Gente Inteligente

Inteligencia emocional contra la dependencia tecnológica

  • La conexión internauta engancha, y la dependencia de la tecnología hasta extremos patológicos es una problema social emergente que necesita mucha conciencia emocional

Inteligencia emocional contra la dependencia tecnológica

Móviles de última generación en su bolsillo; tabletas y televisores saturados de oferta en su sofá; procesos de trabajo plenamente digitalizados en su trabajo; softwares en constante evolución adaptados a sus rutinas; redes sociales donde discurre una gran parte de su vida personal; APP, Alexas y otros gadgets para digitalizar su hogar… La tecnología se ha apoderado de nuestras vidas, literalmente, y no siempre para bien. Por eso, merece la pena reflexionar sobre cómo los usamos y sobre lo necesaria que es la inteligencia emocional contra la dependencia tecnológica que está provocando nuevos y serios perjuicios para la salud.

El tecnoestrés (que ya no lo ponen en rojo los correctores, y por algo será) es un problema psicosocial emergente directamente relacionad con la dependencia y el mal uso de las nuevas tecnologías, que ya no son tan nuevas. Y es que son adictivas, y tenemos la percepción de necesitarlas hasta el punto de modificar nuestras conductas y generarnos problemas de salud.

No soy tan mayor -o eso creo-, y recuerdo perfectamente cuándo el correo electrónico llegó y se hizo imprescindible. No hace tanto. Hoy ya ni siquiera es fiable por culpa del spam. Las mensajerías instantáneas han elevado a extremos insospechables, y a la velocidad de la luz, la necesidad de inmediatez en la comunicación y, con ella, también la necesidad de respuesta.

Nos hemos vuelto seres impacientes, metidos y metidas en la urgencia. Queremos que una web se cargue en milésimas de segundo; que todas las aplicaciones funcionen fluidas; que los avisos nos lleguen inmediatos; que la gente nos conteste sobre la marcha… Reconózcalo. Usted también le ha dado alguna vez alguna vuelta a la cabeza cuando ha visto las dos rayitas de leído del WhatsApp sin obtener respuesta. ¿Cuánto le duró el pensamiento? No se preocupe mucho de momento, pero ese es uno de los muchos indicadores que le avisan de si las tecnologías le están ayudando o le están haciendo sufrir.

La dependencia de los teléfonos móviles hace difícil concebir las relaciones personales sin ellos. La dependencia de los teléfonos móviles hace difícil concebir las relaciones personales sin ellos.

La dependencia de los teléfonos móviles hace difícil concebir las relaciones personales sin ellos.

La adicción a las tecnologías

Según publicaciones sobre el tema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que una de cada cuatro personas sufre trastornos de conducta asociados a las nuevas tecnologías. Y adivine cuáles son los colectivos más vulnerables… La infancia y la adolescencia viven conectadas desde edades cada vez más tempranas, y nada podemos hacer si quienes les educamos no nos damos cuenta de nuestras propias limitaciones.

En la base de esa adicción está nuestra madurez emocional. Cuando se sufre esta dependencia, se entra en una círculo vicioso en el que, para aliviar el malestar emocional, se buscan las tecnologías. Por eso, aprender a usarlas es lo más importante. Porque algo que te puede facilitar tanto la vida no puede convertirse en una cadena que te robe la libertad. Y si no se da cuenta, venga, aquí estamos para apoyarle a vigilar. Pero si ya es consciente y no hace nada… Ahí es donde entra con todo su poder la inteligencia emocional.

Indicios que le avisan de que algo no va bien

Aquí van algunas señales a observar y, sobre todo, a observarse, para poner límites y mantener una relación sana con sus dispositivos. Y recuerde que, si necesita guiar a quienes son más vulnerables, recuerde que lo primero es dar ejemplo.

Empiece por hacerse usted consciente de cuánto tiempo pasa conectado o conectada, o usando la tecnología en cualquiera de sus formas. Compárelo con el que dedica a otras cosas importantes de su vida. ¿Está descompensado?, ¿se puede equilibrar? ¿Se queja la gente se su entorno y le suele llamar la atención por eso? No desoiga esas señales.

Una escena cada vez más habitual en nuestra vida cotidiana. Una escena cada vez más habitual en nuestra vida cotidiana.

Una escena cada vez más habitual en nuestra vida cotidiana.

Hay quienes, con la sola idea de estar sin internet, sienten ansiedad, y quien le roba horas al sueño por seguir chateando o consultando redes un poco más... Mala combinación, porque el sueño es tan importante para el equilibrio de su estado de ánimo que no respetarlo le hará más difícil no caer en el vacío emocional de la desconexión si se va la señal, se olvida el móvil o no hay cobertura. ¿Cómo lleva usted todo eso? El pánico irracional a estar sin móvil existe y ya tiene nombre: nomofobia.

Si no sabe qué hacer cuando no tiene conexión; si le invade la tristeza o la inquietud por ‘no saber qué está pasando’ o por pensar ‘todo lo que se está perdiendo’; o si pierde a menudo la noción del tiempo delante de su móvil o su tableta… Tenga cuidado.

Revise también si consulta sus mensajerías o sus redes compulsivamente. O cuánto tiempo le dura el subidón de un comentario positivo o un ‘like’ y cuánto el bajón del silencio o, lo peor, de un comentario negativo de alguien que, posiblemente, ni siquiera conoce personalmente.

Hay quien desarrolla grandes habilidades sociales en las redes, o una constante exposición positiva vital, y, sin embargo, se ve incapaz de iniciar una conversación con quien va en el asiento de al lado en un transporte público. ¿De qué calidad son sus relaciones personales presenciales?

Si cree que sólo puede conocer gente en las APP; si empieza a notar que se relaciona más a través de un teclado que directamente; o si se le están complicando las relaciones con la familia o con las amistades cercanas por una irascibilidad más frecuente… Reflexione si necesita algún cambio.

Y después, también, están los efectos físicos. Como siempre el cuerpo, más inteligente a veces que su dueña o su dueño, lanza advertencias que no se pueden obviar demasiado tiempo como dolores de cabeza recurrentes, de espalda, contracturas, deterioro de la vista...

Si ha llegado hasta aquí en la lectura, puede que haya puesto cara y nombre a algunos de estos indicios, y esté pensando que es momento de actuar. Pues desde reducir el número de horas estableciendo límites hasta pedir ayuda, hay otras muchas acciones inteligentes que puede emprender o recomendar y que son de sentido común.

Retomar actividades placenteras o saludables que se hayan abandonado; programar planes sociales que impliquen interactuar con otras personas, y si son al aire libre mucho mejor; y, sobre todo, compartir sus sentimientos y ser muy consciente de sus emociones. Esa es la madurez emocional que le saca todo el beneficio a la tecnología sin sufrir.

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