Alberto Núñez Feijóo asumió ayer su tercer mandato al frente de la Xunta de Galicia tras ser investido presidente con el respaldo de los 41 diputados del PP. Lo hace tras lograr ser el único gobernante en España capaz de preservar una mayoría absoluta autonómica en un escenario político de fragmentación, lo que refuerza su proyección y peso como barón popular. Feijóo afronta ahora una nueva legislatura llamada a ser, según sus propias palabras, la de la "consolidación" de la recuperación económica.

Pese a quienes lo sitúan en Madrid a medio o corto plazo, el líder del PP gallego insiste en que presidirá la Xunta hasta 2020. En el debate de investidura volivió a incidir en esta idea y recalcó que "no tiene más compromiso que con Galicia". Para trabajar por sus "intereses" y "prioridades", optó por apelar al "diálogo" con sus rivales políticos.

Tiende la mano sobre todo a PSOE y BNG, en cuestiones como la financiación autonómica, la demografía o el retorno de emigrantes. Con En Marea fue más duro y prefirió marcar distancias, aunque también incluyó a la formación de la confluencia en su apelación al consenso.

En su tercer debate de investidura, en el que se ha autodefinió como "militante de Galicia", también lanzó algún mensaje con claro destinatario en Madrid: buscará una posición de unidad para defender las necesidades de la comunidad autónoma en la financiación autonómica y reivindicará que se cumplan los plazos en la construcción del AVE, ya que está comprometida la conexión con la capital para el año 2018.