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La sostenibilidad que se avecina: tendencias de responsabilidad social

  • Mientras hay todavía quien no considera el desarrollo sostenible o la Responsabilidad Social Corporativa, se hace necesario trascender desde esos conceptos hacia apuestas más decisivas

La sostenibilidad que se avecina: tendencias de responsabilidad social

La sostenibilidad que se avecina: tendencias de responsabilidad social

Los pesimistas miran al futuro y hablan de la irreversible sexta gran extinción de la vida en la Tierra; los realistas miran al futuro y hablan de la necesidad urgente de un cambio de modelo social y económico; y los optimistas nos ponemos manos a la obra. En la acción está la diferencia. Porque no se trata de meterse el miedo en el cuerpo, o sí, si eso nos sirve para reaccionar y tomar actitudes coherentes contra la desaparición del hábitat en el que convivimos y la calidad de vida que conocemos. Es cuestión de tiempo. Por esto, cada vez más voces se alzan en la necesidad de hacer evolucionar conceptos como cultura sostenible hacia cultura regenerativa, economía lineal hacia economía circular, y Responsabilidad Social Corporativa hacia RSC con conciencia. Esta es la tendencia.

La evolución de estos conceptos es la sostenibilidad que se avecina con una clave común: hay que ser capaz de mirar más allá de nuestra propia esperanza de vida, algo que no entiendo por qué le resulta tan difícil a la especie animal más consciente de “la insoportable levedad del ser”, que diría Milán Kundera.

Cultura regenerativa y economía circular

En esta lectura ando: Designing regenerative cultures (Diseñando culturas regenerativas) de Daniel Wahl, consultor especializado en innovación y sostenibilidad. El reto que nos propone este biólogo alemán comprometido con el mundo y con la educación de las generaciones que tendrán que heredar este planeta, es copiar a la naturaleza en vez de destruirla o agotarla.

El desarrollo regenerativo que propone Wahl consiste en restaurar la salud y la vitalidad de los ecosistemas en los que actuamos y en no utilizar recursos que no puedan regenerarse ni utilizar los que sí se regeneran a un nivel más rápido de lo que lo hacen. Pura lógica que es justo la base de la economía circular que debería sustituir a la tradicional economía lineal de producir, usar y tirar.

Como el propio Whal desarrolla en su libro y en sus múltiples artículos, y como el sentido común de cada uno de nosotros puede llegar a constatar, para lograr este profundo cambio económico es necesario un no menos profundo cambio social y cultural. Más lógica.

Así que, como uno de los principales impulsores del cambio cultural es la educación, Whal advierte: los sistemas educativos convencionales basados en la competencia son anacrónicos, es necesario impulsar las habilidades de colaboración y pensamiento crítico compartido para que surjan cada vez más iniciativas económicas innovadoras que se reconcilien con las características biológicas y culturales de cada territorio. Más sentido común.

Pero el desarrollo regenerativo nos inspira mucho más. Es un concepto que trasciende al desarrollo sostenible. Ya no se trata sólo de ser consecuente social, ambiental y económicamente, también es necesario crear valor en cada una de esas áreas o mal vamos.

Dicho de otra forma y aplicado a las organizaciones, significa que es urgente que instituciones y empresas de todo tamaño y sector no sólo reduzcan sus impactos negativos en el medio ambiente o aporten beneficios a la mejora social, sino que también se comprometan con conciencia, esto es, con conciencia de su papel como agentes del necesario cambio.

Responsabilidad Social Corporativa con conciencia

El compromiso social y ambiental de las marcas es ya una necesidad estratégica de los negocios, en parte a golpes de ley y en mayor medida por exigencias del mercado de consumo. Sin embargo, la mayor parte de las empresas que practican la RSC siguen asociándola a programas de apoyo social paralelos al negocio, en vez de concebirla y desarrollarla como una palanca para mejorar la gestión, su sostenibilidad futura y la resistencia del negocio.

Este dato del informe “RSC, Diversidad & Inclusión. Autoevaluación de la Empresa Española”, elaborado por la Fundación Adecco tras una encuesta realizada a responsables de Recursos Humanos y Responsabilidad Social Corporativa de 231 empresas españolas de 15 sectores diferentes, nos indica, en mi opinión, que la RSC ya ha crecido y le toca “vestirse de largo” para madurar.

La RSC madura es la RSC con conciencia, y una empresa que apuesta por una RSC con conciencia es aquella que se marca un propósito social o ambiental concreto que asume como reto propio y del que ofrece resultados de la misma forma y al mismo nivel que hace con sus cuentas. Para eso es necesario, igual que en cualquier otra área de la empresa: planificar acciones, dedicar recursos, innovar, implicar a los trabajadores, a los clientes, a los proveedores, a todos.

Esos propósitos sociales, que son necesidades del entorno, son los que nos permiten como sociedad organizarnos mejor, complementar la acción de administraciones y ONG, repartir bien los esfuerzos y ser mucho más efectivos en las soluciones. Para eso valen los propósitos sociales de las empresas con una RSC madura que trascienda a la simple acción social y a la minimización del impacto ambiental.

Ayer me llegaban por el omnipresente WhatsApp decenas de fotos de rincones de planeta inundados de plásticos, animales enredados en basura, fondos marinos como vertederos, y también personas viviendo en situaciones infrahumanas… No es la primera vez que me llega una de estas efímeras olas de conciencia colectiva a mi teléfono, y tampoco era la primera vez que leía la frase impresa sobre una de las lamentables imágenes: “el ser humano no tiene dinero para abastecer de agua a otros seres humanos en zonas áridas, pero sí para buscar agua en Marte, ¿de verdad hay vida inteligente en la Tierra?”

La RSC con conciencia, la economía circular y el desarrollo regenerativo provocan impacto global desde lo más local, incluso desde cada uno de nosotros. Asumir esto sí que significaría una evolución optimista de la especie humana.

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