Respons(H)abilidades

La RSC con sentido reduce las diferencias entre empresas sociales y empresas tradicionales

  • En términos de Responsabilidad Social Corporativa, todas las empresas deberían ser sociales independientemente de que tengan esa consideración en su personalidad jurídica

No es ninguna utopía decir que en un futuro no muy lejano todas las empresas serán sociales o no serán empresas. Ya es indiscutible el papel de las empresas como agentes sociales con un impacto social, ambiental y económico inevitable en sus entornos. Y da igual que tengan o no tengan un propósito social en sus estatutos, esto es, da igual que sean sociales o no.

Que todas las empresas -tradicionales o sociales o autónomos o como sean- asuman su responsabilidad en todos sus impactos, que no es otra cosa que asumir su RSC, y que además eso les ayude a ser más rentables, es la cuenta pendiente de la propia RSC, de la sociedad, de las empresas y de las Administraciones.

Fomentar que las organizaciones sean conscientes de su responsabilidad social es lo mismo que fomentar que cada uno de nosotros sea consciente de la suya como ciudadano. Hay ya muchísimas iniciativas que promueven nuestra sensibilización: recicla, ahorra agua, ahorra energía, solidarízate, no uses plástico, compra productos locales, consume productos naturales, etc. Pero no pasa lo mismo todavía con la misma intensidad en el ámbito empresarial.

RSC CON PROPÓSITO SOCIAL

Hay toda una tendencia internacional que impulsa la RSC con propósito social. Su objetivo es que todas las empresas del mundo tengan dos productos o servicios con los que generar resultados: uno es el que le da sentido a su actividad, lo que venden, y el otro es el que le da sentido a su responsabilidad, lo que se proponen resolver.

En esa visión, como consumidores siempre compraremos también dos productos o servicios: el que nos ofrece la marca determinada, y la parte que nos toca del propósito social de esa marca. De esta forma, si el propósito social de mi proveedor habitual de fruta es la inserción sociolaboral de los discapacitados psíquicos, con mi compra estaré satisfaciendo mi necesidad de fruta y además colaborando con ese objetivo social. Es un caso real. Son de Huelva, se llaman Tomates Felices y ya hablamos de ellos en este mismo espacio. Pero ellos ya son una empresa social.

CONCIENCIACIÓN

La Fundación Andalucía Emprende acaba de poner en marcha un programa de mentoring en el que diez empresas de toda Andalucía van a acompañar y asesorar a cinco empresas sociales. El objetivo del proyecto, como describe esta institución pública andaluza en su web, es "movilizar un emprendimiento que favorezca la inserción socio-laboral de colectivos desfavorecidos con formación especializada, el conocimiento y las experiencias de empresas consolidadas".

Personalmente me alegro muchísimo de la iniciativa sobre todo porque es un primer paso en esa necesidad que tenemos de impulsar una visión de los negocios distinta, y porque participan dos empresas de Huelva: Alma Natura, de Arroyomolinos de León, como formadora de las empresas mentoras; y Signos Comunicación, de La Palma del Condado, como empresa mentora voluntaria, que por cierto va a acompañar a Tomates Felices a ser rentable.

Lo que espero, también personalmente, es que no se quede en este primer paso, y que tampoco se quede en las empresas sociales, sino que sea la primera de muchas campañas de concienciación de empresas de todo tipo y de todo tamaño. Ojalá.

REDUCIR LAS DIFERENCIAS

Imaginemos que todas las empresas de Huelva, sean sociales o no, asumen propósitos sociales en su entorno. Imaginemos que por hacerlo consiguen más productividad de sus equipos, más clientes fieles, más ventas, mejor reputación, más facilidades administrativas, más resistencia. Y también imaginemos que así mejoran su producto y resuelven los problemas de sus entornos.

Sí, ya lo sé. Qué bonito mundo de Yupi para resolver las desigualdades del mundo. A mí no me parece tan utópico. No se trata de aumentar el denominado tercer sector, ni dejar toda la responsabilidad social a Administraciones, fundaciones, ONG o asociaciones. Y tampoco se trata de dejar solas con esa responsabilidad a las empresas sociales. Se trata de conseguir que todas las empresas sean sociales. O algo mejor: que no sea necesario el apellido.

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