1996

Vendavales y aguaceros ahogan a los onubenses

  • El Ayuntamiento tuvo que pedir ayudas para paliar las pérdidas Marismas del Odiel y Cardeñas, desalojados

Las inundaciones eran una constante en Huelva, sobre todo en la capital y en las localidades más cercanas a la desembocadura del Tinto y el Odiel. Existen cientos de imágenes de coches y autobuses que en vez de rodar, navegaban; señores caballerosos cogiendo en brazos a elegantes señoritas para llevarlas hasta el otro lado de la calle o niños regresando a casa desde el cole gracias a improvisadas pasarelas realizadas con palés de madera. Un fastidio, sí. Desesperante e incapacitante para el buen funcionamiento de una ciudad, también. Pero lo de 1996 superó con creces el límite de la incomodidad.

Las lluvias que habían comenzado en noviembre del año anterior, por cuya llegada rogaron los obispos andaluces ante la Virgen del Rocío, perduraron, y en febrero del 96 se unieron a la fiesta varios temporales de vientos que superaron los 100 kilómetros por hora. Gracias a ellos, a las inundaciones, sobre todo en la parte baja de la capital -aún no existía el moderno sistema de bombeo que haría desaparecer el problema-, se sumaron árboles caídos, cornisas arrancadas, carteles publicitarios encastrados en edificios, y los bomberos en una carrera frenética por evitar males mayores.

La mañana siguiente a cada temporal, el aspecto era dantesco. Incluso fue necesario desalojar a los vecinos de las zonas de Marismas del Odiel y Cardeñas, que fueron acogidos temporalmente en lugares como el albergue de la calle Marchena Colombo, y el alcalde, acompañado por miembros de su equipo de gobierno y por técnicos del Consistorio, visitó las zonas más afectadas con el fin de contabilizar los daños y disponer los recursos necesarios para subsanarlos. El Gobierno central aportó 168 millones de pesetas para paliar las pérdidas, que alcanzaron también a la agricultura.

Precisamente los productores de la fresa de la provincia de Huelva protagonizaron la protesta más sonada del año. El 20 de febrero, tras exigir en diversas ocasiones más ayudas económicas y mejores condiciones a la hora de solicitar créditos con los que restablecer la normalidad en sus explotaciones, miles de agricultores se manifestaron en la capital. La convocatoria fue un éxito, aunque se vio enturbiado por el derramamiento de cientos de cajas de fresas en la vía pública, con la consiguiente suciedad y molestia para los vecinos.

La capital seguía avanzando en su afán por parecerse más a una ciudad, y en este proceso era vital que el PGOU estuviese aprobado en el plazo pertinente y con el mayor consenso posible. En este sentido, arquitectos, Universidad, FOE y oposición presentaron 60 alegaciones al proyecto. En febrero, el Consejo de Ministros dio luz verde a la inversión de 2.700 millones de pesetas para la instalación de la nueva depuradora de Aguas de Huelva, y en marzo se inauguró la estación de Emtusa en Zafra, y se presentó el proyecto para la construcción de un nuevo mercado de abastos en el que sería el nuevo barrio de Pescadería, que sustituyera a la ajada plaza de El Carmen. Muy cerca, la iglesia de la Milagrosa continuaba en proceso de rehabilitación, entre la polémica por su posible cambio de nombre.

Se hablaba ya de convertir el cuartel del Paseo de Santa Fe en un ateneo cultural, se constituía el CES, con Dolores Redondo como presidenta, y Antonio Ponce conseguía el máximo apoyo en su reelección como presidente de la FOE. Más adelante llegó la noticia de un importante hallazgo arqueológico en La Joya, donde seguían surgiendo pruebas del remoto origen de la ciudad.

En la provincia, sin contar la enorme expectación provocada por el nacimiento de los sextillizos de Bollullos, y por la boda del ex boxeador Pedro Carrasco en Alosno, se celebró en 1996 la primera Feria Regional del Cerdo Ibérico en Aracena, un acontecimiento largamente esperado.

Singular fue la situación de Ayamonte, que vio pasar por su Ayuntamiento a tres alcaldes en tres meses: Isaías Pérez Saldaña, José Nicolás Jesús y finalmente, Rafael González.

En Nerva, las protestas contra la instalación de un vertedero en la localidad alcanzaron su punto álgido con la manifestación celebrada el 29 de septiembre.

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