Huelva

El arte, dueño y señor de Aracena

  • Unas esculturas dedicadas a la música son inauguradas en la Plaza del Marquésl no podía faltar La Banda Municipal de Música amenizó el acto.

El arte por bandera, la música como justificación y la escultura como mejor reflejo. La Plaza Marqués de Aracena se convirtió el domingo en una auténtica fiesta en torno a la música. El motivo de tanto alboroto fue la inauguración del conjunto escultórico de Pepe Antonio Márquez en honor a la tradición musical, acto que reunió a numerosas personas en la céntrica plaza y al que se sumó la Banda Municipal de Música de Aracena. Las esculturas representan a tres jóvenes, cada una de ellas tocando un instrumento.

El acto comenzó con una introducción a cargo de la concejala de cultura, Inés Martín. A continuación, el propio artista Pepe Antonio Márquez y el alcalde de Aracena, Manuel Guerra, pasaron a descubrir las tres esculturas tapadas con una tela negra. La banda puso música y elegancia al momento con una de sus muchísimas piezas.

El escultor, natural de Aracena, dedicó unas breves y emotivas palabras a los presentes, destacando el cariño de su pueblo por su obra. También quiso participar uno de los muchos amantes de la música en la localidad, José Pastor Pío, quien hizo un repaso por todas las muestras musicales de Aracena. Mientras, el alcalde hizo habló sobre la simbología de la música en la actualidad tras una tradición de un largo pasado y con un futuro por delante además de destacar la labor artística y el compromiso con su pueblo por parte de P.A. Márquez.

De nuevo, una nueva pieza de la banda puso el broche a una mañana intensa en la que muchos jóvenes, entre ellos, los propios músicos no pudieron evitar fotografiarse con las esculturas. En primer lugar, era una foto de familia y luego era por afinidad familiar o de amistad. Incluso algún apresurado se acercaba a las esculturas con cierta simpatía porque poseía el mismo instrumento que la figura.

Poco a poco, los asistentes se acercaron a las tres figuras que ya empezaron a ser un lugar donde niños se subían para hacerse fotografías al igual que pasa habitualmente con las aguadoras en San Pedro o la escultura del concejil de Alberto Germán Franco al final de la Gran Vía.

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