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Psicología y salud: El estrés emocional

Psicología y salud: El estrés emocional

Psicología y salud: El estrés emocional / H.I (Huelva)

El estrés es la enfermedad del siglo XXI. Tenemos asociado este concepto solo al estrés del trabajo, pero no es así. El estrés, por definición, es un proceso en el cual nos sentimos en alerta física y mental. Ante esta alerta se da una respuesta fisiológica y psicológica en situaciones adversas que no podemos controlar, dado que creemos que no tenemos el tiempo o capacidad que necesitaríamos para solucionarlas.

El estrés en sí no es un problema, sino que es una reacción normal ante una situación que nos va a requerir tomar acción, ya que la vida es puro movimiento. ¿Cuándo pasa a ser un problema el estrés? Es cuando se mantiene el nivel de alerta y, además, la intensidad es muy elevada durante un largo periodo de tiempo. Es cuando hablamos de estas emociones, cuando afecta a nuestra salud.

Hay diferentes tipos de estrés según el tema en cuestión. Por ejemplo, hay estrés laboral cuando se refiere al trabajo, mientras que si se refiere a nuestras relaciones personales o familiares se trata estrés familiar. Igualmente, hablamos de estrés social cuando obedece a relaciones sociales.

Las consecuencias más graves del estrés se aprecian en cómo afecta a muchos órganos y funciones del cuerpo, a la digestión, al corazón, a los músculos y a la respiración.

Los síntomas más evidentes del estrés y en diferentes niveles son los pensamientos, con dificultades de concentración, rumiaciones continuas, olvidos, pensamiento en el futuro constantemente o pensamientos obsesivos; el miedo, la irritabilidad o la ansiedad, a nivel emocional; a nivel físico, dolores de cabeza, tensión muscular en cuello y espalda, problemas gastrointestinales, insomnio, taquicardias, mareos, respiración acelerada o bruxismo; y a nivel conductual destacan el llanto, el aumento del consumo de alcohol y el tabaco, escapar de situaciones o no querer enfrentarse a ellas y las mandíbulas apretadas.

En lo que se refiere a lo emocional, hay dos subtipos de estrés: el agudo, muy habitual, que se da cada vez que nos exponemos o vivimos una situación concreta de angustia, si bien duran poco en el tiempo; y el estrés crónico, el que perdura en el tiempo.

De otro lado, cabe apuntar que el exceso de cortisol oxida y envejece nuestro organismo. Los niveles de azúcar se elevan, sube la tensión arterial y sobre todo el sistema inmunitario se debilita, lo que hace que aumenten todo tipo de enfermedades.

Nos afecta también a nuestro comportamiento inconsciente. Por ejemplo, a nuestra creatividad y también en la toma de decisiones a la hora de tener que elegir. Nos hace sentirnos más vulnerables a que los demás nos manipulen, ya que nos sentimos más débiles emocionalmente. Todo ello redunda en un constante sufrimiento.

Ante ello, hay una serie de claves para mejorar el estrés emocional. La primera es echar el freno. Muchas veces somos nosotros mismos los que nos sobrecargamos con tareas, que además no son realmente importantes. Estamos educados en hacer y hacer, en la sobre productividad y en la eficiencia. Sin embargo, ese exceso de hacer nos suele llevar a un estado de apatía y dejadez, ya que nos olvidamos del placer de disfrutar de la vida.

Otra clave pasa por dedicar tiempo a tu cuidado, ya puede ser haciendo algo de deporte, de mindfulness, leer un libro o dar un paseo. Probar cosas nuevas también te puede ayudar. Compartiendo el tiempo con tus amistades haciendo algo que te guste ayuda a liberar emociones y sentirte que cuentes con personas que te apoyan.

Encontrar las causas del estrés emocional es más fácil con un profesional, en tanto que muchas veces el paciente cree que su estrés viene de la rutina y es muy probable que no sea así porque la raíz del estrés suele ser más profunda y de la vida de cada uno según la lleve.

También ayuda establecer un día a día realista, no como si el día tuviese 36 horas y me planificase muchísimas cosas a la vez. Poner límites es un clásico ya que esto nos afecta de muchas maneras. Al no ser capaces de decir que no, vamos asumiendo y cargando más cosas: "Yo puedo, una cosa más no importa".

Date tiempo, permítele estar mal y no te machaques ni te culpes por estar así. Hay que reconocer nuestro malestar y no por eso somos débiles ni inferiores a los demás. Practica técnicas de relajación y de respiración profunda, pues sirven muchísimo para reducir el estrés. Apúntate a cualquier clase de yoga, pilates. Pero, sobre todo, siempre que puedas consulta a un profesional.

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