Laura Luelmo

La juez deniega a Montoya el análisis de un tazón y un mechero para implicar a su ex en el crimen

  • Bernardo solicita que se le pase del módulo de aislamiento al régimen ordinario en el centro penitenciario Sevilla II

Tres agentes de la Guardia Civil custodian la vivienda del número 1 de la calle Córdoba de El Campillo, escena del crimen de Laura Luelmo y casa de Bernardo Montoya.

Tres agentes de la Guardia Civil custodian la vivienda del número 1 de la calle Córdoba de El Campillo, escena del crimen de Laura Luelmo y casa de Bernardo Montoya. / EFE (El Campillo)

La titular del Juzgado de Instrucción 1 de Valverde del Camino, que investiga el mediático crimen de Laura Luelmo, ha denegado a Bernardo Montoya –principal imputado por el secuestro, la agresión sexual y el asesinato de la profesora zamorana en diciembre de 2018– la realización de una diligencia de entrada y registro en el número 1 de la calle Córdoba de El Campillo para requisar y analizar un tazón en el que afirma que la otra investigada por este asunto, Josefa Carmina G.C. (su ex), estuvo tomando café el día de autos.

La relevancia de esta prueba para la defensa es evidente, puesto que ubicaría a la jerezana, expareja de Montoya, en el escenario del crimen, circunstancia que ella desmiente. El abogado de Bernardo, Miguel Rivera, indica a Huelva Información que el motivo de la jueza para rechazar su solicitud es que, a estas alturas, "el tazón puede estar contaminado", habida cuenta de que la vivienda campillera en la que se produjo presuntamente el ataque a la joven "había sufrido un asalto" por parte de un grupo de vecinos enfurecidos en enero de 2019.

Asimismo, la instructora de la causa ha desechado la posibilidad de que se recupere un mechero "que debe estar en Objetos Retenidos de la prisión de Huelva y que Bernardo dice que también tiene que tener huellas de Josefa", precisa el letrado. Con iniciativas como esta, Rivera pretende demostrar que Josefa Carmina sí mantenía una estrecha relación con su representado. "Los funcionarios de la prisión recogen los objetos con las manos enguantadas, así que aquí no hay riesgo de contaminación", señala ofuscado por la denegación judicial.

No obstante, "no la voy a recurrir porque esta defensa va por otro lado, ya nos veremos las caras", remata. En la misma línea remitió recientemente a la autoridad judicial la petición para "rescatar el teléfono móvil de Bernardo, que debe estar en el cuartel de la Guardia Civil de Valverde del Camino". En él se deberían conservar, dice, unos audios intercambiados entre los dos investigados por el crimen de Laura que corroborarían "que los dos tenían contacto en los días y las horas previas" a los hechos, por lo que Josefa Carmina "habría faltado a la verdad".

Rivera tampoco tiene todavía en sus manos los resultados de las pruebas urológicas y forenses que se le realizaron a Montoya el pasado septiembre en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, con los que quiere demostrar que su cliente sufre impotencia sexual. "Han pasado ya cinco meses y seguimos sin saber nada; me lo están poniendo muy fácil para alegar que se está produciendo una vulneración del derecho a la defensa", sentencia.

Por el momento tampoco ha recibido la citación para que un forense del Instituto de Medicina Legal le realice el preceptivo examen psiquiátrico, autorizado por la jueza y cuyos resultados podrían ofrecer al jurista las herramientas necesarias para sustanciar que su representado padece un trastorno de la personalidad.

La estrategia es clara: quiere buscar posibles desórdenes mentales para tratar de amarrar circunstancias atenuantes que alejen a Montoya de la prisión permanente revisable, pena máxima que –previsiblemente– solicitarán las acusaciones por el daño causado a Laura Luelmo.

De otro lado, Miguel Rivera señala que su cliente "no puede continuar en el módulo 13 de Sevilla II (Morón de la Frontera), donde ya lleva más de un año en situación de aislamiento y esto no puede seguir así". Por ello ha solicitado a su "paso al régimen ordinario", un asunto que tendrá que resolver finalmente el titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria 11 de Sevilla.

Hay que tener en cuenta que Montoya está además clasificado en el régimen FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento), donde se incluyen los reclusos más peligrosos y sobre los que se ejerce un control más exhaustivo. "La restricción es total, tanto en horarios como en comunicaciones con el exterior o con otros presos", apunta el letrado.

Esto está provocando a su patrocinado "problemas para conciliar el sueño, sufre alucinaciones, no cena siquiera; solo le permiten ver la televisión y así atempera este tiempo".

El abogado avanza, además, que en el caso de que el magistrado deniegue a Montoya su trasvase al régimen ordinario de la prisión "lo recurriremos".

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