Sombrillas contra septiembre: Huelva despide agosto desde sus playas abarrotadas

Playa de Punta Umbría abarrotada de gente. / Alberto Domínguez

Las horas de sol ya no se sienten tan largas y las tardes parecen caer antes, pero la playa sigue siendo el la protagonista. Con agosto dando sus últimos coletazos, las playas de la provincia de Huelva se convierten en refugio colectivo en el que refugiarse para no despedir el verano. En la playa de Punta Umbría, una de las más concurridas y emblemáticas de la costa onubense, este sábado bañistas locales y visitantes se desplazaron hasta la orilla anhelando un último descanso acuático para hacer frente al calor. Sombrillas, toallas y neveras con hielo comenzaron a poblar la arena en un mar de familias y reuniones de amigos que en cada tajada de sandía saboreaban las últimas escapadas al litoral antes de regresar a la rutina de septiembre.

El ambiente en Punta Umbría resumía a la perfección ese pulso entre el deseo de alargar el mes de agosto y la sensacion de verano y la certeza de que el calendario corre más deprisa de lo que se quisiera. Delante del mar, el vaivén de las olas complementaba la banda sonora: risas encadenadas, el sonido de la pelota golpeando las palas, el crujido de bolsas al abrirse y el sonido familiar del hielo chocando en las neveras. Desde las orillas los más pequeños corrían sin parar desde la sombrilla a la orilla para volver a zambullirse en el agua de un salto.

Un mar de sombrillas en la playa de Punta Umbría este sábado. / Alberto Domínguez

La calma en el mar, las altas temperaturas y la bebida bien fría guardada entre el hielo de las neveras han sido el cóctel perfecto para que los onubenses pudiesen disfrutar de de un sábado de final de verano. Bajo las sombrillas, la vida se ralentiza. Las horas pasan entre chapuzones y siestas, entre charlas pausadas y el sonido constante del mar. Hay quien prefiere alejarse unos metros para encontrar un rincón de silencio, y quien disfruta de la bulliciosa compañía del resto de personas que comparten el mismo objetivo: disfrutar a lo grande de un día de playa.

Así, este sábadoo se convirtió en una postal viva del verano onubense: espacio compartido, contrastes visibles entre turismo y soledad escogida, brisas saladas, chapuzones en el agua y un pulso comunitario que hacen que cada día de playa, aunque pueda ser el último, se sienta propio, colectivo y siempre diferente.

Dos personas disfrutan de un día de playa. / Alberto Domínguez

Cuando el día comienza a acabarse y llega la hora de recoger, nunca se tiene prisa. Sombrillas que se pliegan despacio y miradas que se pierden en el mar son la mejor prueba de que, aunque el calendario anuncie el final del verano, las ganas de que no termine para seguir disfrutando de las playas siguen intactas en cada rincón de la costa onubense.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último