cerco azul de la luna, /y ya es lástima que emprender un camino, / abrir la maleza con las manos /y esclarecer el bosque, / sea para facilitar pasos /a quien no anduvo.

‘Contramina’. Patricia Chapela Cabrera. Poemario. Editorial Niebla. Presentación el día 21 de noviembre en Librería La Dama Culta de Huelva

En Patricia Chapela habita el ritmo, ese misterio interior que da al verso el tono preciso que no pide poner la voz campanuda mi alzarla en cada quiebro; basta con tener constante ese pulso que ni es vendaval ni aire solo, sino sello único que se estampa con palabras, que no en todas las plumas florece nítido. En su obra existe el ritmo con precisión de orfebre, no porque lo busque; es porque lo lleva de fábrica en la partitura que sabe leer con el alma.

Al abrir el manuscrito he topado con este huracán de ideas que la autora ordena en tres partes, según detalla en la Introducción, y que nos dejan entrar en su paisaje roto, fuente de inspiración. Cabe hacer un denso estudio sobre el libro de Patricia Chapela, pero la fragancia no estaría ahí, sino en el goce de leerlo, en el eco efímero de cada verso, en exprimir la eternidad del instante (Lara, J.M.) esa gota dulce vital, cuyo latir es…/

…sólido como una casa de juncos / o una vaina de vainilla.

Es la obra que Patricia Chapela nos da para compartir, tomando una hebra de Carmen Palanco, que dice: ahora que me andas soy camino, y otra de la propia Patricia: ahora que me lees, ya compartes los porqués de por qué ocurren las cosas.

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