Noche de cotillón en El Rocío
La aldea almonteña volvió a 'dar la campanada' en Nochevieja pese a la crisis y el mal tiempo · Tres patrullas de la Guardia Civil velaron por la seguridad en la ermita en la noche de Fin de Año








Siempre igual, pero siempre diferente. La aldea de El Rocío volvió a convertirse la pasada Nochevieja en el lugar de la provincia con mayor número de adeptos para entrar en el nuevo año. Y todo pese al mal tiempo, que dejó las calles de la aldea prácticamente intransitables, y la crisis económica, que también se hizo notar. Aún así, según la Policía Local de Almonte, fueron en torno a 200.000 las personas que disfrutaron de una Nochevieja rociera. Sevilla, Madrid, Córdoba y numerosos pueblos onubenses fueron los lugares de origen más comunes.
En torno a la medianoche, la lluvia dio una tregua a las más de 300 personas, en su mayoría jóvenes, que eligieron los aledaños del Santuario de la Virgen del Rocío para tomar las doce uvas. Un ambiente festivo en el que no faltaron los disfraces y, sobre todo, las bengalas, fuegos y cohetes, que dejaron el recinto, así como el resto de la aldea, envueltos en una nube de humo y pólvora al término de las campanadas.
Tres patrullas de la Guardia Civil velaron frente a la ermita por el mantenimiento de la normalidad, sobre todo en la explosión de júbilo acontecida tras la entrada en el nuevo año, con lluvia de cava, petardos y otros fuegos de artificio. Otros optaron, por el mal tiempo, recibir al 2009 en el calor de las casas tras celebrar en grupo la última cena de 2008.
Tras el trasiego de vehículos de las primeras horas del año, la lluvia volvió a hacer presencia, trasladando al interior de las casas y a numerosas terrazas el ambiente de la fiesta que, como cada año, fue de lo más variopinto: desde altavoces y luces de colores con la música más actual, a las sevillanas y rumbas de siempre al compás de guitarras, cajones y panderetas.
Los días previos a la Nochevieja la llegada de personas a la aldea fue constante, si bien sensiblemente menor a otros años, debido, en parte, a la fecha de las fiestas, al mal tiempo o la crisis, que dejó colgado el cartel de 'se alquila' en muchas de las casas. Pero fue durante la tarde del 31 cuando más entrada de vehículos se registró, siendo difícil incluso encontrar un hueco para aparcar en las calles más concurridas.
La tarde plenamente invernal invitó a muchos aficionados a los paseos a caballo o carriola por la aldea y los alrededores, dibujando así las estampas más rocieras de esta Navidad. Que volvieron a repetirse durante la jornada de ayer, en la que numerosas familias al completo se desplazaron hasta sus casas para disfrutar de la jornada festiva. Los jóvenes fueron abandonando la aldea progresivamente durante las últimas horas de la tarde para volver a sus lugares de procedencia, sin que se registrasen ningún tipo de retenciones o problemas de tráfico significativos.
Fue también una jornada propicia para las visitas a la ermita y la ofrenda de velas a la Virgen, que nunca estuvo sola en su templo entre las ocho de la mañana y las siete de la tarde, tiempo en que estos días permaneció abierto el santuario. Caída la noche, la aldea quedó como los días anteriores a la Nochevieja, pero sólo hasta el año que viene, en el que la costumbre de despedir el año en El Rocío vuelva a reavivarse, con sus mismos ingredientes, pero también con peculiaridades distintas.
Hosteleros, comerciantes y empresarios han notado los efectos de la coyuntura económica actual. Las casas que este año se alquilaron días antes de las fiestas ya estaban alquiladas mucho tiempo atrás en anteriores años, si bien los precios no se redujeron, oscilando entre los 1.500 y los 2.500 euros por un período medio de cinco días. De este modo, y pese a la crisis, despedir el año en El Rocío sigue siendo una alternativa relativamente barata, que dependiendo del número de ocupantes de la casa, oscila entre los 150 o 200 euros por persona, costo incluido.
Las inmobiliarias estuvieron hasta última hora realizando gestiones de alquileres, moviendo precios o enseñando casas, aún así muchas se quedaron vacías. "Este año todo está más flojo, la gente se está guardando de hacer gastos innecesarios por lo que pueda venir", explica Manuel Gallardo. Él vive desde hace un año en El Rocío y vende lotería desde hace nueve a las puertas de la ermita y también ha notado la crisis: "Aquí siempre hay gente, la iglesia nunca ha está vacía, pero la venta ha bajado un 50 por ciento, ya no vendo como antes y es claramente por la crisis".
Salvo incidentes puntuales sin graves consecuencias, la normalidad ha sido la tónica habitual durante los días fuertes del Plan de Seguridad de Navidad, que comenzó el 19 de diciembre y permanecerá hasta el 6 de enero.
La Policía Local de Almonte señaló que no se han producido sucesos que destacar, si bien reconoció que la actividad ha estado marcada por la gran afluencia de personas hacia la aldea que en años anteriores ha llegado a aglutinar en hasta 200.000 personas.
El Plan, que comprende la presencia coordinada de Policía Local, Guardia Civil y Policía Autonómica, se ha saldado con numerosas actuaciones, aunque ninguna de gravedad. Fueron candelas en la calle, accidentes de vehículos, sin daños físicos, altercados y elevado ruido por música.
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