Huelva

La soledad de los mayores no se va de vacaciones

  • Treinta voluntarios de Cruz Roja prestan asistencia a 1.500 usuarios en Huelva con numerosas iniciativas, la principal la compañía

La voluntaria de Cruz Roja Huelva Loli Aizpurua visita a Matilde, usuaria del Plan de Mayores.

La voluntaria de Cruz Roja Huelva Loli Aizpurua visita a Matilde, usuaria del Plan de Mayores. / Clara Carrasco (Huelva)

“La soledad no tiene medicación”, sentencia Loli Aizpurua. Esta donostiarra es voluntaria de la Cruz Roja en Huelva y tiene 80 años, así que sabe de lo que habla. Ni el mejor de los psicólogos podría transmitir con más tino lo que necesitan los mayores, a los que dedica todo su tiempo y esfuerzo. Loli es una de los treinta voluntarios que trabajan en la ONG en Huelva capital –alrededor de 200 en la provincia– para ese segmento de la población tan vulnerable, que sufre la soledad no deseada como principal mal, un problema creciente.

Gema Díaz es la referente de Cruz Roja en programas para las personas mayores y explica que “la sociedad envejece progresivamente y los miembros de la familia trabajan, son cambios sociodemográficos en los que los perjudicados son los mayores, que están cada vez más solos”. Por eso, añade, “ha cambiado la forma de intervenir”. La ONG lleva décadas ayudando a los mayores en Huelva, en un principio con un carácter más asistencial. Ahora, dentro del Proyecto de Atención Integral a Personas Mayores, “colaboramos activamente con llamadas, programas de prevención con consejos contra olas de calor, ayuda a domicilio, acompañamiento a citas médicas, talleres de actividades lúdicas” y lo más importante, con compañía.

Gema Díaz, referente del Programa de Personas Mayores de Cruz Roja Huelva. Gema Díaz, referente del Programa de Personas Mayores de Cruz Roja Huelva.

Gema Díaz, referente del Programa de Personas Mayores de Cruz Roja Huelva. / Clara Carrasco (Huelva)

Como la que recibe Matilde, una de los 1.500 usuarios que atiende la organización durante todo el año en Huelva. “Me he visto muy sola, estaba aburridita, hace un año me llamaron de Cruz Roja y fue como cuando hay un muro y se abre una ventana”. Los zarpazos que la vida ha dado a Matilde son de los que dejan huella pero el día que atiende a Huelva Información tiene la ilusión de una visita vespertina. Por la mañana le llamaron y les contó que estaba “tristona”, así que la voluntaria Loli va a ir a verla, a charlar un rato o a dar un paseo juntas si les apetece.

Matilde tiene 74 años y se ayuda de un andador para caminar, entre otros males que padece. Para sus asuntos médicos “están pendientes, me avisan cuando me toca, hasta un voluntario me lleva y me trae del centro de salud si puede, antes tenía que coger un taxi”. Además, “les pregunto dudas, por ejemplo yo no sé de estas cosas modernas de internet”.

Otras de las ayudas que ha recibido están relacionadas con tareas administrativas y asesoramiento psicológico, también a través de una voluntaria. “Cuando me ofrecieron ayuda, fue como agua bendita, no tengo a nadie”. Matilde necesita compañía y lo dice con todas las letras: “esta soledad la llevo muy mal”.

La vocación humanitaria de Loli Aizpurua viene de lejos, la ejercía en su tierra antes de venir a Huelva hace ya más de treinta años. Quedó viuda con un niño de cuatro años, al que ha llevado consigo en sus labores de voluntariado, primero en el Lazareto antes de convertirse en “la abuela de la Cruz Roja”, dice entre risas. La realidad no siempre es tan alegre, en ocasiones “te encuentras con casos que cuando llegas a casa tienes que llorar porque delante de ellos no debes”.

Matilde abraza a Loli, que ha ido a visitarla a su casa para hacerle compañía. Matilde abraza a Loli, que ha ido a visitarla a su casa para hacerle compañía.

Matilde abraza a Loli, que ha ido a visitarla a su casa para hacerle compañía. / Clara Carrasco (Huelva)

A pesar de todo siente que su labor “es muy gratificante, nos dan mucho cariño, es llegar a sus casas y parece que han visto a Dios”. Todo les parece poco para darle, le dicen “Loli, si necesitas algo aquí tienes una cama” y hasta propuestas de matrimonio le salen, que ella declina con la excusa de que “yo me quiero casar de blanco y con vestido largo, pero no tengo dinero para eso”.

Si la experiencia es un grado, ella es al menos teniente general y por eso, también ayuda a la formación de jóvenes voluntarios. Ante todo les pide “paciencia, les digo que no les van a hablar del botellón, sino de la guerra y de la posguerra. Les tienen que dar conversación”.

Cuenta historias sin parar y explica que “me están haciendo un libro porque yo apunto todo lo que me pasa”. Loli lleva siempre sopas de letras para estimular la memoria –“la tele les da todo hecho”–, llama a los hijos descastados para que hablen con sus padres, escribe cartas que los usuarios guardan en su mesilla para leerlos de noche y compuso su versión de Resistiré con la última frase de “Cruz Roja y Loli estarán cerca de ti”. Más que un libro, merece una enciclopedia que incluya sus frases que son sentencias sobre los mayores y la soledad que sufren: “No tienen cariño, quieren que les escuchen”. Y remata: “No sé si he explicado bien las cosas”.

Como en todos los niveles, la pandemia no ha hecho más que agravar el problema de la soledad no deseada. “Hemos tenido que reinventar nuestra actividad, que era muy presencial”, señala Gema. Durante el confinamiento “les dimos una formación exprés en nuevas tecnologías”.

Así, a través de whatsapp organizaron talleres de manualidades, les enseñaron a realizar llamadas grupales, ejercicios de gimnasia y relajación con la colaboración de Goldfitness... A ello sumaron llamadas de seguimiento a los usuarios y ayuda en las compras diarias. “Ellos se han adaptado pero ahora les cuesta volver a participar, son reacios, también tienen miedo”.

Matilde sonríe, la voluntaria está junto a ella. Matilde sonríe, la voluntaria está junto a ella.

Matilde sonríe, la voluntaria está junto a ella. / Clara Carrasco (Huelva)

Una atención en reinvención constante 

La provincia de Huelva cuenta con una red de once asambleas locales de Cruz Roja que cubren más de setenta poblaciones y el Programa de Personas Mayores ha llevado a cabo 53.071 intervenciones para atender a 4.268 personas. La mayor parte de estas acciones tienen que ver con el acompañamiento e incluyen ayuda para realizar trámites y gestiones, además de citas médicas o llamadas individuales de seguimiento.

Cruz Roja también orienta a sus usuarios sobre salud y bienestar a través de talleres virtuales de ejercicios físicos, consejos de alimentación saludable, uso responsable de la medicación, prevención de enfermedades cardiovasculares, relajación y prevención de riesgos en el hogar. Otra de las prestaciones es la estimulación cognitiva a través de cuadernillos de mandalas que se entregan a los usuarios del programa.

Para combatir la brecha digital, otra de las grandes barreras de las personas mayores, disponen de talleres presenciales de iniciación al PC, ofimática e internet y también telemáticos sobre el uso del smartphone, para solicitar cita médica e incluso para compras on line. Cruz Roja se nutre también de las necesidades que les transmiten las asociaciones para prestar la mejor atención posible.

Carmen, trabajadora social del Mora Claros, junto a Manuel Toscano. Carmen, trabajadora social del Mora Claros, junto a Manuel Toscano.

Carmen, trabajadora social del Mora Claros, junto a Manuel Toscano. / Clara Carrasco (Huelva)

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