Pasarela

El equilibrista cambia el ritmo

Desde hace ocho meses es el presidente del PP en el País Vasco, al recoger el testigo de la desencantada María San Gil, aunque mucho antes, en las elecciones autonómicas de 2005, había gente de su entorno, como el miembro del Foro de Ermua Iñaki Ezkerra, que aseguraba sotto voce que Antonio Basagoiti, entonces líder de los populares vizcaínos, ya era la materia gris que diseñaba la estrategia del partido entre bambalinas.

Nació en Madrid (25-X-1965) y procede de una familia de destacados banqueros y empresarios vizcaínos, quizá por eso este descendiente de Antonio Basagoiti Arteta, fundador de Iberdrola y del Banco Hispano Americano, vivió a caballo entre la capital y Guecho. Casado y con dos hijas, es un apasionado de las motos, el golf y el cine español y suele jalear a los leones de San Mamés.

Más fieras se topó este licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto a resultas de colgar la togas para dedicarse a la política. Logró un acta de concejal en el Ayuntamiento de Bilbao en 1995 y su ascenso a la cima del partido ha sido lento pero seguro.

Cauto no es sinónimo de miedoso y por eso no le hace ascos a las piruetas: como buen funambulista, supo guardar el equilibrio cuando se abrió la caja de los truenos entre Rajoy y San Gil en el terremoto de mayo, mostrándose respetuoso al alimón con el gran líder y con la emblemática compañera desairada ante el súbito antagonismo que brotó entre ambos a propósito de la ponencia política del trémulo congreso que celebraron los populares en Valencia el pasado junio.

Bajo el lema Hay solución, tú decides, Basagoiti ha dotado al PP vasco de un perfil menos agresivo contra los nacionalistas que el de su antecesora (sencillo) y marca las distancias con la dirección nacional de Génova. Amante del pop melifluo, como el de La Oreja de Van Gogh por ejemplo, inyecta frescura a la imagen del partido a golpe de guitarra eléctrica en los actos electorales, participa en quedadas en el ciberespacio (todo sea por el voto joven) y presume literalmente de que su partido es el único que se moja por Euskadi: los candidatos del partido en Guipúzcoa dieron fe de ello zambulléndose completamente vestidos en la playa de La Concha para hacerse unas fotos.

Hasta "cheli" le ha llamado alguno de sus adversarios pero él sigue concentrado en lo suyo: desalojar a los nacionalistas del poder. Eso pasa por brindar, como hizo desde el minuto uno, un apoyo incondicional a Patxi López, pese a que no se fía del candidato socialista, al que ve como una especie de perrito faldero del lehendakari y al que ha pedido que certifique ante notario que no pactará con el PNV. En vano.

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