Huelva

Una usuaria de la residencia de La Orden denuncia a otro por abusos

  • La mujer asegura que la agarró por detrás y le realizó "tocamientos libidinosos" por fuera de la ropa mientras bajaban en el ascensor

Teresa de Jesús Miguela muestra la denuncia en un momento de la entrevista de ayer en este diario.

Teresa de Jesús Miguela muestra la denuncia en un momento de la entrevista de ayer en este diario. / josué correa

Una usuaria de la residencia de mayores de la calle Artesanos, en la barriada de La Orden, ha interpuesto una denuncia contra otro hombre alojado en las instalaciones autonómicas por abusos sexuales. Teresa de Jesús Miguela, de 54 años y natural de Puebla de Guzmán, asegura en la delación que presentó en la mañana del martes en la comisaría de la Policía Nacional de Huelva -a la que ha accedido en exclusiva Huelva Información- que el pasado mes de junio, "no recordando el día exacto, si bien sabe que era un viernes, bajó a desayunar en el ascensor, coincidiendo en el mismo con otro residente".

Fue entonces cuando presuntamente se produjo el episodio que narró a los agentes de la Oficina de Denuncias: este hombre "de manera sorpresiva agarró a la declarante por la cintura desde atrás y comenzó a realizarle tocamientos libidinosos de sus partes íntimas por fuera de la ropa".

Él dijo a una compañera que todo es broma, pero esto para mí no tiene ninguna gracia"

La víctima se quedó "paralizada", tal y como ella misma relató ayer a este periódico. "Quedó en estado de shock y no pudo ni gritar ni defenderse, dado que temía que su agresor se pudiera poner violento", consta en la denuncia. Una vez que ambos llegaron a la planta baja del edificio, el denunciado "cesó en sus tocamientos y cada uno se marchó por separado".

Desde entonces, cada vez que Teresa se cruza en las instalaciones de la residencia de mayores con este hombre, que tiene la habitación en la misma planta que ella, "me pongo muy nerviosa porque sé que no me va a dejar tranquila", explica a este rotativo.

El episodio más reciente que consta en la denuncia es de hace aproximadamente una semana. Otra compañera de planta, María Rosa Meneses, apunta en la entrevista que Teresa le confesó los tocamientos de junio y "yo ya estaba alerta". Por ello se percató la semana pasada de que este hombre había realizado un movimiento "extraño" y estaba agazapado en el ascensor, al que se dirigía la víctima. "Paré a Teresa en el pasillo y entré con ella en el ascensor, porque suelo bajar por la escalera; él ya no estaba, pero cuando llegamos abajo, estaba escondido detrás de la puerta de la sala de la televisión".

Tanto Teresa como su compañera resaltan que "eso no quiere decir que fuera a hacerme algo, pero me pareció sospechoso y me puse nerviosa". Durante la entrevista, la denunciante recordó otro episodio, el primero, "que se me olvidó contar ayer a la Policía". Aconteció, según su versión, "el año pasado, en octubre, cuando empezó el gimnasio; este hombre me abrazó fuertemente por detrás".

La mujer explica que cada vez que ha tratado de poner estos hechos en conocimiento del personal de la residencia de La Orden, "nadie me hace caso". De hecho, el incidente de junio se lo contó a la psicóloga y esta se limitó "a acompañarme para que hablara con el trabajador social". Asegura que este la atendió y que le preguntó "que por qué no había ido antes a contárselo", a modo de reproche. Ella explica a este diario que no lo hizo público antes "porque me quedé muy fastidiada y paralizada", a lo que agrega que "no se ha hecho nada desde la dirección de la residencia, parece que aquí tiene que pasar algo más grave para que te echen cuenta".

Otra de las compañeras de mesa de Teresa sí fue a por el presunto agresor. Le llamó la atención "y él le dijo que todo era broma, pero esto para mí no es ninguna broma, no tiene ninguna gracia".

A la víctima le ha costado dar el paso de interponer la denuncia "porque creo que puede haber represalias contra mí por parte del centro", en el que reside desde 2005. Sin embargo, "cuando he ido a la Policía me he quitado un peso de encima, he podido respirar". La iniciativa de denunciar, aparte de para sentirse más protegida y al fin escuchada, tiene como intención que "esto no vuelva a pasar, y ya no hablo solo de mí, sino para que no le pase a ninguna otra persona".

Desde la Delegación Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales señalan a este rotativo que Teresa de Jesús Miguela "ha sido recibida por la dirección del centro, la psicóloga y el trabajador social, pero no consta la situación de acoso". En caso de que este se demostrara, "se actuaría de forma inmediata, pero por ahora es la versión de ella contra la del otro usuario, que lo niega todo y dice que no ha hecho absolutamente nada".

El personal de la residencia, añade la Junta de Andalucía, "está vigilante". De demostrarse los hechos, "se podría expulsar" al supuesto agresor.

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