Los Capuchinos y su presencia en Huelva a través de su gran Archivo

Sociedad

El Archivo y Biblioteca de los Capuchinos de Andalucía es una gran fuente de conocimiento a nivel religioso, histórico y social

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Frailes capuchinos por las calles de Galaroza en un acto religioso.
Antonio F. Tristancho

09 de junio 2025 - 13:41

Galaroza/Una de las órdenes religiosas con mayor presencia en la historia contemporánea onubense ha sido la Capuchina. A través de su extraordinario archivo se puede conocer la trayectoria de la congregación y detalles de la vida de algunos de sus miembros destacados.

El Archivo y Biblioteca de los Capuchinos de Andalucía es un impresionante caudal de datos y documentos para profundizar en la realidad religiosa de los últimos cinco siglos en nuestra tierra. Radicado en Sevilla, surge como consecuencia de la actividad de la orden en nuestra región desde la fundación de la Provincia capuchina de Andalucía, si bien los límites de esta última superan con creces los de la actual Comunidad Autónoma. La jurisdicción administrativa de la Provincia de Andalucía, inicia su andadura en el año 1636. Poco después, a finales de agosto de 1658, llega a Caracas la primera misión capuchina, integrada por seis frailes, manteniéndose la presencia de la Orden en el Nuevo Mundo hasta la actualidad. Desde el origen de las misiones capuchinas en Sudamérica, éstas dependieron administrativamente de la Secretaría de la Provincia andaluza, de forma que se encontraban bajo la autoridad del ministro provincial de dicha zona, y para gestionar con eficiencia una jurisdicción administrativa tan extensa nació el Archivo Provincial de Andalucía. Precisamente, hace poco hubo que lamentarse el fallecimiento del Padre Juan Antonio Márquez, uno de los más activos en el continente latinoamericano en las últimas décadas.

Capuchinos ante la Iglesia de Ntra. Sra. del Rocío. / H.I.

Entre sus paredes y legajos se encuentra una amplia información sobre hechos religiosos, históricos y sociales relacionados con la actual provincia de Huelva. Uno de los libros más destacados que puede consultarse, por ejemplo, es un ejemplar de la Biblia Hebraica de Arias Montano, el sabio eremita que se retiró a la Peña de Alájar, que, fechado en 1609, es una auténtica joya.

Además, en el archivo se pueden descubrir noticias de la presencia capuchina a lo largo del territorio onubense. Entre otras, destacan biografías de frailes ordenados desde el siglo XVII, fotografías de personajes nacidos en la provincia de Huelva, estudiantes procedentes de numerosos pueblos en el Colegio Seráfico, algunos de los cuales no llegaron a ordenarse, o datos sobre la gestión por parte de la congregación de iglesias o edificios onubenses, como el monasterio de Santa Clara de Moguer.

Amplias son las referencias a Galaroza, donde los Capuchinos llegaron en 1950 a través de la donación de una casa por parte de Doña María Teresa Vázquez de Prado, viuda de Osborne, encontrándose datos en los Capítulos Provinciales. Antes de esta fecha, ya hubo frailes cachoneros, como Fernando de Galaroza, nacido en 1717, y también con posterioridad, este pueblo dio a la Orden uno de sus miembros más preclaros durante el siglo XX, como fue Fray Alberto González Caballero.

Archivo de los Capuchinos.

Existen documentos referidos a integrantes de la corporación relacionados con localidades onubenses como Aracena, Valverde, Trigueros, San Juan del Puerto, Almonaster, Chucena, Manzanilla, Hinojales, Almonte, Higuera de la Sierra, Escacena del Campo, Niebla, Cortegana, Gibraleón, Santa Olalla del Cala, Minas de Riotinto, La Redondela, Moguer, Hinojos, El Granado, Calañas, Fuenteheridos, Zalamea la Real, Beas, Paterna del Campo, Lucena del Puerto o “Cumbres Altas”, entre otras.

Según Antonio Valiente Romero, coordinador del archivo y la biblioteca, la serie de acontecimientos que tuvieron lugar a partir de la exclaustración, en 1835, ha impedido que este fondo se conserve en su totalidad actualmente y, además, lo ha sometido a un fuerte proceso de dispersión, por lo que, desde hace años, se desarrolla un proceso de investigación tendente a devolverle su estructura original. En la actualidad los documentos que lo conforman se extienden a lo largo de 232,80 m. lineales, de los cuales, 47,53 m. corresponden a los 440 legajos que ya se encuentran totalmente organizados y a disposición de los investigadores que soliciten su consulta, y los restantes 185,27, actualmente en proceso de organización. Respecto a la biblioteca, su extensión se sitúa en torno a los 40.000 volúmenes.

Fray Claudio de Trigueros en una de sus alocuciones. / M.G.

Capuchinos destacados en Huelva

Entre los miembros de la orden que destacaron en la provincia de Huelva, podemos encontrar datos sobre Fray Claudio de Trigueros, quien destacó por su potente y convincente oratoria. Antonio Rivera Ruiz llegó al mundo en Trigueros en 1895 e ingresó en la Orden de los Capuchinos con veintiún años. Su ordenación sacerdotal se produjo el 20 de diciembre de 1924. Desde muy joven fue ocupando diversos puestos de relevancia en la congregación, como Guardián de los conventos de Antequera, Sevilla, Ronda y el de Moguer, de 1955 a 1958.

Cultivó la escritura y recorrió Andalucía realizando múltiples predicaciones. Publicó multitud de artículos y escritos en la revista ‘El Adalid Seráfico’. Su estancia en la localidad sevillana de Cantillana le vinculó a la Hermandad de la Divina Pastora.

Una de sus virtudes fue la oratoria y su poder de convicción, lo que le llevó a protagonizar innumerables actos por toda Andalucía. Su fuerte complexión no estaba reñida con una honda sensibilidad, según opinión de cuantos le conocieron. Sus discursos siguieron la línea de adoctrinamiento moral propia de la época. Falleció de ataque cardíaco en Sevilla, el 13 de noviembre de 1969, descansando sus restos en Cantillana.

Monumento dedicado a Fray Jacinto de Chucena ante la Ermita de Alcalá. / M.G.

Fray Jacinto de Chucena fue un personaje controvertido por sus ideas, pero que dejó huella en su localidad gracias, fundamentalmente, a dos iniciativas que aún se recuerdan. Su nombre civil fue Juan Sánchez Correa, naciendo el 6 de octubre de 1882 e ingresando en la Orden Capuchina en 1903. Su ordenación sacerdotal tuvo lugar el 4 de febrero de 1912.

Fue misionero, recorriendo toda la geografía española en misiones populares, además de escritor y aficionado al flamenco. Destaca su labor como historiador local, con trabajos como Apuntes Históricos de la Villa de Chucena, publicada en 1959. Uno de sus libros, ‘Almas y armas españolas’, y sus alocuciones radiofónicas en ‘Radio Córdoba’, lo alinearon junto al nuevo régimen nacido del golpe de Estado de 1936.

Su arraigo en Chucena le viene por el rescate de la Ermita de la Divina Pastora, edificio situado en lo que antiguamente fue la aldea de Alcalá de la Alameda. Fue edificada a partir de 1773, pero desapareció tras una epidemia en 1888. El fraile chucenero propició su reparación, a través de una cuestación popular y la presión a las autoridades. El final de las obras de restauración en 1958 produjo la recuperación del lugar y el inicio de la devoción a la Divina Pastora, a quien se consagró el templo, además de la romería en honor de la Pastora y de San Isidro, que Fray Jacinto impulsó.

El otro gran acto que liga a Fray Jacinto con su pueblo fue la puesta en valor que realizó del denominado Pino de Chucena, también denominado ‘Pino del padre Jacinto’. El árbol deriva de los bosques y pinares que existían en la zona antaño, en este caso, un gran ejemplar por tamaño y longevidad. Plantado, según algunas opiniones, antes de la salida de Colón hacia América, tenía un diámetro de base de un metro y 30 centímetros, una altura de 12 metros, una anchura de copa de 40 metros y unas raíces que superaban los 100 metros. El paso del tiempo y la acción humana lo fue deteriorando, hasta que Fray Jacinto se involucró en su conservación. Esta iniciativa está plagada de simbolismo, ya que se trata del árbol que aparece en el escudo de la localidad, declarado Monumento de Interés Local en la sesión municipal de 24 de agosto de 1954, y que el fraile convirtió en un elemento de identidad mediante la realización de actos en torno al mismo, especialmente veladas literarias. A pesar de los esfuerzos, el pino se secó en 1988, su tronco fue dividido en rodajas de 15 centímetros de ancho, que se entregaron a diversas instituciones onubenses.

Por esta y otras acciones, la peculiar figura de Fray Jacinto es recordada en su pueblo natal, a pesar de las controversias creadas en distintos momentos de su vida. Su muerte se produjo en Córdoba, el 1 de abril de 1965, y desde el 1 de abril de 1973 está enterrado en la ermita que contribuyó a restaurar. En mayo de 2001, el Ayuntamiento colocó en el exterior del recinto una estatua en su recuerdo, obra de Francisco Parra.

Otro de los grandes religiosos de los Capuchinos en la provincia de Huelva fue Fray Alberto de Galaroza, cuya vida y obra merecen un capítulo especial por su gran talla intelectual y la relevancia de su trabajo en toda la Provincia capuchina. También es importante mencionar la obra de Fray Rafael Pozo, que, aunque nacido en la provincia de Córdoba, ha tenido una incidencia decisiva para el desarrollo de proyectos en las últimas décadas en la provincia de Huelva, tanto a nivel religioso como de organizaciones de gran calado social.

La investigación en los archivos capuchinos seguirá desvelando detalles de la importante labor de la congregación en la provincia de Huelva, a la que aparecen vinculados desde hace siglos, y que ha propiciado siempre una relación especial con elementos identificativos de la Orden, como Fray Leopoldo de Alpandeire.

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