Respons(H)abilidades

Sentirse capaz o ser capaz, esa es la cuestión

  • Hacer que los demás se sientan capaces es casi tan importante como ofrecerles los recursos para que lo sean, porque es la autopercepción de las personas lo que enciende la motivación

Sentirse capaz  o ser capaz, esa es  la cuestión

Sentirse capaz o ser capaz, esa es la cuestión

El mundo está en constante evolución y cambio. La actualidad de nuestro país estos días lo demuestra sobradamente. Esta semana casi no ha quedado un ámbito de la vida pública sin sufrir un hecho desestabilizante. Es una prueba más de que la vida es un continuo devenir de situaciones que enfrentamos como problemas o como retos en función de algo muy íntimo: la percepción propia de nuestras capacidades. Y digo bien: ante los cambios no están en juego las capacidades que tenemos, sino las capacidades y recursos que creemos que tenemos, que no es lo mismo. Justo en esa autopercepción es donde se apoya la habilidad para responder de forma adecuada, tanto de personas como de organizaciones. Es la responsabilidad.

Esto quiere decir que las personas -y también las empresas y las instituciones- somos más capaces cuando nos sentimos capaces, porque cuando no nos creemos capaces nos cuesta más encontrar las habilidades, las conductas o las ideas para afrontar la situación que genera el cambio.

Todo lo que nos pasa y todo lo que pensamos nos puede servir para aprender

¿Se reconocen en algún momento de sus vidas paralizados ante algo que les ocurría? ¿Se pararon a mirar si ya habían superado situaciones parecidas en el pasado y qué recursos suyos usaron? Tenemos los recursos y algunas veces simplemente no los vemos.

Fluir con la vida

La autopercepción del reto y del talento es una de las bases de la conocida teoría del Flujo de Mihály Csikszentmihályi, profesor de Psicología en EEUU y nombre casi impronunciable, cuyo trabajo sobre cómo alcanzar experiencias plenas da base a la popular frase de "hay que fluir con la vida". Nada más acertado.

Según Csikszentmihályi, fluimos cuando se encuentran nuestra máxima sensación de reto con nuestra máxima sensación de talento, esto es, cuando nos enfrentamos a un reto alto sintiendo que tenemos recursos suficientes para hacerlo. Ahí es cuando nos quedamos absortos en la realización de eso que nos genera una íntima y plena satisfacción.

El desequilibrio entre estos dos factores, reto y talento, es lo que nos provoca estados de ánimo que nos cargan o nos descargan las pilas, esto es, que nos impulsan a tomar acción o no.

Si percibimos un reto mucho más alto de lo que creemos que podemos afrontar, eso nos genera ansiedad y somatizaciones que serán más intensas y graves cuanto más alto percibamos el reto y menos recursos sintamos que tenemos. Así lo que hacemos es ver sólo problemas y tendemos a paralizarnos.

En el otro extremo está cuando percibimos el reto muy por debajo de nuestra capacidad y entonces seguramente nuestra sensación comenzará por desinterés o indiferencia, e irá transformándose en aburrimiento hasta llegar incluso al cabreo o al resentimiento a medida que percibamos más bajo el reto en comparación con nuestras capacidades.

Una clave: conseguir que los demás se sientan capaces

La teoría del flujo de Csikszentmihályi tiene una aplicación muy útil en el liderazgo, en la educación, en el diseño de acciones de Responsabilidad Social Corporativa o en cualquier actividad que implique impulsar el crecimiento de las personas. La principal clave que nos da es conseguir que los demás se sientan capaces ante los retos que les proponemos y eso implica ponernos en la piel de las otras personas, porque su actitud y su motivación no depende de los recursos que creemos que tienen, sino de los que ellos reconocen en sí mismos.

Esta es la base metodológica de un proyecto de RSC en el que tengo la enorme satisfacción de colaborar con una empresa onubense: el Campamento urbano Brújula para jóvenes de entre 13 y 16 años que organiza la cooperativa Cuna de Platero con el patrocinio de Obra Social La Caixa y la colaboración del Ayuntamiento de Moguer. El objetivo principal de Brújula es conseguir que los chicos y chicas que van a participar se sientan capaces de movilizar sus conductas para conocer y decidir su mejor camino formativo y profesional.

Para lograrlo, en el diseño de esta iniciativa pionera hemos puesto mucho cuidado en plantear los retos gradualmente, desde la experiencia y la colaboración, para llevar a los jóvenes a su máxima percepción de reto con una alta percepción de talento y conseguir que fluyan en el camino a sus objetivos de empleo o de emprendimiento.

Debajo del proyecto Brújula está la Responsabilidad Social de las organizaciones que lo ponen en marcha, especialmente la de la cooperativa moguereña que se adelanta de esta forma al futuro cercano en el que el sector agroalimentario va a demandar perfiles profesionales más tecnificados y cualificados, y ofrecen así a su entorno social esa oportunidad de adaptación.

Todos se benefician. La cooperativa tendrá profesionales adecuados cerca. Los chicos y chicas aprenderán a saber lo que quieren y a investigar y conocer las posibilidades de su entorno para no tener que irse de su pueblo. Las instituciones fijan población. El sector se fortalece con gente de aquí. Los padres y tutores encuentran razones de esperanza. Eso es RSC con sentido.

En el mundo de la inteligencia emocional hay una recomendación innegociable que usamos muchos profesionales para acompañar a las personas en su crecimiento personal: usa todo para avanzar. Lo recomendamos desde la certeza de que todo lo que nos pasa y todo lo que pensamos, sea agradable o desagradable, nos puede servir para aprender y seguir adelante si nos sentimos capaces de usarlo así. Y en el ámbito empresarial es una recomendación igual de válida que le da un interesante enfoque a las políticas de Responsabilidad Social Corporativa: aprovechar todo para crecer es, en mi opinión, la principal clave de la RSC que funciona y una inmejorable guía vital para las personas.

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