Cultura

Pacheco gana el Cervantes por su excepcional poesía de la vida cotidiana

  • El jurado destaca la capacidad del mexicano para "crear un mundo propio", así como su "distanciamiento irónico de la realidad" · El premiado es también narrador y traductor.

El escritor mexicano José Emilio Pacheco obtuvo ayer el premio Cervantes, el más prestigioso de las letras hispanas, por ser, en opinión del jurado, "un poeta excepcional de la vida cotidiana", por su "capacidad de crear un mundo propio" y por "el distanciamiento irónico de la realidad" que hay en su obra. "José Emilio Pacheco se puede definir como el idioma entero", aseguró José Antonio Pascual, presidente del jurado, instantes después de que la ministra de Cultura, Ángeles González- Sinde, hiciera público en una rueda de prensa el fallo del premio, dotado con 125.000 euros.

La mayor parte del jurado consideró "su condición de poeta excepcional, pero también el que sea un narrador importantísimo", así como periodista y crítico literario, subrayó Pascual, quien recomendó un libro del ganador: Las batallas en el desierto, un cuento "magnífico" que tiene que ver "con la infancia, la adolescencia y la juventud".

Juan Gelman, ganador del Cervantes en 2007 y miembro del jurado, se mostró también "muy contento" por los resultados de las votaciones, dado que Pacheco "es una figura intelectual que no se repite mucho en América Latina, porque a sus dotes de poeta une las de narrador, crítico y periodista, todo eso sostenido por una cultura enorme y afinada".

Pacheco se enteró de la noticia del premio en Guadalajara (México), donde estos días recibe un homenaje en la Feria del Libro de esta ciudad. "Está muy contento y emocionado", aseguró la ministra, tras haberse puesto en contacto telefónico con el ganador.

La elección del ganador "no fue fácil" porque, como reconoció Gelman, había otros candidatos "de primera línea". A la votación final llegaron Pacheco y el también mexicano Fernando del Paso, y estuvieron muy cerca de ganarlo Ana María Matute y Elena Poniatowska, pero este año tocaba escritor hispanoamericano, según esa ley no escrita que recomienda alternar el premio entre Hispanoamérica y España, y al final el jurado optó por mayoría por José Emilio Pacheco.

El jurado estuvo formado también por Jaime Labastida, Luis García Montero, María Águeda Méndez, Soledad Puértolas, Almudena Grandes, Ana Villarreal y David Gíes. Juan Marsé, galardonado el año pasado, excusó su asistencia.

una voz singular

La obra de José Emilio Pacheco está marcada por su preocupación ética y reflexiva, sin perder nunca de vista la realidad cotidiana. El escritor, que nació el 30 de junio de 1939 en Ciudad de México, mantiene con este lugar una relación de profunda ambivalencia, pero incondicional. Es un territorio que ha convertido en material literario, como se manifiesta en su famoso poema Alta traición, todo un símbolo entre los jóvenes de su país. Y que dice así: "No amo mi patria. / Su fulgor abstracto / es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, / cierta gente, puertos, bosques, desiertos, fortalezas...".

Pacheco es autor de los poemarios Tarde o temprano (Poemas 1958-2000), El castillo en la aguja (1962), Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969, premio Aguascalientes), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Ayer es nunca jamás (1978), Desde entonces (1980), Trabajos en el mar (1983), Fin de siglo y otros poemas (1984), Álbum de zoología (1985), Alta traición. Antología (1985), Miro la tierra (1986), Ciudad de la memoria (1989), El silencio de la luna (1994, premio colombiano de poesía José Asunción Silva de Colombia), La arena errante (1999), Epitafio de fuego (2006), Contraelegía (2007) y La edad de las tinieblas (2009).

En su narrativa cabe citar las novelas Morirás lejos (1967), premio Magda Donato, y Batallas en el desierto (1981), y los libros de cuentos El viento distante y otros relatos, El principio del placer, El pozo y el péndulo, La sangre de medusa y Las batallas en el desierto.

Considerado por los lectores de la revista Letras Libres, en 2002, como el mejor poeta vivo, Pacheco, además de ser una de las voces más importantes de Latinoamérica junto con el fallecido Octavio Paz, de quien fue gran amigo, no sólo es un grandísimo poeta, sino también uno de los mejores traductores, ensayistas y dramaturgos actuales.

Aun así, la humildad y bonhomía que caracterizan a Pacheco, siempre le llevan a decir que no se considera ni el mejor poeta de su barrio: "No soy el mejor poeta de México, ni siquiera el de mi barrio porque vivo al lado de Juan Gelman", recordó con humor el pasado día 17 cuando estuvo en Madrid para recoger el premio Reina Sofía de Poesía, de manos de la Reina.

Miembro del Colegio Nacional mexicano desde 1986 y creador emérito del Sistema Nacional de Creadores Artísticos, el galardonado ha sido director y editor de colecciones bibliográficas y de diversas publicaciones y suplementos culturales.

Dirigió la colección Biblioteca del Estudiante Universitario y, con Carlos Monsiváis, el suplemento de la revista Estaciones, y fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México, donde estudió Derecho y Filosofía y Letras e inició su actividad literaria dentro de la revista Medio siglo.

También ha editado La antología del Modernismo y obras de autores como Federico Gamboa y Salvador Novo.

Entre sus traducciones figuran Cómo es (Samuel Beckett), De profundis (Oscar Wilde), Un tranvía llamado deseo (Tennessee Williams), que en 1983 fue Premio de la Sociedad de Críticos Teatrales a la mejor traducción, Cuatro cuartetos (T. S. Eliot) y Vidas imaginarias (Marcel Schwob).

Ha ejercido la docencia en universidades de EEUU, Canadá y Reino Unido, y ha sido investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Desde 1976 publica la columna Inventario en la importante revista política de México Proceso.

En 2006 fue homenajeado en sendos encuentros de poetas iberoamericanos (celebrado en Salamanca) y de poetas del mundo latino (México). Y ahora, tras el homenaje que Ciudad de México le rindió por su 70º cumpleaños, la Feria del Libro de Guadalajara le brindó el pasado fin de semana otro homenaje, en esta ocasión por su legado a las letras de México.

Pacheco ha logrado unir en un mismo año el premio Cervantes y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, un doblete que sólo había logrado hasta la fecha el poeta leonés Antonio Gamoneda, en 2006.

Sin embargo, el Reina Sofía, instituido en 1991 por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional para reconocer el conjunto de la obra de un autor vivo de España o Latinoamérica, ha servido como antesala del Cervantes en otras cuatro ocasiones. El chileno Gonzalo Rojas, primer autor en ser galardonado con el Reina Sofía, en 1992, ganó 11 años más tarde el premio Cervantes, mientras que el español José Hierro, que lo logró en 1995, obtuvo tres años después el máximo reconocimiento de las letras hispanas.

El colombiano Álvaro Mutis conquistó el premio de poesía iberoamericano en 1997 y en 2001 ganó el Cervantes, y el argentino Juan Gelman obtuvo los dos premios con sólo dos años de diferencia, en 2005 y 2007. Grandes nombres todos ellos de la literatura en lengua hispana.

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