José Antonio Francés | Escritor y profesor de Lengua y Literatura

"Si queremos ciudadanos libres y con criterio, nuestros jóvenes tienen que leer"

José Antonio Francés con su libro de narrativa juvenil premiado.

José Antonio Francés con su libro de narrativa juvenil premiado. / José Ángel García

El prestigio de ser Premio de Literatura Juvenil Alandar 2023. José Antonio Francés (Sevilla, 1968), escritor y profesor de Literatura y Lengua en el Colegio Buen Pastor de Sevilla, recogió el pasado mayo en la capital andaluza uno de los premios de narrativa juvenil más prestigiosos del panorama nacional, de la editorial Edelvives, por su novela Dos más dos (y otros grandes enigmas de mi adolescencia), que profundiza en las grandes tragedias y conflictos juveniles desde el humor. Ha enriquecido su vida como actor, periodista, locutor de radio, editor de libros de texto, escritor de guiones de teatro, de videojuegos y de películas. En su faceta de artista, compone bellos cuadros con las piedras que coge de la playa de Torremolinos con su hija Julia, melliza de su hijo Diego. 

–Mario, el protagonista de su novela, dice ser un negado para las letras ¿La asignatura de Lengua sigue siendo un hueso?

–La mayoría de los alumnos se suelen sentir incómodos e inseguros con la asignatura de Lengua. Los profesores debemos acercar la asignatura a la realidad de los alumnos para que vean que tener una buena competencia lingüística les va a abrir muchísimas puertas y los mejora como profesionales en cualquiera de las facetas a las que se vayan a dedicar en su vida. La Lengua y las Matemáticas son la base de todo. 

–¿Cómo acerca la asignatura de Lengua al alumnado?

–En mis clases intento hacer la Lengua divertida. A veces, empleo chistes para ilustrar el concepto que estoy explicando, ya que el 90% de estos se basan en juego de palabras. De hecho, tengo una gramática gamberra de la lengua española, explicada a través de chistes. También intento revertir en la clase la realidad de los alumnos, de modo que vean que la Lengua no es ajena a su realidad, y lejos de ser aburrida, es interesante para entender el mundo. Al principio del curso les pregunto: ¿Por qué estudiamos Lengua? Y algunos lo llegan a entender al final…

–Usar el chiste como recurso de aprendizaje es innovación educativa

–Es muy posible. De hecho, una editorial sevillana me entregará en las próximas semanas un premio sobre innovación educativa por mi esfuerzo en conciliar el entretenimiento con la pedagogía literaria. La LOMLOE obliga a construir el aprendizaje a partir de situaciones concretas de aprendizaje: hacer un blog, una entrevista a un compañero… A partir de esos retos, hay que enseñarles a escribir y a leer. La enseñanza de la Lengua se resume en eso, leer y escribir bien, y saber expresarse oralmente. Y un poco de gramática para que sepan cómo funciona su lengua y sean más eficientes. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para acercar nuestras materias a la realidad del alumno y conectar con sus intereses como claves para motivarlos.

–¿Cómo aumentar los índices de lectura de los alumnos?

–La realidad es que el 80 o 90% de los jóvenes no quieren leer, salvo una minoría de héroes modernos que aman los libros. Al resto no les interesa, se han criado con las nuevas tecnologías y les cuesta mantener la atención en un texto largo. El dilema es que la lectura es un placer y no se puede obligar a nadie a ser feliz con un libro. Pero si la lectura es fundamental para el desarrollo intelectual de una persona, hay que obligar a los chicos a leer en clase, buscando buenas lecturas para motivarlos, premiarlos. Los alumnos tienen que leer más. Si queremos ciudadanos libres y con criterio propio, nuestros jóvenes tienen que leer más.

–¿Qué ha cambiado en su vida tras el premio?

–Es un reconocimiento enorme y una gran motivación. Me ha llegado tras más de 30 años escribiendo, en una etapa madura, y ahora tengo que gestionarlo bien para mejorar mi visibilidad como escritor. Un premio abre puertas y posibilidades. Tengo muchos libros y proyectos esperando a encontrar editores con olfato, y para mí es el momento. La perseverancia y el esfuerzo de tantos años me han dado esta alegría, que no siempre llega. Estoy agradecido.

–Irene Vallejo escribió su ensayo más exitoso en un momento personal de lo más complicado ¿Hay libros que fluyen solos?

–Yo soy metódico y disciplinado, pero tengo algunos libros que parten de arrebatos de creación. A veces te vienen ideas que te capturan, te poseen, y sólo te queda ponerte al servicio de ella. Este verano, por ejemplo, he escrito una versión moderna del Quijote, una novela aún inédita. Trata de un anciano que se vuelve loco viendo la televisión y cree que el planeta está al borde de la extinción. Entonces se lanza a esos caminos de Dios para conseguir followers y seguidores para su causa. Vi tan potente y tan poderosa la idea que he escrito las 250 páginas en un verano. A veces los escritores obedecemos los dictados de la propia historia, es ella la que nos mueve la mano y sólo somos su instrumento.

–¿Cómo saca tiempo para escribir con sus responsabilidades familiares y laborales?

–Como profesor, soy temporero de la literatura, pienso en invierno y escribo en verano. Me levanto a las 7 de la mañana y saco de 7 a 8 horas al día para escribir. Después me da tiempo a ir al Mercadona, a hacer la comida y a llevar a los niños a la playa porque uno es padre antes que cualquier otra cosa.    

–Hábleme de su novela ‘Dos más dos (y otros grandes enigmas de mi adolescencia)’

–Es una historia juvenil muy divertida y con muchas situaciones disparatadas, el relato de una crisis adolescente. Tiene un lenguaje fresco, que engancha con el público joven, y reflexiona sobre valores como la familia, la amistad, el amor. El protagonista es Mario, un chico muy exagerado, muy pasional, al que le gusta la ciencia y que el universo se mueva conforme a unas leyes y parámetros establecidos. Pero a medida que se va haciendo mayor se da cuenta de que hay muchas cosas que no se explican de manera racional y que su vida, como las letras, empieza a entrar en un caos imprevisible. Todo el conflicto se desata por un alumno nuevo que llega a clase y le roba la popularidad. Es un libro de fácil lectura y muy conectado con la realidad juvenil actual. Pero no es una novela superficial. Lo divertido no es enemigo de lo profundo, sino todo lo contrario. Yo propongo reflexionar sobre el mundo, con la poderosa herramienta del humor.

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