War Room

Clubhouse: una oportunidad para la comunicación política

  • La red social, que ya alcanza un valor de 1.000 millones de euros, solo permite el chat por voz

  • El funcionamiento se ancla en salas temáticas, donde un moderador invita al resto de ponentes

War Room.

Una nueva red social ha irrumpido con fuerza en los últimos meses: Clubhouse. Lo que hace distinta a esta red, que ha alcanzado ya un valor de 1.000 millones de dólares, es que permite sólo la voz. Los usuarios pueden abrir salas de voz e invitar a otros para que se unan a una conversación hablada, sin video. De momento, temas como el marketing digital, el crecimiento personal o el emprendimiento están acaparando muchas de las conversaciones es español, pero el abanico es infinito. Se abre una oportunidad para el debate público.

La voz es el mecanismo de comunicación por excelencia. A través del timbre y el acento, la voz aporta al lenguaje sentimientos, emociones y otros contenidos que van más allá de las palabras. En todos los sectores profesionales se utiliza la voz para transmitir información, y en el caso de políticos y portavoces, es una herramienta fundamental para convencer y persuadir.

Es la seña de identidad más particular de cada persona, porque no hay dos voces iguales. Y a través de la voz podemos expresar hasta 15 emociones diferentes. Algunos estudios de investigación demuestran que es más poderosa para despertar el deseo que el atractivo físico, y expertos en comunicación hablan incluso del efecto Marylin’ según el cual la percepción del atractivo de Marylin Monroe hubiera sido menor sin su voz susurrante.

La red del momento explora, precisamente, la capacidad de transmitir exclusivamente a través de la voz. Ya no vamos a poder mostrar aspectos más o menos íntimos o personales de nuestra vida a través de imágenes, o nuestras reflexiones más profundas (o no) a través de la palabra. Ahora todo es voz, y sólo voz. Se trata de un paso más de la revolución de la voz que ya estamos viviendo con el crecimiento de los podcasts y de asistentes como Siri, Google o Alexa.

En esta nueva red, que nació en mayo de 2020 a resultas de la pandemia, su seña de identidad son las salas temáticas donde se desarrollan las conversaciones. El usuario que ha creado la sala señala el tema, ejerce de moderador y puede invitar a otros usuarios como ponentes de la sala e, incluso, nombrarlos moderadores. Los usuarios que se han unido a la sala y que están escuchando pueden levantar la mano y esperar a que los moderadores les permitan subir a la sección superior de los ponentes, la platea. Si la sala es pública, se puede sumar cualquiera para escuchar. Trasladado el mundo real, es como asistir a una mesa redonda, donde intervienen ponentes, un moderador y el público que puede participar.

Las conversaciones son en directo, y según las normas de la red, no está permitido grabarlas ni transcribirlas. Por tanto, se trata de charlas fugaces, siendo el directo lo que le da mayor fuerza y atractivo a la palabra. Los temas son variopintos. Ahora se habla de internet, marketing digital, social media, autoayuda y otras disciplinas, pero también se comentan ya noticias de actualidad, ocio, películas y cualquier tema que interese a los usuarios. No hay restricciones.

Animados por la ilusión de crear una comunidad fiel, existe una fiebre de creación de salas y clubes (agrupaciones de salas temáticas). Navegando en este océano, se pueden encontrar conversaciones de altura con ponentes, algunos conocidos y otros no tanto, que tienen mucho que aportar. De hecho, Clubhouse experimentó un gran tirón a raíz de la participación en diferentes salas de personalidades como Elon Tusk (cofundador de Tesla) o Mark Zuckeberg. Cantantes, actores, líderes tecnológicos, empresarios, prescriptores e influencers “están empujando con fuerza”, según el periodista Miquel Pellicer, quien afirma que “no es la imagen por la imagen, es el contenido y el argumento sonoro lo que añade valor. No vale aparentar, hay que compartir y aportar contenido de calidad”.

El reto de la moderación

A medida que la red vaya creciendo (desde septiembre ha sido descargada casi cinco millones de veces) mayor trascendencia adquirirán las conversaciones, porque llegarán a personas. Y es ahí donde precisamente se encuentra su principal reto.

La desinformación, o comentarios racistas, xenófobos o misóginos pueden propagarse sin control a medida que el tamaño de las salas vaya creciendo. De hecho, las normas y condiciones de uso ya han permitido expulsar de las salas a usuarios que han protagonizado con sus comentarios casos de islamofobia o antisemitismo.

Sin embargo, existen otras muchas situaciones donde la línea de la desinformación, el insulto o la discriminación está mucho más difusa y puede representar quebraderos de cabeza para los moderadores, especialmente por la dificultad que supone el audio en directo frente a un texto escrito o un video, por ejemplo. Algunos usuarios afirman haberse sentido insultados o amenazados en diferentes salas. Como medida preventiva, existe la función de bloqueo que impide al usuario bloqueado entrar en las salas donde esté participando la persona que lo ha bloqueado.

Clubhouse es, de momento, una red muy exclusiva, ya que sólo pueden acceder a ella usuarios de iPhone que hayan recibido una invitación. Este elitismo, sin duda, ha sumado el interés de la plataforma, que en breve tendrá que competir con Twitter Spaces, el nuevo servicio de la red de microblogging.

La aplicación está pensada para personas y no para marcas, aunque también hay sitio para ellas. De hecho, están apareciendo perfiles de compañías y de medios de comunicación. El Economista es el primer medio español con sala en Clubhouse, donde se cuentan los principales titulares y se produce un diálogo entre los profesionales y los lectores. Uno de sus impulsores, Antonio Lorenzo, relata en el blog de Pellicer que “no se trata de leer noticias ni de ser una radio, sino un espacio de conversación y posicionamiento” que también abre posibilidades de comercialización.

La política, la comunicación política y los asuntos públicos no son espacios muy explorados aún en esta red social, y abre una ventana de oportunidades para quienes comiencen a posicionarse. De hecho, tal es la potencia del debate que el régimen de China ya ha bloqueado Clubhouse porque se estaba produciendo debates políticos sin censura y en los últimos días la app se ha convertido en refugio para la protesta tailandesa.

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