Huelva

Doñana: 50 años de frágil equilibrio

  • La protección de la que disfruta se ve amenazada por tragedias y proyectos que atentan contra él

Flamencos en el espacio de las marismas de Doñana.

Flamencos en el espacio de las marismas de Doñana. / Alberto Domínguez (Huelva)

El desastre ecológico de Aznalcóllar que el año pasado cumplió dos décadas de negro recuerdo; el incendio que hace apenas dos se quedó a sus puertas; proyectos de construcción de viviendas felizmente olvidados; oleoductos que se descartaron y almacenes de gas que siguen pendientes de su resolución; una carretera eternamente proyectada y que ahora forma parte del ideario programático del partido que gobierna en la Junta de Andalucía y que amenaza con su asfalto; un dragado que hace unas semanas fue enterrado en una sentencia y unos pozos ilegales que abrieron un conflicto todavía no resuelto entre la defensa del medio ambiente y la creación de riqueza, demuestran por un lado que la celebración del medio siglo desde que Doñana fuera declarado Parque Nacional, debe hacerse de manera vigilante para que un ecosistema único siga siéndolo; por otro, el convencimiento de que sólo una protección rigurosa lo preservará para las próximas generaciones de la misma manera que lo disfrutamos ahora. Medio siglo para reflexionar sobre la implicación de la sociedad entera en garantizar el futuro de un enclave cuya supervivencia se decidió por casualidad, pero cuyo futuro debe estar absolutamente planificado.

Uno de los accesos al Parque Nacional de Doñana. Uno de los accesos al Parque Nacional de Doñana.

Uno de los accesos al Parque Nacional de Doñana. / Alberto Domínguez (Huelva)

Fue el suelo de José AntonioValdés para preservar Doñana y la fundación de un instituto de investigación, el que permitió crear en enero de 1965 la Estación Biológica de Doñana, creada por José Ibáñez Martín, a la sazón presidente delConsejo Superior de Investigaciones Científicas. Entonces se comenzó a atraer la atención del mundo científico por el espacio de Doñana. Cuatro años después de que la recién creada organización WWF comprara 9.900 hectáreas de marismas, dunas y pinares, el Consejo de Ministros –según se dice mediante engaños al anterior régimen que pretendía la explotación industrial del entorno– declaró Parque Nacional una zona que por entonces contaba con 35.000 hectáreas y hoy tiene más de 54.251 y que suma 128.385,82 con el entorno del preparque. Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 1994 y Reserva de la Biosfera en 1980, Doñana se encuentra desde hace dos años en la Lista Verde de Áreas Protegidas y Conservadas de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Flamencos en las marismas del Parque de Doñana. Flamencos en las marismas del Parque de Doñana.

Flamencos en las marismas del Parque de Doñana. / Alberto Domínguez (Huelva)

La conciencia colectiva sobre su preservación, así como la implicación de las instituciones internacionales dedicadas a preservar y defender su protección parecen garantizar un futuro tranquilizador. No obstante, las amenazas han estado, prácticamente desde su inicio, acechando todas y cada una de sus hectáreas. Las catástrofes naturales y, especialmente, provocadas por la negligencia humana, tampoco le han permitido un minuto de respiro.

La mayor de esas catástrofes se registró en 1998, el conocido como desastre de Aznalcóllar, producido por un vertido de lodos tóxicos que afectó tanto al parque nacional como natural causado por la rotura de la balsa minera, propiedad de la empresa sueca Boliden. El coordinador de WWF para Doñana, Juanjo Carmona, aseguró en referencia a este vertido que “los desafíos han dejado claro que la conservación de estas marismas es inviable si no se tiene en cuenta lo que ocurre fuera de los límites administrativos del espacio natural”.

El incendio en Moguer se quedó a las puertas del espacio protegido. El incendio en Moguer se quedó a las puertas del espacio protegido.

El incendio en Moguer se quedó a las puertas del espacio protegido. / Alberto Domínguez (Huelva)

Hace apenas dos años, la amenaza de la tragedia volvió a poner en marcha todos los mecanismos de protección, cuando un incendio en una carbonería de Moguer arrasó más de 8.500 hectáreas y que si bien no afectó directamente a la superficie de parque nacional, sí arrasó más de 6.761 hectáreas del conocido como preparque.A pesar de la labor de reconstrucción que se ha llevado a cabo desde entonces y que afectó a infraestructuras turísticas, sus restos todavía son visibles a día de hoy.

A todas estas hay que sumar las continuas amenazas que en este medio siglo han sido de diversa índole, algunas ya descartadas como la construcción de más de 30.000 viviendas en la duna de El Asperillo a finales de los 80, la de un oleoducto para la refinería Balboa o el dragado de profundización del Guadalquivir, al que el Supremo ha dado carpetazo definitivamente hace unas semanas por su afectación al nivel de las aguas del parque natural.

Pozos ilegales en el entorno del Parque. Pozos ilegales en el entorno del Parque.

Pozos ilegales en el entorno del Parque. / H. I. (Huelva)

Otras aún siguen ahí como la carretera Huelva-Cádiz que algunos continúan empeñándose en hacer una realidad. Sin ir más lejos el presidente de los populares onubenses, ManuelAndrés González, ha vuelto a ondear una bandera que, reconoce, es una de las promesas del programa electoral del PP en las pasadas autonómicas y que, asegura, se estudia para proponer una alternativa “que no afecte al Parque”, una opción que se antoja más que compleja.

También se encuentra todavía en trámites el proyecto de almacenamiento de gas en el subsuelo de Doñana, que ha suscitado el rechazo tanto social como de distintas administraciones, entre ellas la europea, recomendando una evaluación conjunta de sus impactos, algo que, al menos de momento, parece hacer detenido los planes de la gasística.

Parte de la fauna del Parque que acoge numerosas especies. Parte de la fauna del Parque que acoge numerosas especies.

Parte de la fauna del Parque que acoge numerosas especies. / Alberto Fernández (Huelva)

A esto hay que sumar otro que, a pesar de haberse dado la simple –al menos en teoría– solución de hacer cumplir la ley, está lejos de haberse solventado del todo. El estado crítico de las masas subterráneas que nutren el espacio natural como consecuencia, fundamentalmente, de su extracción ilegal para uso agrícola es, a día de hoy, la principal de sus amenazas. Después de décadas de inacción, denunciada constantemente por grupos ecologistas, hace un par de años que las administraciones han reaccionado aprobando y ejecutando el Plan de Ordenación de Regadíos de la Corona Norte Forestal y se ha procedido al cierre de pozos ilegales, una labor que se ha incrementado en las últimas semanas.

Durante años se miraba para otro lado, incluso con la regularización de situaciones que estaban lejos de admitirse; ahora, la tabla rasa que se ha hecho ha levantado agravios entre quienes se sienten tratados de otra manera. La última ha sido el plante durante días de varios agricultores delante de unos pozos sobre los que pesaba la orden de clausura y la intervención de los agentes de la Guardia Civil. En el fondo, vuelve a estar sobre la mesa el eterno problema de la compatibilidad entre el desarrollo y la preservación del entorno.

La lucha entre las administraciones tampoco ayuda a dejar este asunto fuera de cualquier tipo de debate y de vez en cuando, regresa para ser un motivo de enfrentamiento. Pese a ello, Doñana “goza de buena salud”, como en múltiples ocasiones ha destacado el presidente del Consejo de Participación de Doñana, Miguel Delibes, y, lo más importante, aglutinando voluntades de todo tipo en torno a la necesidad de preservarla y dejarla cada vez en mejores condiciones para las generaciones futuras.

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