Días de cómic

Abogado y justiciero

Daredevil.

Daredevil. / M. G.

Frank Miller llegó a las páginas de la serie de cómics Daredevil, el hombre sin miedo en el nº 158 (mayo de 1979), cuando todavía era un autor casi desconocido, pero había logrado hacerse un hueco en Marvel Comics, dibujando unos cuantos números de The Amazing Spiderman. Su labor en los primeros números de Daredevil de los que se hizo cargo, no fue la de guionista, sino la de dibujante.

Daredevil nº 158 al 167 cuentan con Frank Miller solamente al dibujo, pero ya muestran un cambio con respecto a lo que se estaba haciendo entonces. El trazo es más oscuro, mostrando un Nueva York casi siempre nocturno, plagado de los peores criminales, siendo la Cocina del Infierno el barrio donde se reúnen los más abyectos de todos ellos.

En Daredevil n.º 168, Frank Miller comienza también a escribir los guiones de Daredevil, y lo hace presentando a un personaje de creación propia que hoy ya forma parte del Universo Marvel: Elektra, una griega experta en artes marciales que supuso un antes y un después en el concepto de mujer en el mundo del cómic. No estamos ante una comparsa del héroe que necesita ser rescatada, sino ante una verdadera mujer, que puede defenderse sola, que toma sus propias decisiones y asume las consecuencias. Además de la ex novia de Matt Murdock, Elektra es una de sus mayores enemigas. De esta forma, Frank Miller revolucionó el mundo del cómic y el papel de la mujer en la sociedad.

Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson resalta las fuertes convicciones católicas del personaje, que desde su creación vive en la Cocina del Infierno, pero Marvel nunca había destacado que, en la vida real, se trata de un barrio católico irlandés de Nueva York. Frank Miller, también católico y de ascendencia irlandesa, afirma que: "Daredevil tenía que ser católico, pues solamente un católico podría ser abogado y justiciero a la vez".

Daredevil no tiene ningún problema en dar palizas a los delincuentes, creando Frank Miller lo que hoy conocemos como Vigilante. Daredevil fue pionero como justiciero nocturno que en ocasiones ejerce de antihéroe, y que patrulla las calles de una ciudad que muchas veces no merece ser salvada. Tanto éxito tendría esa forma de entender al héroe, que poco más tarde fue el propio Frank Miller quien la imprimió en los cómics de Batman, existiendo reminiscencias de ese concepto en el Watchmen de Alan Moore.

Pero el Daredevil de Frank Miller son todos sus personajes, como Matt Murdock, alter ego de Daredevil, que aquí por vez primera se nos presenta como alguien que en muchas ocasiones pone en peligro su trabajo y sus relaciones amorosas con tal de salvar la ciudad. Este es también el momento en el que aparecen granes enemigos de Daredevil, como el asesino Bullseye, y, sobre todo, Wilson Fisk, alias Kingpin, que, si bien no fue creado por Frank Miller, fue él quien lo actualizó. Kingpin era un villano en The Amazing Spider-Man, pero no parecía creado para esa serie sino para Daredevil. Si eres un vigilante enmascarado cuyo fin es acabar con toda la delincuencia de la ciudad que consideras tuya, es lógico que te acabes topando con otros que también la consideran suya. Así pues, se presenta en estas páginas a un Kingpin calculador, que ve en Daredevil un enemigo a batir, pero no solamente por negocios, sino también por principios.

Hablar de esta etapa es también hablar de Klaus Janson, el eficiente entintador que con su firme trazo da forma a toda esta gran etapa, encargándose en algunos momentos del dibujo, el cual no difiere demasiado del estilo de Frank Miller, que muchas veces ya tenía bastante con los guiones.

Afortunadamente, Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson está enclavado en una época que si supuso un antes y un después en el cómic, lo fue porque el género de superhéroes pasó de ser un entretenimiento para los adolescentes, a ser cultura para los adultos. Este Daredevil es más maduro que el de los años sesenta, y su lenguaje está mucho más adecuado a los tiempos que corren, por lo que podemos acercarnos sin temor a esta etapa, pese a su antigüedad. Este cómic no es bueno solamente por ser un clásico, que lo es, sino porque ha llegado hasta nuestros días como una obra maestra que merece la pena ser leída por cualquier lector que se precie.

La próxima semana: Fukushima, crónica de un accidente sin fin (2021), de Bertrand Galic y Roger Vidal, relato del peor accidente nuclear de la Historia.

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