'WAR ROOM'

La depresión postelectoral tras la derrota ¿existe o es un invento?

  • Ser derrotado en política es un acontecimiento normal del ejercicio de la democracia; para que unos ganen otros tienen que perder

Los resultados electorales adversos pueden favorecer un cuadro de ansiedad.

Los resultados electorales adversos pueden favorecer un cuadro de ansiedad. / Alberto Domínguez (Huelva)

En las noches electorales se da un curioso fenómeno que todos tenemos oportunidad de ver si estamos delante de la tele. Salvo rotundas derrotas sin posibilidad de paños calientes, todos ganan. Unos porque mejoran sus resultados, otros porque tienen la llave, otros porque efectivamente son la fuerza más votada y otros porque han derrotado a las encuestas, lo cierto es que se trata de una victoria con muchos padres.

Tras las sonrisas muchas veces impostadas se esconde una realidad, cruel en la mayoría de los casos: uno gana y los demás pierden. Amén de pactos y acuerdos postelectorales que puedan desplazar al resultante ganador de la contienda, cuando termina el recuento de votos sólo uno ha logrado cruzar la meta. A veces se da la paradoja de caras largas en las sedes ganadoras y euforia contenida en los cuarteles de los vencidos, son las llamadas amargas victorias y dulces derrotas.

Ser derrotado en política es un acontecimiento normal del ejercicio de la democracia; para que unos ganen, otros tienen que perder. Y las razones para ganar o perder son amplias, variadas y, a veces, inesperadas.

A veces las sedes son escenarios de amargas victorias y dulces derrotas

Mucho se habla en los últimos tiempos de que en la política imperan las emociones y los políticos son seductores que ejercen liderazgo electoral a través de los medios de comunicación y las redes sociales, creándose incluso vínculos emocionales con los candidatos. La elección de una opción política es un asunto de sentimientos más que de realidades y propicia en el electorado ilusión, esperanza y a veces un enérgico compromiso.

Cuando las cosas salen bien durante la noche electoral, los más motivados sienten una profunda alegría que puede ir acompañada de celebración. Los derrotados más implicados, sin embargo, sienten una profunda decepción, sobre todo cuando existe la esperanza de una renovación política. Porque perder en política duele mucho. Para los seguidores de un candidato que no ha conseguido los votos necesarios para ganar puede implicar una “depresión postelectoral”.

En Estados Unidos la decepción electoral tiene una denominación específica como trastorno: Síndrome de Estrés Traumático Postelectoral (PESTS por sus siglas en inglés). Aunque no se considere un diagnóstico psicológico válido, el portal BBC Mundo publicó un artículo titulado Venezuela y el manual para enfrentar la derrota en el que explica qué pasa exactamente en el estado de ánimo de los derrotados después de unas elecciones.

La elección de una opción política es más de sentimientos que de realidades

Frente a la derrota de su candidato preferido “unas personas pueden sentirse invadidas por una suerte de desánimo ante la vida, falta de confianza en las instituciones electorales, cierta indignación o rabia y también antipatía”. Se produce en la persona un cuadro de ansiedad, cuyos síntomas principales son aislamiento, ira, irritabilidad, desinterés, amargura, principio de anorexia, insomnio, pesadillas y preocupaciones excesivas acerca del futuro del país o del municipio.

El psicólogo de Estados Unidos Robert J. Gordon utilizó por primera vez el término para describir el estado en el que se encontraban los votantes de John F. Kerry tras ser derrotado por el presidente George W. Bush en unas elecciones marcadas por la alta participación y la preeminencia de los temas de seguridad nacional, combate al terrorismo e intervención en Irak. Tras el triunfo de Bush cundió la sensación de decepción y desesperanza y, de hecho, Gordon, quien observó un creciente número de demócratas que experimentaban depresión, creó grupos de apoyo para ayudar a los partidarios de Kerry a ajustarse a la nueva realidad.

El trauma de los derrotados se ve agravado cuando, tristemente, son testigos de las alegrías de los vencedores, por lo que a menudo recurren a la acción inmediata, protagonizando actividades de protesta, especialmente cuando el resultado es muy ajustado o cuando se trata de países muy polarizados.

Este síndrome reproduce las cinco etapas del duelo definidas por la psiquiatra Elisabeth Kubler Ross: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Pero los psicólogos aseguran que se trata de un duelo de corta duración.

El doctor Alan Steinbach, de la Universidad de California en Berkeley, afirma que no se debe presionar a las personas que se encuentran abatidas por las elecciones, mientras que Allen McConnell, profesor de psicología social de la Universidad de Ohio, asegura que lo superarán rápido, “cuando empiecen a preocuparse de nuevo por las cosas del día a día que no tienen nada que ver con las elecciones”.

El fenómeno ha llegado hasta las páginas del Asia Times Online, donde los doctores reconocen que después de las elecciones el número de pacientes con ansiedad o depresión aumenta un 10%.

Los más escépticos creen que en una sociedad que tiende a crear síndromes para todo, hablar de depresión postelectoral es exagerado.

Otros estudiosos restan importancia al tema, argumentando que se trata de un fenómeno sustentado en elementos sociopolíticos. Incluso se llega a equiparar el revés electoral al distress psicológico que padecen algunos aficionados de fútbol cuando sus equipos son derrotados.

Los pacientes que superan el Síndrome de Estrés Traumático Postelectoral renacen más sabios

Lo que sí está probado es que, tras la victoria de Donald Trump, miles de inmigrantes experimentaron agotamiento, insomnio, angustia y miedo (los síntomas del PESTS) por el temor a ser deportados.

Sea como fuere, en caso de padecer este síndrome, luto o simplemente tristeza tras el fracaso electoral, los expertos aconsejan cortar con todo lo que recuerde a derrota (programas de televisión, redes sociales o grupos de WhatsApp), distracción con otras actividades y algo de ejercicio. Si el insomnio, las discusiones, el mal humor y la falta de apetito persisten, siempre queda la opción de la consulta psicológica.

No todo es negativo. Según Steinbach “los pacientes que se recuperan del PESTS renacen más sabios, más enérgicos y más activos políticamente que antes”.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios