Huelva

Huelva corresponde a Ana Vives Casas

  • Representantes de todos los sectores de la ciudad, de la provincia y compañeros de profesión rinden con profundo dolor un homenaje a una mujer que se convirtió en onubense por decisión propia

El Tanatorio Atlántico de la capital onubense fue el escenario en el que ayer, representantes de todos los sectores de la ciudad y de la provincia, además de un gran número de profesionales de los medios de comunicación locales, rindieron homenaje y despidieron a Ana Vives Casas, directora de Huelva Información, fallecida el pasado viernes.

Huelva fue la ciudad elegida por Vives Casas para vivir y desarrollar su profesión desde abajo, una tierra que amaba, le dolía y defendía con su mejor arma, su pluma, con la que demandaba todo aquello que la hiciera más fuerte y competitiva. En reconocimiento a esta onubense por derecho propio, fue incesante la llegada de personas que acudieron al tanatorio para presentar sus respetos a la directora, la amiga, la hermana y la compañera.

Así lo hicieron el alcalde de la ciudad, Gabriel Cruz, acompañado por la teniente de alcalde María Villadeamigo y Elena Vázquez, la presidenta de la Diputación de Huelva, María Eugenia Limón, la directora del Puerto de Huelva, Pilar Miranda, el director de la Fundación Caja Rural del Sur, Emilio Ponce, la coordinadora del IAM, María Martín, los concejales Jaime Pérez (PP) y Guillermo García de Longoria (Ciudadanos) el presidente de Huelva Port, Antonio Ponce, el director de El Corte Inglés, Manuel Vargas, la responsable de comunicación de Cepsa Huelva, Teresa Millán, la delegada de la Fundación Cajasol Mati Valdivia, el exdirector de Huelva Información Fernando Merchán, Juan Manuel Quilón, presidente de CSIF, el gerente de Adarsa, Pedro Weickert, la consejera de Caja Rural del Sur Yolanda Pelayo, la vicerrectora de Extensión Universitaria de la Universidad de Huelva, Joaquina Castillo, el presentador Diego Lopa y los fotógrafos María Clauss y Paco Gil, que recientemente retrató a Ana Vives Casas para la exposición Las Caras de Huelva.

El dolor sincero y la incredulidad se mezclaban a partes iguales. Habitantes de una ciudad pequeña en la que todos la conocían e incluso habían visto hace poco, una ciudad en la que ayer parecía que el sol no se atrevía a salir del todo.

Luchadora hasta el fin y ejemplo de fortaleza para todos bajo esa apariencia frágil, los allí congregados recordaban su profesionalidad a prueba de bomba y la minuciosidad y el extremo cuidado por los detalles. La máxima previsión por bandera y la organización que tanta tranquilidad daba a su alrededor, porque Ana ya lo tenía pensado todo con una antelación que rozaba lo sobrenatural.

Eran muchos los que ayer se sentían huérfanos y vacíos y recordaban ese mantra tan suyo de “siempre adelante”, que incluso aparecía en el estado de su teléfono móvil. “Hay que seguir, por la Vives”, se oía a algún amigo del alma con la voz quebrada. Por ella, por su legado, Lugardo, Javi, Óscar, Antonio, Teresa, Raquel, los dos Albertos, Josué, Eduardo, Manuel, Alejandro, Jordi, Pilar, Rafa, Katy, el otro Javi, Nieves, Fabiola y su hermana Yayi lamentan la pérdida la directora que les enseñó, que les comprendió, que les hizo la vida más fácil en tiempos de tribulación, que sacó de ellos lo que ni sabían que tenían y que sobre todo les escuchó siempre como si no tuviera absolutamente nada más importante que hacer en ese momento.

Un equipo arropado por José Joly, presidente del Grupo Joly, empresa editora de Huelva Información, el director de publicaciones y contenidos, José Antonio Carrizosa, el director de Recursos Humanos, José Antonio Matz y el director adjunto del periódico, Juan Antonio Romero.

Cuando el maestro de periodistas Ryszard Kapuscinski decía aquello de que “Para ser buen periodista hay que ser buena persona”, estaba pensando en Ana sin saberlo. Por eso ayer sus compañeros y amigos no podían creer que ya no podrían contar más con su ayuda y su complicidad, “era única”, se oía una y otra vez. Y así, intentando reconfortarse mutuamente compartían anécdotas vividas, como la de una amiga que, sin saber si reír o llorar, recordaba cómo siempre que pedía el vino tinto que tanto le gustaba y no se lo traían a la temperatura adecuada, torcía el gesto y decía aquello de “es que no hay manera”.

Discreta hasta el paroxismo, así se ha marchado, sin hacer ruido, porque Ana no decía nunca una palabra más alta que otra y muchísimo menos una palabra de sobra. Ha sido en Huelva, la ciudad que no la vio nacer pero sí disfrutar, crecer, reír, compartir y sufrir. La tierra que eligió y en la que ayer demostró, aunque no lo dudaba nadie, que era profeta. La ciudad que le ha sabido devolver todo lo que Ana le ha ofrecido.

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