El Rocío

Desagravio por aquella noche de paraguas

  • Todas las iglesias de Feria tocaron las campanas al paso de Macarena, objeto de cánticos de las hermanas de la Cruz.

Antonio Borrego Cobos, párroco de San Gil y director espiritual de la hermandad, ofició la misa de romeros de la Macarena. La calle Feria fue mágico desagravio por la última Madrugada de termómetros y paraguas. Juan Acebal volvió a reunir en su piso un coro completo. Seis mantones de Manila, petalada espectacular, sevillanas rocieras al simpecado y fuera sombreros.

José María Cabeza se llevará estas imágenes al norte de Sapporo. Este arquitecto, cónsul de Japón en Sevilla, ve la escena con su esposa nipona. Los bueyes, ignorados por la crítica taurina, forman el último eslabón de la mitología. El cónsul los asocia con los combates entre bueyes que se celebran en Okinawa, sur de Japón.

Suenan las campanas de las iglesias de Feria al paso de la comitiva peregrina. Primero, las de Ómnium Sanctórum. Su párroco, Pedro Juan Álvarez Barrera, ha dado este año el pregón del Rocío de Aznalcázar, hermandad que también inició ayer su camino. "Salimos con el Sol y entramos con la Luna", pregonó el cura.

Dos hombres pasean en sentido inverso, ajenos a la égida. "¿Qué opinas de Marcelino?". Los veladores de los bares son palcos del mayor teatro del mundo, igual que los balcones engalanados. Montesión abre sus puertas de par en par: Regina Sacratissimi Rosarii. También las de Vizcaíno con botellines madrugadores. Honores en San Juan de la Palma.

El convento del Espíritu Santo tiene ocho monjas, cuatro españolas y cuatro de la India, con perfil de novicias. Ángela, religiosa de Cuenca, es la madre superiora. Pablo del Barco tiene su galería justo enfrente y no pierde detalle. El simpecado espera a que la grúa se lleve un volkswagen rojo mal aparcado. Han sacado sillas a la calle para sentar a los ancianos de la residencia Juan Grande.

Sólo algún inoportuno móvil rompe el silencio que precede a las oraciones cantadas de las monjas de Sor Ángela. En la esquina con Alcázares se ven por primera vez las setas. El vado del Queme de los indignados, que no han retirado sus pancartas con palabras manidas: pueblo, huelga... El Rocío como acampada les lleva medio milenio de ventaja.

Se ven escolares de San Francisco de Paula, de las teresianas de Arguijo, del María Inmaculada. Francesco ha venido de Nápoles de vacaciones con tres amigos. Se hace una foto con una peregrina vestida de gitana. Rogelio Trifón disfruta de su primer Rocío sin el ancla del trabajo. Hace doblete con Blanca, su mujer: Triana en el Altozano; Macarena, en la Campana. Víctor Pérez Escolano ve el simpecado en Alfonso XII esquina con Abad Gordillo. El historiador Manuel Moreno Alonso perfuma con su pipa a los boyeros. El camión de Lipasam va en retaguardia. Uno de ellos riega la calle llena de pétalos y excrementos bovinos. Por poco no pone perdido a un cura del Palmar que se confundió de Papa o de siglo.

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