Cultura

Juan Ramón Jiménez y Jean Giono, querencias y sensibilidades comunes

  • Investigadores del moguereño y del francés, artífice de la adaptación al cine de 'Platero y Yo', intercambiarán conocimientos sobre los dos autores canónicos

Sus infancias en Manosque y Moguer dejaron huella en sus obras: Jean le bleu y Platero y yo dan buena cuenta de ello. Pero este es solo un punto de partida común de dos caminos, dos universos paralelos que confluyen en muchas más vertientes. Porque, por ejemplo, el escritor francés Jean Giono y el onubense Juan Ramón Jiménez bebieron de fuentes comunes, como la literatura anglosajona o los autores franceses del XIX.

Estas situaciones y querencias compartidas, así como las particulares sensibilidades resultantes de los episodios que marcaron sus juventudes (ironía en el caso de Giono y melancolía en el de Juan Ramón) afloran de algún modo en la adaptación al cine que autor de El húsar en el tejado hizo de Platero y yo. Fue en 1959 cuando el francés aceptó la propuesta de Edward Mann para realizar este guión y, aunque hasta ese momento no supo de la escritura de la obra, los puntos en común que compartía con ella y su autor le sirvieron de orientación.

Así lo sostiene Dominique Bonnet, profesora del área de filología francesa del departamento de Filologías Integradas de la Universidad de Huelva (UHU) en Jean Giono y Platero y yo: la adaptación cinematográfica como acto de re-creación. Esta tesis doctoral fue el fruto del trabajo de investigación que la docente llevó a cabo sobre la escritura de este guión, cuyo manuscrito descubrió Bonnet en la Casa Museo de Moguer.

Con esta tesis como punto de partida, la especialista, junto a André Alain Morello, profesor del Laboratorio Babel de la Universidad de Toulon (Francia), planteó en 2014 -cuando se celebró el centenario de la publicación de Platero y yo- la organización conjunta de un ciclo de conferencias, pensado como un encuentro entre investigadores especializados en Jean Giono y otros especializados en Juan Ramón Jiménez.

Su propuesta se hace ahora realidad: a las 09:30 de hoy en la Facultad de Humanidades y a las 10:00 de mañana en Moguer investigadores franceses procedentes de la Sorbonne, la Universidad de Toulouse, de Bordeaux o de Toulon, así como investigadores españoles de Valencia, Almería, Barcelona y Huelva pondrán en común sus conocimientos sobre estos dos autores canónicos. Más allá de suposiciones o líneas paralelas, las aportaciones, que verán la luz en forma de actas, se enmarcarán en un ejercicio innovador de literatura comparada con una base real: la escritura del citado guión.

"No pudieron conocerse porque cuando Jean Giono viajó a Moguer en 1959 Juan Ramón ya había muerto. Pero tienen mucho en común, en su escritura y en su forma de pensar. Ahora se sabe, tras la investigación realizada, que tienen influencias literarias similares, como la de la generación de los poetas malditos. Tienen puntos de vista y sentires comunes", asegura Bonnet.

De esta adaptación que, según explica, nunca se llevó a la pantalla porque hubo problemas con la producción, resultan llamativas dos cuestiones. En primer lugar, la elección del diálogo como forma esencial, ya que en el libro, compuesto por poemas en prosa breves, estos no abundan. En el guión, no obstante, se conserva la esencia de Platero y yo y hay "mucho del texto original".

En segundo lugar, Bonnet se refiere al hilo conductor elegido, que es la soledad del poeta en Moguer, algo que se repite en todos los personajes y que es un sentir que el francés atesoraba en su propio universo: "Sentía distinto, tenía una visión del mundo única y propia. Jean Giono se alejaba de la visión común y esto es algo que ambos tienen inspirado del simbolismo, de Baudelaire". La soledad es, de hecho, el hilo conductor del viaje a Moguer de Giono, así como de su lectura del libro de Juan Ramón, según precisa en su tesis.

Su viaje le permitió conocer el entorno de Juan Ramón y, aunque la primera impresión fue de decepción, el francés pudo encajar sin problemas los grandes rasgos de la obra juanramoniana en este paisaje desolado. Al respecto, la profesora señala que los apuntes que Giono fue anotando durante su estancia sirvieron posteriormente para elaborar la introducción a la edición francesa de Platero y yo, un texto publicado en 1964. Precisamente apoyándose en este texto (que aporta indicaciones esenciales sobre la interpretación que Giono hizo de la obra juanramoniana, así como revelaciones sobre sus impresiones al conocer la tierra natal del poeta andaluz) la especialista concluye que "la interpretación gionesca de Platero y yo le permitió adaptar, de forma totalmente personal este texto para el cine". Y son las grandes líneas de dicha introducción las que evidencian cómo "los grandes temas que Jean Giono destaca en el poema de Juan Ramón Jiménez son, en realidad, los puntos con los cuales se identifica vital y literariamente y que, de hecho, aparecen de forma frecuente en su propia obra".

Así, la investigadora destaca que los colores, en concreto el azul, son para ambos fundamentales. Para el Nobel el azul es "el color modernista y, además, al igual que para Jean Giono, es también el color de su niñez, de su casa, del mar querido"; por otro lado, Giono lo ve como "el color de sus sueños, el color de La Odisea, el color de la creación".

Otros de los temas que atraen a ambos, según Bonnet, son la muerte -obsesión constante de Juan Ramón que también padeció Jean Giono, aunque al final de su obra un toque irónico despojó a esta obsesión de todo dramatismo-, así como la nostalgia y la tristeza.

"En Juan Ramón Jiménez el recuerdo de su campo andaluz, de sus amores frustrados, así como su obsesión por la muerte no son más que el principio de estos sentimientos de pena y nostalgia que llegarían a su punto culminante con la enfermedad de su mujer", mientras que para Jean Giono "la tristeza presente en el poema de Juan Ramón es la eterna tristeza de los países del sur, la tristeza de la aridez de la tierra de estas zonas desérticas; es este sentimiento el que le sirvió de inspiración para varios de sus libros, entre los que destaca Le chant du Monde".

En la obra de ambos aparecen también el erotismo y el amor "bajo la forma de la voluptuosidad y la sensualidad del cuerpo de las mujeres", tal y como sostiene Bonnet, quien destaca que, además, ambos escritores se mantuvieron fieles a sus ideas y a sus principios, como "el no-compromiso político, evitando caer en la manipulación generalizada que dominó en los conflictos que ambos conocieron".

Por último, la experta se refiere a la búsqueda de la felicidad, irremediablemente presente en la recopilación de valores gionescos. Más allá de la búsqueda permanente de Jean Giono de los verdaderos valores de la vida y del hallazgo de ellos, en el caso de Juan Ramón, en su mujer, Zenobia Camprubí, Bonnet mantiene que ambos creían en la simbiosis del hombre con la naturaleza para encontrar la verdadera felicidad, extremo que, bajo su punto de vista, fue una de las cosas que más sedujeron a Jean Giono al descubrir Platero y yo.

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