De completos desconocidos a familia: "Lo importante es que estos niños sepan lo que es tener una figura materna o un hermano"
FAMILIAS COLABORADORAS
María y David animan a los onubenses a participar en el proyecto: "Con nosotros sabe que es importante y que tiene gente que se alegra de sus logros"
Aunque algunos de estos vínculos acaban convirtiéndose en adopciones, el objetivo de las familias colaboradoras es "entrar en el engranaje para que el niño tenga una vida plena"
Cerca de 200 menores viven en centros de protección de Huelva: 39 de ellos esperan una familia colaboradora

Cuando María (46), David (49) y Martín (10) se conocieron, no había mucho de lo que hablar. Ellos estaban nerviosos y cada vez más cerca de tomar una decisión importante, y él solo era un niño con un pasado complicado. Un encuentro de apenas una hora -lo que se tarda en merendar- serviría para poner la primera piedra, dibujar el primer recuerdo que uniría a aquellos desconocidos en un gran reto común.
"Nuestro objetivo era que el niño supiera lo que es una familia y que tuviera esa referencia. Cuando cumpla 18, sabe que seguirá teniendo una red de apoyo a la que acudir si lo necesita. Hay niños que están en los centros de protección de menores y que se llevan toda la vida sin saber lo que es una familia, sin tener la sensación de que puedes compartir tus alegrías y tus penas con un referente paterno y materno".
Han pasado algunos años de eso, pero a la pareja aún le conmueve el empeño del niño por "dejar algo personal en casa" -un cepillo de dientes, ropa, un pijama o juguetes-. Una señal de que hay algo material que lo lleva de nuevo a ellos y que, en cierta manera, le obliga a regresar allí más pronto que tarde.
María sabe leerlo entre líneas. "Se da cuenta de que aquí tiene un vínculo más donde puede estar seguro y tranquilo". Su marido, David, coincide en que "es algo que nos repetían desde el centro. Muchos de estos niños no tienen referencias sobre lo que es una familia. Están en un centro con gente que no son sus hermanos, aunque allí también hacen un gran trabajo". Recuerdan que "con él fue todo muy fácil desde el principio. Es un niño muy agradable y simpático. Se nota mucho esa tranquilidad. Es uno más cuando viene a casa y creemos que se siente en su zona de confort", contaba.

Mateo, de ocho años e hijo de la pareja, también sintió ese flechazo. Cuentan sus padres que los dos congeniaron desde el primer momento. Para ellos quizás fue algo más fácil romper el hielo que para los adultos. De hecho, solo hizo falta una pelota. "Les encanta el fútbol y comparten esa afición. Tendrías que verlo, es un vínculo que va madurando día a día", cuentan María y David. Ahora, se ven, se abrazan y siempre están juntos haciendo algo. "Se pelean, se molestan y se fastidian como hermanos".
Con el paso del tiempo, María y David se han convertido en los que "insisten en que saque buenas notas y lo animan a que estudie". Simples acciones que pueden hacerle ver "que es importante y que tiene gente que se alegra de sus logros". Hasta que cumpla los 18 y también después, "sabe que su vida es compartida con nosotros y que sus alegrías también lo son. Para las dificultades, por supuesto, también nos tiene. Pero también al contrario. Somos esa otra pata de la mesa que complementa a todas las que ya tiene".
Martín pasa con ellos los fines de semana, días en Navidad, en verano y puentes. A veces, van al cine, cogen la autocaravana, van a la playa o al camping. Otras, simplemente hacen la compra, dan un paseo o duermen la siesta en casa. "Desde el centro nos dijeron que no siempre tenemos que hacer planes muy chulos. Seguimos con nuestra vida normal y, aunque hacemos muchas actividades, intentamos ser nosotros mismos con él. El día a día de lo que sería una familia normal y corriente".

"Un eslabón más dentro de una gran cadena para que a este niño le vaya bien en la vida"
En la entrevista inicial, desde el centro de menores y asociación 'Crecer con futuro' -que media entre el centro y la familia- definieron el papel de María y David como el de una pieza más dentro de un gran puzzle. "Un elemento sería el centro, otro los amigos, y otro seríamos nosotros. Entre todos, intentaríamos que a este niño le fuera lo mejor posible en su vida y esa es la filosofía", añade David. Aunque algunos de los vínculos acaban convirtiéndose en adopciones, la "función de una familia colaboradora es entrar en ese engranaje para que el niño tenga una vida plena, con necesidades familiares y emocionales cubiertas".

A los que se plantean la idea pero tienen miedo, María les diría que "se animen, que el centro de menores está siempre guiando, que 'Crecer con futuro' te apoya durante todo el proceso y que al final son solo niños. Es un camino bonito y divertido, con dificultades en ciertos momentos, aunque una experiencia muy enriquecedora para todos los que la experimentan".
También te puede interesar
Lo último