José Tierra Guerrero: Pepe “el Mosquito”
Gentes de aquí y de allá
Ha desarrollado gran parte de su vida en Punta Umbría

Punta Umbría/El otro día me decía un amigo que yo no escribía sobre “los creadores” de Punta Umbría. Pero yo creo que se equivocaba, que él quiso decirme que no escribía de los primeros pobladores. Y claro que escribí de ellos, basta con repasar los más de 150 artículos que he publicado. Además, le dije en varias ocasiones que yo escribo de personas, no solo de Punta Umbría, sino de “aquí y de allá”, y de muchas que destacan o han destacado en este pueblo. También le animé a que él escribiera de las personas que crea conveniente y que a mí se me han podido pasar. Sería un buen complemento a mis escritos. No obstante, a mí me quedan muchos todavía y además, muchas personas de las que yo hago su biografía están creando Punta Umbría día a día. El pueblo lo hacemos todos, aunque no hayamos nacido aquí.
Hoy, por ejemplo, traigo a estas páginas a una persona que, sin ser de aquí, es de “allá”, pero ha desarrollado gran parte de su vida en Punta Umbría porque su madre sí que nació aquí, aunque vivió casi toda su vida en Bruselas.
José nació en Villa Sanjurjo, bonita ciudad de Marruecos, el día de Reyes, 5 de enero de 1943. Tuvo una infancia muy irregular, porque su padre, que era militar, tuvo un accidente con un arma y falleció a los tres meses de que Pepe viniera al mundo. Al poco tiempo su madre se marchó a Bruselas en busca de una vida mejor y, con ella, nuestro amigo José, que aún era muy pequeñito. Tuvo una vida muy difícil, lo que pasa es que él siempre derrocha buen humor y se buscaba las “habichuelas” como podía.
Con apenas 14 años volvió a su ciudad natal y empezó a trabajar. Vivía en la casa de su abuela en la ciudad antes mencionada y que hoy se llama Alhucemas, donde ocurrió el célebre desembarco de Alhucemas y que hoy es una fuente de turismo situada a orillas del Mediterráneo. Trabajaba en una pastelería, pero era tan glotón que un día se comió tantos pasteles y se puso tan malo que se pasó toda la noche en el baño.
Pronto volvió a Bruselas y como él era muy divertido, se enteró de que había un concurso de baile Twist y decidió presentarse. Fue con su madre y sus tíos y, de los cuarenta que se presentaron, José quedó el tercero, lo que para él fue todo un orgullo.
Era muy atrevido y en una ocasión se vino desde Bruselas hasta Alicante en coche sin tener el carnet de conducir. Eso sí, no tuvo ni el más mínimo percance, aunque a la vuelta, que le acompañó su tío José sin saber que él no tenía el permiso de conducir, recuerda que al pasar por las afueras de París les cayó una gran lluvia que era como el “diluvio universal”, pero tampoco le pasó nada.
Donde sí tuvo un accidente fue cuando se embarcó para ir de pesca en un barco de Punta Umbría cuyo nombre duda sobre si se llamaba "Hermanos Moro” o “Hermanos Morón”. No lo recuerda muy bien pero lo que no se le olvida es que naufragaron frente al cabo de Trafalgar y fueron rescatados por un helicóptero. Dice que por alguna parte debe tener un periódico donde se relata la noticia de aquel accidente marítimo.
Yo lo conocí hace unos 50 años y en principio solo nos saludábamos al cruzarnos por el pueblo. Pepe es una persona muy educada y por la forma de hablar siempre creí que era portugués. Y es que él habla varios idiomas como el marroquí, por sus años infantiles; el flamenco, por sus años en Bélgica; y el portugués, de la época en que vivió en Lisboa.
Pero cuando lo conocí a fondo fue cuando unos jóvenes animosos montaron, junto con la Escuela de Vela de la playa de La Canaleta, un chiringuito alternativo con música en directo, conferencias, exposiciones, cuenta cuentos para los niños u observaciones nocturnas para ver el firmamento y reconocer a las estrellas. En definitiva, un chiringuito fuera de lo habitual, y contrataron al bueno de Pepe como guarda por las noches, porque él ya estaba en la playa trabajando con Rafael, que tenía allí un negocio de motos de agua. Pero él se pasaba el día entero allí porque le cogió tanto cariño a esos jóvenes animosos llamados Jesús, Augusto, Fernando, José Marcos, Borja, Moncho, Emilio, y Juanjo, a los que él llama “mis niños”, y también Rufi que siempre le ayudó y ayuda mucho porque se portan muy bien con Pepe, al que todos en Punta Umbría conocen como Pepe “el Mosquito”.
Hace unos años, con motivo del Día Mundial del Turismo, el Ayuntamiento de Punta Umbría le otorgó al Mosquito un premio por haberse convertido en todo un símbolo y haber atraído a tantos jóvenes de todas las nacionalidades hasta este rincón del sur de España, además de ser una referencia en internet como un lugar donde ir y aparecer en numerosos reportajes de medios de comunicación de carácter nacional. Se celebró un acto en el salón de plenos municipal y el encargado de recoger el galardón fue el propio Pepe, ya que los propietarios del negocio lo designaron a él porque estaba tan entusiasmado e ilusionado que no querían que se perdiera este momento de alegría y de gloria. Es algo que no se olvidará jamás porque fue una vivencia entrañable a la que además asistió perfectamente trajeado y con corbata, lo que no pasó desapercibido, acostumbrados como estamos a verlo en la playa descalzo y en bañador.
Él se casó dos veces y ninguna de las dos le fue bien. Ya lo dije al principio, José Tierra Guerrero ha sido toda su vida un hombre sin suerte. Hizo de todo en su vida: trabajó de albañil, de aparcacoches junto al Oliver, de marinero, con naufragio incluido. Pero es ahora por fin cuando la vida le sonríe, porque está trabajando con “sus niños”, que lo adoran y lo respetan y él se siente muy querido, algo que le ha faltado toda su vida pero que ahora lo tiene, porque todos los clientes lo aprecian y lo quieren. No quiero dejar de nombrar a su sobrina Pilar que lo quiere muchísimo, lo adora. Tanto es así que cuando se pone malito o lo ingresan en el hospital, son muchos los jóvenes que lo visitan. Pepe por fin encontró un lugar donde sentirse feliz. Ya le tocaba.
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